Ya de noche, entre aplausos y gritos de “¡Presidente!”, Mariano Rajoy ha salido del Congreso camino de Moncloa convertido por segunda vez en presidente del Gobierno de España. En el patio del Congreso de los Diputados ha quedado abandonado ese disfraz de pato cojo que ha usado durante 10 meses y 10 días. El final de este segundo intento de investidura ha sido rápido, apenas dos horas, y dramático: la herida que deja en el PSOE es grande- 15 de los 83 diputados socialistas han votado en contra- y la izquierda más radical lo ha vapuleado en la Cámara tachándolo de traidor.  

“Hoy no termina esta historia, hoy comienza. No pido la luna, pido un Gobierno previsible, que España pueda ser bien gobernada aunque no haya mayoría absoluta”, ha dicho Rajoy desde la tribuna antes de volver al palacio de La Moncloa, donde comienza su segundo mandato perfilando el nuevo Gobierno que dará a conocer este jueves, según ha explicado él mismo al salir del hemiciclo. El Gabinete vendrá determinado por el envite parlamentario y por la cintura política de sus miembros, pero “no será multiuso”, ha advertido desde la tribuna.

El segundo mandato de Rajoy hace pensar a un veterano político popular que lo conoce bien en el síndrome del Estrecho de Ormuz, acuñado durante la Transición para referirse al segundo Gobierno de Adolfo Suárez en 1979: entonces, tras la crisis del petróleo, el presidente oriundo de Ávila empezó a hacer permanentes referencias al “cuello de botella del estrecho de Ormuz”- la pequeña puerta de entrada al Golfo Pérsico en la península de Musandam (Omán). El histórico periodista Pedro Rodríguez ironizó mucho sobre el repentino interés por la política exterior del chusquero de la política tras las labores de la Transición. El Ormuz de Rajoy es ahora la necesidad de “hacer política de verdad, dentro y fuera de España como no pudo hacer en su primer mandato”, según fuentes del PP.

MOMENTO CRUCIAL

Varias son las teorías sobre cómo será este nuevo Gabinete. España ya no es el enfermo terminal que el PP se encontró en diciembre de 2011, “cuando no sabíamos si el país iba a salir adelante”, recuerda uno de sus protagonistas. Ahora, el país crece el doble de la media de la Unión Europea, como esta semana se encargó de recordar Rajoy en el Congreso. Una situación idónea para esa “política grande” que requiere un país fragmentado políticamente y con grandes reformas pendientes como es España.

“Estamos en el momento justo en el que podemos a volver a ser un gran país o irnos al garete”, explica el un veterano político que ha participado con Rajoy en toda su carrera en el PP. Para ello se requiere un Gabinete “complicado”, con ministros avezados que además den “imagen de centralidad”, según fuentes del PP. Quinielas hay muchas y echan humo los móviles de los 10 ministros aún en funciones. Nadie quiere dejar la cartera, y algunos están con los nervios desatados. Otros comentan lo extraño que es que personas tan preparadas se resistan a abandonar un puesto que “sólo” les reporta 4,236 euros al mes (12 pagas al año) y que les produce muchos sinsabores.

Rajoy tiene trabajo este fin de semana de puente: el próximo viernes 4 de noviembre celebra su primer Consejo de Ministros, quizá con 15 personas (la mitad caras nuevas, la mitad viejas, es el cálculo más extendido). Nadie sabe nada con seguridad: en 2011, algunos de los que estuvieron “totalmente seguros” de recibir ésta u otra cartera no recibieron ninguna o la contraria, recuerda uno de los afectados. Se subrayan “ejes” e “ideas”, y las fuentes consultas del PP las describen así:

Nuevos ministerios

Ministerio del Portavoz: como existe en las grandes países occidentales, y como ya hubo en tiempos de José María Aznar con Pío Cabanillas junior y con Josep Piqué. Una persona que coordine a los ministros “by the book”, sin que nadie improvise su propia línea argumental, sin versos sueltos. En el PP lo consideran esencial en un momento político en el que el Gobierno tendrá que estar dando constantes explicaciones.

Ministerio de Administraciones Públicas. Bajo este cartel se esconde el llamado “ministro de Escocia” que en España no se puede denominar de Cataluña pero que en esencia es así. Esta persona tendrá que estar en constante comunicación con su homólogo de Hacienda, ya que el diálogo político con Cataluña- que ha de empezar en este legislatura- va unido al económico, según las fuentes consultadas.

Ministerio de Energía y Cambio Climático. En España se habla poco de asunto, pero nuestro país es uno de los más afectados del mundo por el calentamiento de la tierra.

Guardia pretoriana y María Dolores de Cospedal

Hay cuatro personas en el entorno más próximo de Rajoy que han vivido con él la dureza de los años de la crisis: la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría; el jefe de Gabinete, Jorge Moragas; la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro, y el director de la Oficina Económica, Álvaro Nadal.

En el PP, todos dan por hecho que Santamaría mantendrá su supervicepresidencia aún sin la portavocía y las relaciones con los medios de comunicación. A Martínez Castro se le asigna la jefatura del Gabinete de Rajoy para que Moragas vaya a Exteriores. A Nadal (y también a su gemelo, Alberto) se le asigna un ministerio en el campo de la Economía, desde el de Energía hasta Industria.

El nombre María Dolores de Cospedal, archienemiga de Santamaría, está vinculado al del ministerio de Interior, del que fue subsecretaria cuando Rajoy era ministro en el Gobierno de Aznar.

Los que sobran

En el PP señalan a los más mayores: los sexagenarios Pedro Morenés (Defensa) y Jorge Fernández Díaz (Interior) y el septuagenario José Manuel García Margallo (Exteriores). “Rajoy intentará complacerlos con algo, sobre todo a Fernández Díaz y a Margallo, que se quedarían encantados con una gran embajada”, señalan las fuentes consultadas.

Los ministros no pueden ser diputados.

Los 137 escaños valen demasiado. En las votaciones, que se prevén ajustadas, un ministro “no pueden estar en una cumbre o en un seminario al otro lado de los Pirineos”, según un diputado del PP que se ha referido a la presencia este sábado de Luis de Guindos, que no es diputado, en la Cumbre Iberoamericana en Cartagena con el Rey en vez del canciller, José Manuel García-Margallo, que ha tenido que votar en la investidura.

Un mandato largo

Las fuentes consultadas insisten en que, “conociendo a Rajoy”, intentará alargar la legislatura lo máximo posible. La línea roja: “que intenten descarrillar las reformas económicas y esto haga daño al crecimiento en España”. Un veterano del PP recuerda las palabras del ministro socialista Carlos Solchaga: los ciclos expansivos duran 7 años, “se ponga el Gobierno como se ponga”.

Como la “urgencia macroeconómica” es menor ahora, la prioridad estará en Cataluña y los grandes pactos como las pensiones o la educación. También podría atreverse Rajoy con la construcción europea, que está inmersa en la mayor crisis de su historia. ¿Será capaz un presidente acusado de inmovilismo cambiar tanto? “Rajoy es más flexible que Aznar”, concluye una persona que ha trabajado con ambos presidentes. “Después de verlo convertido de nuevo en presidente, un auténtico milagro, lo creo capaz de cualquier cosa”.

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