Una baja participación, el desgaste de décadas de Gobierno sin alternancia, una candidata que venía de perder unas primarias que se jugaban fuera de Andalucía, el voto de la indignación o antiélites y hasta una campaña mal planteada desde el principio. Todas esas explicaciones (o excusas) circularon en la noche del domingo de whatsapp en whatsapp entre los dirigentes socialistas. Entre los que eran capaces de superar el shock y la tristeza por la pérdida de la Junta de Andalucía, claro. 

En todas ellas hay pequeñas causas y todas ellas sirven para responsabilizar a Susana Díaz de la derrota. También son compatibles con la nueva misión del PSOE, decretada en la noche electoral desde Ferraz por José Luis Ábalos, el secretario de Organización. "El combate que nos compete a los socialistas es ahora liderar el frente de la democracia, la batalla de la democracia frente al miedo", dijo el también ministro de Fomento. "Alerta antifascista", dijo en la misma línea Pablo Iglesias.

Tomás Serrano

Díaz pidió en la última semana de campaña el voto contra Vox y, una vez producido el hundimiento, en el mismo momento de analizar los datos, el PSOE se apuntó inmediatamente a las dos tazas al imponerse liderar en España la lucha contra el partido insurgente. 

Es España, estúpido

Nada de lo anterior constituye una explicación de fondo de los motivos de la derrota electoral. Porque el avance histórico de la derecha y la irrupción de Vox no es la causa de la derrota socialista sino un síntoma que explica la pérdida de atractivo de su proyecto, algo que tiene amplias ramificaciones en el partido en toda España, que gobierna con tan solo 84 diputados. 

Así lo reconocían algunas voces dentro del PSOE en la noche del domingo. Alertaban de la importancia de Cataluña y la cuestión nacional, de su influencia ya no sólo en las elecciones andaluzas sino en los últimos años de la política española. No en vano, mientras el PSOE de Andalucía hacía campaña sin referentes nacionales y casi sin Pedro Sánchez, el centroderecha optó por lo contrario para explicar la corrupción del patriotismo que achacan a los socialistas. Díaz usó exclusivamente banderas verdes en sus mítines, pero los seguidores de Vox salieron a celebrarlo con la española.

Díaz llama a todos los partidos a parar a la "extrema derecha" en Andalucía

Por eso, el resultado de Díaz no puede encapsularse en Andalucía ni puede explicarse poco menos que como un traspié o una inclemencia meteorológica. Si en el PSOE hace meses que se escucha que Díaz y Sánchez se necesitaban, con su descalabro la candidata socialista puede haber cavado no sólo su tumba sino también la de Pedro Sánchez.

Si en el PSOE se dice a menudo que en España nunca ha ganado sin un excelente resultado en Cataluña y Andalucía, el PSOE acaba de perder su último y principal granero de votos, el que nunca le fallaba, al que iba aparejado un potente instrumento: la Junta de Andalucía, el gobierno de la comunidad autónoma más grande de España. 

Sánchez y el clima

Pedro Sánchez emprende este lunes un viaje a Polonia para una cumbre sobre el clima, pero el ambiente no puede estar más caldeado en España, donde no dispone de la mayoría suficiente para aprobar las principales leyes de su mandato, entre ellas los Presupuestos, que ni siquiera ha presentado. 

El hundimiento en Andalucía es, en realidad, el hundimiento del PSOE. Los socialistas se han dejado 400.000 votos respecto a 2015. En el partido se da por hecho que algunos votantes se han quedado en casa y otros se han ido a Ciudadanos, que aumenta su representación en 12 escaños, los mismos que ha logrado Vox. 

"Los hay que se han ido a Vox. Ahora encarna el voto de la indignación, del mismo modo que hace años los hubo de derechas que votaron a Podemos", explica un diputado socialista. Vox ha triunfado entre los enfadados y está por ver cómo de intensa es su penetración en las clases más populares para comprobar si se produce la misma paradoja que desquició hace años a los socialistas franceses: los obreros (en sus múltiples variantes) cambiaban la izquierda por la extrema derecha. El camino comenzó a recorrerse este domingo, pero nadie sabe adonde lleva. Y en 2019 habrá elecciones municipales, autonómicas en 13 comunidades y europeas. 

¿Y las elecciones generales?

¿Y las generales? "Pedro moviliza mucho más a la derecha que a los nuestros", se quejaba otro diputado socialista. Si las andaluzas eran un primer test para el nuevo Gobierno de Sánchez, está claro que el resultado es todo menos satisfactorio. 

Por ese motivo, en algunos sectores del PSOE chocó enormemente la apelación de Díaz y Ábalos a los partidos "constitucionalistas" para frenar a la extrema derecha. "¿Cómo es posible que se apele al constitucionalismo cuando se gobierna gracias a los independentistas?", según un viejo referente. "Pedro se equivoca. Vox no es lo opuesto a Podemos. Es lo opuesto a los independentistas con los que él se quiere entender", explica. 

Sánchez se arriesga a que cada momento que pase sea peor para convocar elecciones. Los que eran partidarios de convocar elecciones nada más llegar a la Moncloa se tiraban este domingo de los pelos al creer que, a estas alturas, Sánchez podría haber logrado una mayoría de gobierno más cómoda en el Congreso de los Diputados y eso haber insuflado aire a Susana Díaz en vez de a Vox. En ese sentido, los apoyos de los independentistas aparecen como la kriptonita, tan vistosa como debilitadora de Sánchez. 

Sin embargo, en el círculo de Sánchez hay dudas sobre cuándo convocar. Hacerlo ahora podría ser visto como un gesto de debilidad y el resultado ser catastrófico, por lo que hay quien se inclina por esperar y encomendarse poco menos que a la providencia a la espera de que escampe.

"Susana está abrasada"

La pequeña satisfacción en algunos círculos es la certeza de que Díaz está amortizada como referente en el PSOE. Su imbatibilidad electoral se ha esfumado. Si en mayo del año pasado se comprobó su escaso tirón interno, este domingo se desinfló su pujanza en las urnas andaluzas. 

Un poster rasgado de Susana Díaz en Ronda (Málaga) JON NAZCA Thomson Reuters

"Pudo gobernar con la izquierda y eligió a la derecha. pudo dejar trabajar al secretario general del partido y decidió hacerle la vida imposible, Pudo elegir Andalucía o Madrid y eligió Madrid a toda costa, incluyendo cargarse al secretario general. Y encima perdió. ¿Todavía nos extrañamos del resultado?", explica un miembro de la dirección socialista. "Está abrasada. ¿A qué espera para irse?", se pregunta otro.

El resultado de Díaz supone también el saldo definitivo de la vieja rivalidad con Sánchez y abre un difícil melón sucesorio que podría ser potencialmente catastrófico para el PSOE si no se cierra con garantías. Pero, y eso es lo peor para Sánchez, tras Díaz él podría ser el siguiente. En Europa hay ejemplos de todo tipo que incluyen la irrelevancia de los socialistas y gobiernos encabezados por la extrema derecha. 

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