No ha terminado agosto, no ha llegado el otoño, la "segunda oleada es una cuestión semántica"... y "esto no es como marzo o abril, de ningún modo". Pero las prisas empiezan a parecer las mismas que en la semana fatídica posterior al 8 de marzo, en la que el Gobierno se reunía cada dos días, cambiando su visión de la oleada del coronavirus, hasta que el 14 decretó finalmente el estado de alarma.

El ministro de Sanidad reunió este viernes de urgencia a los consejeros del ramo sólo 48 horas después de su cita semanal de rutinario diagnóstico a la "nueva normalidad". Y decretó, sin atreverse a decirlo, el paso al escenario dos de los tres que tiene definidos en su Plan de respuesta temprana en un escenario de control de la pandemia por Covid-19.

El próximo ya significa volver al estado de alarma, y con él al mando único, y con ello, evidentemente, a medidas mucho más duras... la antesala del confinamiento.

Sanidad prohíbe fumar en la calle y ordena el cierre de las discotecas

Salvador Illa anunció la adopción de "11 medidas, tres recomendaciones y una indicación de observancia". Todas ellas se resumían, esencialmente, en otro varapalo a la hostelería y al turismo. A la primera, porque queda prohibido fumar en los espacios abiertos "si no se puede guardar la distancia social de dos metros"... olvidado queda el metro y medio del decreto 21/2020, de 9 de junio, para la "nueva normalidad".

Y al segundo, porque la imagen internacional que está dando España es la del país que nunca se recupera de la pandemia: el que peores datos tiene de fallecimientos en proporción a su población -además, con baile de cifras, entre los 28.605 muertos oficiales y los alrededor de 45.000 oficiosos-; el que peor comportamiento ha tenido en su economía -con un PIB que se desploma a ritmos negativos del 18,5%-; y el que peor curva de rebrotes demuestra, según todos los indicadores.

Este viernes, Alemania declaró a nuestro país "zona de riesgo". Salvo a Canarias, Berlín desaconseja viajar a cualquier punto del territorio.

Los tres escenarios

Illa llevaba desde el 21 de junio, fin del estado de alarma, dejando claro que en la "nueva normalidad el protagonismo es de las Comunidades Autónomas, que tienen las competencias e instrumentos para la contención del virus". Que ése era el escenario uno en el que nos encontrábamos.

Salvador Illa, en rueda de prensa tras el Consejo Interterritorial extraordinario por el avance de los rebrotes. Efe

Que sólo en el caso de que un rebrote afectara a dos o más Comunidades Autónomas, sería "necesario pasar al escenario dos, el de las actuaciones coordinadas de obligado cumplimiento". Y que el tercero, la vuelta al "estado de alarma", ni se contemplaba... todavía.

Y este mismo jueves pasadas las 18.30 horas, Fernando Simón insistía en que "las medidas tomadas hasta ahora han demostrado que sirven para contener los rebrotes".

Sin embargo, a las 20.46 de la noche del jueves la cosa ya no era así. El Ministerio de Sanidad comunicaba a los medios la convocatoria de un consejo interterritorial extraordinario y de una rueda de prensa posterior. En la reunión "y por unanimidad" de los 19 consejeros autonómicos de Sanidad, se acordaron estas "actuaciones coordinadas de obligado cumplimiento", es decir, se decidió pasar de facto al escenario dos.

Un clamor

Todo, en medio del clamor médico, social y político para que el Ejecutivo tomara las riendas, regresara al mando único y acabara con el caos autonómico... o con la dejación gubernamental, tal como lo define el Partido Popular.

Casado exige "menos mosquiteras para Doñana y más material de protección"

Pablo Casado intervenía desde Almería minutos después que Illa para recordar a Pedro Sánchez su eterno reclamo de "cambiar la legislación ordinaria" para poder "limitar el movimiento en provincias sin tener que volver al estado de alarma, que ha sido muy perjudicial económicamente".

El líder popular viene reclamando esto desde que cambió el  por la abstención en las prórrogas del estado de alarma: "Aprueben ese decreto, refuercen las leyes de Sanidad, y nosotros lo apoyaremos", repetía insistentemente desde el atril del Congreso. Este viernes lo recordó.

La tarde del jueves se había saldado con una subida brutal en los nuevos casos de Covid, hasta los 2.935 en 24 horas, frente a los 1.690 del día anterior. Unos datos equivalentes a los del 25 de abril, en plena emergencia, en plena crisis, en pleno confinamiento.

Negar y asumir

Sin embargo, Simón había presentado las cifras desmintiendo a las nueve sociedades médicas que advertían de este colapso, había negado el caos que ya se puede advertir en algunos hospitales, como el 12 de Octubre de Madrid -que ya ha reprogramado todas sus operaciones no urgentes-, y había asegurado que el incremento de casos era "suave".

Pero la realidad es que ya estamos en el escenario dos. Las Comunidades Autónomas "tendrán que trasponer a sus legislaciones internas" las decisiones tomadas "en un tiempo prudencial". Y estas 11 actuaciones "son de mínimos, porque cada región puede aplicar medidas aún más restrictivas".

Illa, algo más moreno y con el aspecto de quien ha interrumpido sus vacaciones, agradeció a los mayores su "disciplina", advirtió a los jóvenes de que "el botellón está prohibido", recordó la regla de las tres M, "manos, mascarilla y metros de distancia"... e insistió en calmar a la población con que "esto no es marzo ni abril"... claro, que después de comer, los casos seguían creciendo: 2.987 nuevos contagios y 12 muertos.

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