La Galería del Sílex es uno de los espacios menos conocidos de la Cueva Mayor. Descubierta en 1972 por el Grupo Espeleológico Edelweiss y con 920 metros de recorrido, esconde una suerte de santuario de la prehistoria reciente utilizado por los primeros grupos agricultores y ganaderos que ocuparon la Sierra de Atapuerca. Su estado de conservación es excepcional porque la entrada original quedó sellada hace unos 3.000 años por causas naturales.

Durante las dos primeras décadas de excavaciones, los investigadores documentaron las evidencias de varios campamentos, más de 6.000 fragmentos cerámicos que formarían un mínimo de 336 vasijas, decenas de herramientas líticas entre las que destaca un hacha pulida, restos de antorchas localizadas en puntos estratégicos de la galería, más de tres centenares de restos de fauna (ovejas, cabras, liebres y conejos) o 53 paneles de grabados y pinturas rupestres rojas y negras. Materiales arqueológicos que informan de actividades simbólicas realizadas por grupos de individuos que visitaron el espacio entre los inicios del Neolítico y la Edad del Bronce.

Pero en esta cueva también se ha documentado un importante conjunto de restos humanos, más de 2.700 repartidos por las cinco zonas en las que se ha dividido el yacimiento y la mayoría identificados en superficie. Sin embargo, hay un espacio al fondo de la gruta, a 300 metros de la entrada, cuya interpretación lleva siendo discutida desde el momento de su hallazgo. Se trata de dos fosas (simas) que escondían cinco cuerpos, ahora reanalizados en un estudio liderado por Antonio Molina-Almansa, de la Universidad de Alcalá.

Mapa de la Galería del Sílex. Molina-Almansa et al.

Las nuevas dataciones obtenidas por radiocarbono y publicadas en la revista científica Quaternary Science Reviews muestran que estos huesos se encuentran entre los restos humanos neolíticos más antiguos del interior de la Península Ibérica. Además, el caso de uno de estos individuos, una niña de aproximadamente 13 años en el momento de su muerte, remontaría en un milenio la aparición de las prácticas funerarias neolíticas en Iberia.

En la Sima B se recuperaron los restos de dos individuos adultos (uno masculino y otro femenino) y uno juvenil. Estaban agrupados en una repisa de la parte superior del foso, lo que indicaría que fueron depositados ahí de forma intencionada. Los análisis de carbono 14 de una falange y un diente de dos de ellos han arrojado una antigüedad de unos 7.000 años

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Cuevas de usos diferentes

De las profundidades de la Sima A se recuperaron dos individuos y seis vasijas de cerámica. Las primeras interpretaciones de los investigadores apuntaban hacia una desafortunada pareja de exploradores de cuevas de la Edad del Bronce que se perdieron y cayeron a una profundidad de 15 metros. Las dataciones han revelado que uno de los cadáveres —un adulto varón al que le faltaba la mitad inferior del esqueleto— pertenecía a este periodo y podría haber sufrido un accidente, pero el otro, el de la niña, documentado completo, es mucho más antiguo, de hace unos 7.000 años. Además, la presencia de los recipientes cerámicos entronca con una tradición desarrollada durante época neolítica, entre hace aproximadamente 6.000 y 5.000 años: serían una ofrenda funeraria

Los restos humanos descubiertos en yacimientos del Neolítico Inferior de la Península Ibérica no son abundantes y se encuentran en diferentes contextos: cuevas, abrigos rocosos y yacimientos al aire libre. Son todavía más extraños en el interior peninsular, donde solo se han identificado dentro de dos cavidades (Els Trocs y Chaves, en Huesca) que fueron usadas como espacio doméstico y funerario. Pero la Galería del Sílex no encaja en esa doble función: fue esencialmente un sitio relacionado con la muerte.

Mapa de los yacimientos de la Península Ibérica de principios del Neolítico, anteriores a 4800 a.C. En rojo, la Galería del Sílex. Molina-Almansa et al.

En la Sierra de Atapuerca hay otros dos yacimientos neolíticos bien documentados. Se trata de El Portalón, en Cueva Mayor, un asentamiento humano, y de El Mirador, utilizado para la explotación ganadera. "Las nuevas evidencias aportadas aquí, mediante la datación de restos humanos de las Sima A y Sima B de la Galería del Sílex, ponen de relieve un conjunto singular de ocupaciones en la Sierra de Atapuerca durante el Neolítico Inferior, en el que se especializó el uso de diferentes cuevas para distintos fines", escriben los autores del artículo científico.

Y añaden: "Esto sugiere que las cuevas de la Sierra de Atapuerca desempeñaron un papel importante para los primeros grupos neolíticos que ocuparon el valle del Arlanzón, y pueden considerarse representativas de un asentamiento neolítico ex-novo. Por tanto, creemos que el conjunto de ocupaciones neolíticas de Atapuerca puede considerarse un foco de neolitización del valle del Duero".