El último Consejo de Ministros del cuso político se prolongó hasta las cuatro horas largas de duración. Más del doble de lo habitual. Y no fue porque la reunión se dedicara al análisis de grandes leyes o medidas de calado. Hubo una tensa discusión de fondo sobre el caso Juan Carlos. Y Pablo Iglesias reprochó la "deslealtad" de Pedro Sánchez por haber dejado al margen a su formación.

En cuanto a contenidos ejecutivos fue una cita de trámite. Y sin embargo, una fuente interna del Ejecutivo define los 256 minutos de reunión del martes -de 9.30 a 13.46 horas- como "importantes y fructíferos". Según ha podido saber este periódico, la cita dio para mucho, esencialmente para discutir a propósito del anuncio el día anterior de la salida de España de el Rey Emérito Juan Carlos.

Y fue exactamente eso, una discusión. Porque Iglesias le hizo saber a Sánchez, y a toda el ala socialista del Gobierno, su enojo por la "deslealtad" de haberlo mantenido desinformado de las negociaciones y de la decisión final, que conoció -como el resto de ciudadanos- por el comunicado de Zarzuela. Así lo ha podido conocer este periódico de fuentes de ambos lados del Ejecutivo. 

Consejo de Ministros del 4 de agosto de 2020.

A la salida de la cita semanal del gabinete quien comparecía era Pedro Sánchez, pero no para dar cuenta de las medidas aprobadas: un decreto sobre neumáticos en desuso, un acuerdo para crear una campaña de publicidad en favor del turismo interior, la creación de un consulado en China, adjudicaciones de Transportes, Hacienda...

División crónica

La realidad es que Iglesias sí sabía que el presidente, personalmente con Felipe VI, y Carmen Calvo y su equipo, mano a mano con el personal de Zarzuela, llevaban meses trabajando en un "gesto" de parte de la Casa Real para desvincular al Rey de los negocios presuntamente oscuros de su padre. Pero desconocía el contenido y su evolución.

Como los asuntos vinculados con el modelo de Estado están perfectamente acotados en el seno del gabinete, no hubo ninguna puesta al día de Sánchez a Iglesias. La división entre las visiones sobre la Monarquía de cada formación es tal que, hasta ahora, no ha derivado en enfrentamiento sólo por la "correlación de fuerzas" que el mismo Iglesias admite.

Además, a esto se añade que las iniciativas impulsadas por Unidas Podemos, desde que estalló la polémica y EL ESPAÑOL publicó las exclusivas sobre el ingreso en Suiza de los 100 millones de dólares entregados "como regalo" por el rey saudí a Juan Carlos en 2008, no contribuía a una comunicación fluida en este campo.

Fuentes de Moncloa consultadas por este periódico, dan por descontado que es una división ideológica crónica. Que el asunto de la Corona queda fuera de los debates, y que ambas formaciones seguirán expresándose de manera divergente en adelante. Así lo hizo Jaume Asens, presidente del grupo parlamentario morado, este jueves, exigiendo incluso la comparecencia de Carmen Calvo en el Congreso y del propio Rey Felipe VI.

Sánchez fijó posición

Y eso que el propio Sánchez quiso zanjar el asunto en una intervención previa, y extensa también, en el transcurso del Consejo. Según fuentes conocedoras de lo acontecido en la sala de los ministros, el presidente no exigió unidad de criterio, pero sí fijó la posición oficial del Ejecutivo "a favor de la estabilidad institucional y del lado del pacto constitucional, lo que incluye la Monarquía parlamentaria".

Pero el vicepresidente segundo aprovechó la circunstancia para expresar el descontento de los suyos. Desde el fin del confinamiento, la sensación en Unidas Podemos es la de que "el PSOE se ha olvidado de que sólo lidera un Gobierno de coalición". Y que ésta no tiene tampoco mayoría absoluta en el Congreso.

Los cinco ministros morados reprochan ciertas actitudes de sus compañeros socialistas, tratando de arrinconarlos. Y la desconfianza demostrada en el caso Juan Carlos no ha sido sino la gota que ha colmado el vaso.

Lo cierto es que Iglesias y Sánchez mantienen una buena relación. Profesional y personal. Y que tienen reuniones formales e informales, cara a cara, al menos una vez a la semana, según revelan fuentes del Gobierno. Ambos se ponen al día, intercambian impresiones, y trazan estrategias conjuntas, al tiempo que liman asperezas.

Pero esta vez, desde el lado morado la afrenta se sentía mayor. Y también la prisa. El anuncio de la Casa Real se hizo en la tarde del lunes y el presidente se iba de vacaciones en la misma tarde del martes. Curiosamente, a la residencia La Mareta, en Lanzarote... precisamente una casa-palacio que también fue un regalo de Huséin de Jordania, otro rey, a Juan Carlos, a finales de 1980.

Turistas, curiosos y periodistas esperan la llegada del presidente Pedro Sánchez a La Mareta, en Lanzarote. Efe

Una "deslealtad" conveniente

Iglesias no podía, ni quería, esperar. Es cierto que a Unidas Podemos le ha dejado manos libres haber estado desinformado. Ante sus bases habría sido mucho más difícil explicar el silencio de meses mientras se negociaba lo que luego Iglesias y los suyos calificaron de "huida de la Justicia del anterior Jefe del estado". Pero lo que una parte del Gobierno ha pactado a la otra le parece una vergüenza.

Así que la reunión semanal del Consejo del pasado martes 4 de agosto era la oportunidad adecuada para que Iglesias mostrara en alto, y delante de todos los ministros, su hartazgo. El discurso del líder de Podemos se interpreta dentro de sus filas como un toque de atención al PSOE. Porque estaba, en realidad, más basado en las reuniones con Ciudadanos para negociar los Presupuestos, en la imposición de Hacienda a los Ayuntamientos, o en el aplazamiento de la reforma fiscal anunciada el martes por Sánchez.

Todas ellas son decisiones tomadas sin debate previo o sin atender las razones de Iglesias y los suyos. Y aunque la "correlación de fuerzas" está clara entre ambas formaciones -casi cuatro a uno tanto en el Congreso como en el Ejecutivo-, desde Unidas Podemos se quería dar un aviso político: juntos no hay mayoría absoluta, pero separados no hay Gobierno.

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