La reunión del Consejo de Ministros de este martes se presenta dura. Fuentes del Ejecutivo han confirmado a este periódico que las medidas que completarán el plan de choque económico contra la emergencia sanitaria del coronavirus están "diseñadas en su generalidad". Pero lo cierto es que el intenso debate del pasado sábado se puede volver a repetir entre las dos facciones que, con su desacuerdo en el enfoque, hicieron que el presidente Pedro Sánchez decidiera posponer la concreción a este martes.

En todo caso, el cierre de filas en torno a las posturas de Nadia Calviño es cada vez más patente. Su discusión con Pablo Iglesias durante el sábado, según ha sabido este periódico, fue más de ideología que de medidas concretas. Entre quienes llamaban a centrarse en lo social y quienes recordaban que sin macroeconomía no hay cómo alimentar esas medidas, que también entienden como necesarias. Tanto costaba bajar al detalle económico, que Sánchez optó por avanzar en lo urgente y darse unos días más para lo importante.   

La postergación, tras más de siete horas de reunión en Moncloa, decepcionó a los agentes sociales, a los representantes de los autónomos y de las pequeñas y medianas empresas. Y provocó intensas críticas de la oposición, sobre todo de Pablo Casado y sus compañeros en el Partido Popular, que ofrecieron "apoyo", pero calificaron de "desgobierno" y "preocupante falta de liderazgo" lo ocurrido en el seno del Gobierno.

Aunque lo cierto es que el debate intenso que se vivió en la sala especial habilitada en la sede de Presidencia -para que los ministros pudieran sentarse con una gran distancia entre ellos- ha sido calificado desde dentro del Gobierno como "constructivo, duro e intenso, pero cordial".

Olvidar el déficit u ortodoxia

Otras fuentes internas cercanas al Consejo de Ministros aseguraron que alguno de sus miembros pasó un sábado no sólo de mucho trabajo, sino de cierta desazón. No todos vivieron las discusiones, punto a punto, del Real Decreto como una buena señal. Sobre todo por que, en momentos, sintieron falta de liderazgo y de una decisión firme para seguir un camino concreto.

Nadia Calviño y Pablo Iglesias, junto a Carmen Calvo y el presidente Pedro Sánchez, en el Consejo de Ministros del estado de alarma. Moncloa EP

La elección es clara: optar por un enfoque que parta de la ortodoxia macroeconómica de Nadia Calviño u olvidarse "del déficit y cualquier otro cálculo", como han defendido los líderes de Unidas Podemos en la campaña iniciada este mismo domingo en las redes para presionar al presidente.

"Éste es un Gobierno de izquierdas y tiene que quedar claro que en una situación de emergencia, la respuesta no puede ser la misma que en la crisis de 2008", expresó -palabra arriba, palabra abajo- Pablo Iglesias dentro del Consejo de Ministros. Su postura era seguida, por convencimiento y sin fisuras, por los otros tres compañeros de formación presentes en Moncloa: Yolanda Díaz (PCE, ministra de Trabajo), Alberto Garzón (PCE, Consumo) y Manuel Castells (Comunes, Universidades), si bien éste no llegó a participar activamente del debate.

Irene Montero (Podemos, Igualdad) no estaba presente, pues permanece confinada en su casa tras dar positivo por Covid-19 a los pocos días de la manifestación del 8-M. Lo mismo que la esposa del presidente, Begoña Gómez. Tampoco la titular de Política Territorial, la socialista Carolina Darias, acudió a la cita, convaleciente también.

No hay ruptura

Pero el caso es que no todos los ministros socialistas estaban en el bando de Calviño, o al menos eso cuentan desde el lado morado del Gobierno. Durante la jornada, explican estas fuentes, se vio cómo al menos cinco titulares de departamentos del PSOE enfocaban los primeros pasos de esta crisis de un modo más cercano a las tesis sociales que a las macroeconómicas.

Iglesias prometió durante la campaña electoral que "si viene otra crisis, los recortes se harán desde arriba". Entonces, nadie podía imaginar lo que ha sobrevenido desde mediados de enero cuando "una rara neumonía" acababa con la vida del primer chino residente en Wuhan. En menos de dos meses la pandemia afecta a más de 170.000 personas en el mundo, y ha matado a unas 6.600 personas. Las cifras del coronavirus este lunes en España eran dramáticas, con 9.300 diagnosticados -un salto de 1.200 en sólo 24 horas- y hasta 330 muertos.

En una semana, España ha pasado de celebrar manifestaciones con cientos de miles de personas a decretar el estado de alarma, confinar a la población y cerrar las fronteras a la entrada de extranjeros. Las calles se han vaciado, se han vaciado los supermercados -y, por suerte, repuesto todos- y el PP ya ha cifrado las necesidades de inyección económica en unos 100.000 millones de euros.

"Las personas vulnerables"

Lo que busca Iglesias es que ese músculo vaya a "las personas vulnerables". Y de ahí la introducción de ese sintagma en el decreto que finalmente se acordó en Moncloa, cuando eso no aparecía en el borrador que publicó EL ESPAÑOL en primicia. Y su adelanto público de las medidas que llevará este martes a Moncloa.

Este martes, tendrá la oportunidad de defender, como vicepresidente segundo, que alguna de las medidas que defienda Calviño, vicepresidenta tercera, no atienden a "las personas vulnerables". Ésa será su ventaja competitiva en el debate.

Pero la de la también ministra de Economía será el cierre de filas socialista cada vez más claro en el paso de estos tres días. Fuentes del propio Consejo consultadas anoche por este periódico explicaron que la unidad de posturas es total en el lado socialista y que la presunta ruptura de filas de cinco ministros del PSOE era una versión interesada de la parte morada, que tanta presión ha ejercido estos días, y ahora quiere forzar la máquina.