Fue un pleno de investidura inédito. Nunca antes en la historia de España un presidente salía investido gracias a la abstención de la mayor parte de los diputados del partido líder en la oposición, como pasó este sábado en el Congreso de los Diputados. Mariano Rajoy salía investido presidente con el respaldo de 170 síes, 111 en contra y 68 abstenciones, estas últimas de diputados socialistas. Inédito también fue escuchar cómo los portavoces de Compromís (Joan Baldoví), ERC (Gabriel Rufián) y Bildu (Oskar Matute) utilizaban su tiempo en la tribuna para descuartizar a un supuesto partido cercano, el PSOE, partido por la mitad precisamente por dejar gobernar al Partido Popular.
Como los que saben de antemano que han vencido, el último discurso de Rajoy como presidente en funciones fue un aviso de que no habrá enmienda a la totalidad a su legado. Desde la tribuna, el líder del PP pidió a todos los que respaldaran su candidatura altura de miras y les emplazó a cerrar más acuerdos para conseguir que la legislatura sea lo más duradera posible. El todavía candidato se mostró dispuesto "a corregir todo lo que merezca corrección, a mejorar todo lo que sea mejorable y a ceder en todo lo que sea razonable". Pero lanzó el primer aviso: "No estoy dispuesto a derribar lo construido. Se puede mejorar, sin duda, pero no puedo aceptar su demolición". 

"No pido la luna"

El candidato electo se mostró tranquilo durante todo el pleno y quiso dejar constancia antes de que se produjera la votación de que no iba a permitir que la responsabilidad de una legislatura imposible recaiga sobre sus hombros. "No pido la luna, señorías. Pido un gobierno previsible, no pido un cheque en blanco. Pido madurez. Pido que cuando se dé un paso se acepten las consecuencias de ese paso". 
Tras su discurso, llegó la hora del portavoz socialista, Antonio Hernando, que tuvo que defender que su partido se abstenía por España, no por el candidato propuesto. El buen tono que utilizó Mariano Rajoy en su discurso se volvió bronco cuando tomaron la palabra los portavoces de los partidos de izquierda que mantuvieron hasta el final rechazar la candidatura propuesta, aunque la única solución fuera ir de nuevo a elecciones. Ninguno tuvo piedad con el PSOE, a quien acusaron de ser copartícipe de que la derecha siga en el poder. 

Rufián desata la ira de Madina

Las mayores ampollas las levantó el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que comenzó su discurso llamando "maese cuñado" a Albert Rivera. El diputado independentista utilizó parte del tiempo que tenía para narrar historias de socialistas decepcionados con la decisión que ha tomado el PSOE. Unos testimonios narrados como si fueran cuentos que desató la ira del vasco Eduardo Madina, que después se abstuvo ante Rajoy. 
"Señores del PSOE S. A., ¿no les da vergüenza que solo os quede a la izquierda los sitios donde se sientan en los consejos de administración de las eléctricas?", lanzó al aire, con la mirada clavada en la bancada roja. "La buena noticia es que, tras lo de hoy, la única sorpresa que nos depara la política española es saber en qué partido militará el señor Toni Cantó", añadió antes de concluir: "El mercado de marcas blancas del PP está saturado, sobre todo entre los cínicos naranjas y Forocoches".
En un tono menos chulesco, pero igual de duro, habló Joan Baldoví. El portavoz de Compromís en el  Parlamento recordó a Ciudadanos y al PSOE, que facilitaron la investidura, el discurso de Rajoy: "No va a derogar nada". A continuación, el diputado valenciano aseguró que "hoy se consuma la gran operación quitamanchas para amnistiar la corrupción del PP" y recordó que su partido es uno de los que se ha mostrado inquebrantable. "El ganador es Rajoy gracias a Ciudadanos y la abstención vergonzante del PSOE. En Compromís no hemos cambiado. Votaremos no, por supuesto". 
Tras Rufián, el discurso que más hirió a los socialistas fue el del portavoz de Bildu, Oskar Matute, que empezó con un repaso de la política española en democracia que, a su juicio, ha perjudicado al País Vasco. A continuación, empezó a abofetear al PSOE sin piedad. "Cuando cumplí once años, los guardias civiles asesinaban a Lasa y Zabala. Todavía huele a cal".

El gobierno para el jueves

Antes de la votación, Antonio Hernando no pudo contener la calma y pidió la palabra a Ana Pastor para defender al PSOE de los ataques de Rufián. "Un partido que ha vertido sangre, sudor y lágrimas para que él esté aquí". La reflexión, muy sentida, se cerró con un sonoro aplauso de todos los diputados del PSOE, Ciudadanos y Partido Popular puestos en pie. 
Tras la votación, en tensión cuando los secretarios nombraban uno a uno a los diputados socialistas, Mariano Rajoy fue a dar la mano a Albert Rivera. Quería simbolizar lo que pidió en la tribuna: diálogo, diálogo y más diálogo. Con la investidura ya superada, el líder del PP recuperó la calma que le caracteriza y aparcó las prisas de nuevo. Los nombres de su nuevo Ejecutivo los dará a conocer "el jueves por la tarde". Rajoy y sus tiempos.

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