Cuando el agua mana turbia en el seno de Ahora Madrid, la oposición suele decir a Carmena: “Usted tiene delante a sus adversarios, pero detrás a sus enemigos”. La candidatura instrumental que lidera la alcaldesa integra una retahíla de familias casi tan amplia como la que saluda Marlon Brando vestido de Padrino, sentado a la mesa y dispuesto a acabar con las diferencias.

A grandes rasgos, la formación es un dragón de dos cabezas: Podemos y Ganemos. Pero inmersas en estas dos corrientes flotan partidos como Equo e Izquierda Unida y decenas de movimientos municipalistas. Una agrupación bicéfala o un árbol de mil ramas, según donde quiera colocarse la lente para mirar al Palacio de Cibeles.

Cuando Ahora Madrid se agrieta, Carmena habla de “naturalidad” y aduce que la sorpresa que suscitan estos enfrentamientos se debe a la poca tradición de debate existente “en los viejos partidos”.

“Nunca acertáis”

Es tal la dificultad que entraña clasificar por familias a los concejales del Ayuntamiento de Madrid que ellos mismos bromean con los periodistas: “Nunca acertáis”. Y es que los obstáculos se han incrementado en los últimos meses. Los compartimentos no son estancos, todo lo contrario. Algunos ediles han hecho las maletas para coger un tren y viajar del municipalismo al municipalismo. Un cambio de camiseta, pero no de liga.

Ganemos se ha divorciado dando lugar a Madrid 129, una organización que acoge ya desde sus inicios al concejal Guillermo Zapata, a la delegada de Cultura, Celia Mayer, y al responsable de Seguridad, Javier Barbero. Dos de ellos al mando de los departamentos que más terremotos han sufrido desde que “asaltaron el cielo”. Todavía es pronto para adivinar las diferencias que Madrid 129 mantendrá con Ganemos, pero de su página se desprende una mayor lealtad a Carmena, sin comunicados incendiarios que hagan supurar las heridas en público.

Memoria Histórica: la oposición Ganemos

A finales de enero de este año, la responsable de Cultura, Celia Mayer, arrancó las grúas sin avisar y comenzó su particular aplicación de la Ley de la Memoria Histórica. Derribó el monolito al alférez provisional –figura militar ideada por el bando franquista durante la guerra– sin importarle que estuviera enclavado en un entorno Bien de Interés Cultural, lo que obliga a solicitar una autorización a la Dirección de Patrimonio, potestad de la Comunidad de Madrid y, por ende, de Cristina Cifuentes. “El monumento es de titularidad municipal”, se defendía Mayer.

También retiró una placa en honor a los carmelitas fusilados en agosto de 1936 a las puertas del cementerio de Carabanchel. Alegó “exaltación del franquismo”, lo que sorprendió incluso a sus compañeros de Gobierno.

Justo antes de que Carmena le retirara sus competencias en este apartado, Mayer dijo tener previsto borrar las inscripciones en honor a Calvo Sotelo, cuyo asesinato tuvo lugar antes de que empezara la guerra y el franquismo ni siquiera podía avistarse.

Contra "la iglesia franquista"

Los errores de Mayer supusieron la reprimenda de la alcaldesa, que se llegó a plantear su cese. Terminó optando por transferir la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica a la cátedra de la Universidad Complutense.

Un falso informe filtrado a la prensa y el ruido que acompañó su trabajo llevó a estos especialistas a desistir. De ahí que Carmena decidiera formar, en consenso con el resto de grupos políticos, un Comisionado para la Memoria presidido por Paca Sauquillo. En él se incluyó a Santos Urías, párroco en Lavapiés. Entonces, incendio en Ahora Madrid.

Ganemos consideró aberrante que el Consistorio permitiera la inclusión de “la iglesia franquista” en este órgano. En aquel ambiente de crispación, este movimiento publicó un comunicado: “Tomamos distancia del Ayuntamiento”. También Mayer mostró su discrepancia con un críptico “no habrá reconciliación posible mientras haya muertos en las cunetas”.

El Comisionado sigue trabajando y ya ha anunciado las primeras calles a las que cambiará el nombre, pero Ganemos está “decepcionado” y organiza sus propias jornadas para la reflexión acerca de la Memoria Histórica.

¿Legalizar la okupación? Pelea

El pasado abril, Manuela Carmena intentó buscar el apoyo del PSOE para borrar un punto del reglamento de la Empresa Municipal de la Vivienda. Era un apartado del punto cinco, aquel que incluyó Ana Botella para impedir que accedieran al alquiler de los domicilios consistoriales quienes hubieran okupado en los últimos diez años.

Los socialistas –sus socios para casi todo– se opusieron y la medida quedó en el tintero. Pero la regidora no sólo fracasó en su intento de convencer a los concejales del otro lado de la bancada. También desató una guerra interna en su candidatura. Ganemos quería ir más allá: permitir a quien okupe actualmente que acceda a una vivienda pública; algo que Carmena no vio con buenos ojos.

En el pleno de septiembre, la alcaldesa tomó una decisión intermedia, posible gracias al apoyo de PSOE y Ciudadanos. Borró de la normativa la premisa que impedía alquilar a quien hubiera okupado en los últimos diez años e incluyó una coletilla en el punto que separaba a los okupas de las viviendas consistoriales. Ninguno de ellos podrá acceder a uno de estos espacios, “salvo en casos de excepcional necesidad”.

El equipo de Gobierno ha reconocido que esta modificación es un pequeño parche y que prepara la elaboración de un reglamento cambiado en profundidad para antes del próximo verano.

La alcaldesa considera la okupación “un fenómeno cultural”, pero apuesta por desalojar la habitación invadida ilegalmente cuando así lo exija el propietario –sea un banco o un particular–, un extremo que no comparten todos sus compañeros.

Los manteros: punto de desencuentro

Manuela Carmena reconoció la necesidad de reforzar el control de la venta ilegal ambulante en las calles de Madrid. En primera instancia anunció un plan de choque, pero se retractó.

Días más tarde, se refirió a un error en una nota de prensa y aseguró que el proyecto seguía en marcha. Idas y venidas, interrogantes. Una incógnita que cabreó a la oposición, pero también a sus compañeros de filas.

Confirmada su puesta en marcha, Ganemos publicó otra de sus críticas sin ambages. Acusó a Carmena de “anteponer los intereses comerciales a los derechos humanos”.

Javier Barbero, responsable de Seguridad antes miembro de Ganemos y ahora integrante de Madrid 129, se postuló: “Debemos evitar que se les criminalice. Lo exclusivamente policial no funciona”.

En el pleno de este mes, los manteros se manifestaron a las puertas del Consistorio. Desde la ventana, los concejales miran de forma distinta. Hay quienes apuestan por aprobar el plan de choque, pero también quien prefiere justo lo contrario.

Elecciones: la coalición UP, un alivio

Las elecciones generales del 20 de diciembre sacaron a la palestra las diferencias entre los miembros del Gobierno de Manuela Carmena. La alcaldesa de Madrid, imán que une a todos los movimientos que la sostienen, evita hacer campaña y mantiene sus preferencias ocultas, aunque confesó no haber votado a Podemos en las elecciones europeas.

Los integrantes de Izquierda Unida con responsabilidad consistorial hicieron campaña por su partido. Los de Podemos, lo propio. Las urnas distanciaron en la superficie a los concejales de Carmena, pero aseguraron que esto no tuvo repercusión interna.

El 26 de junio, al ir juntos en la papeleta Izquierda Unida y Podemos, los ediles pudieron mostrar unidad durante la campaña. La coalición cayó como agua de mayo en Cibeles.

El escándalo de los titiriteros

Llegó Carnaval y en un intento de descentralización el Ayuntamiento de Madrid convocó varios actos en los distritos alejados del centro, uno de ellos Tetuán. En lo que el Gobierno de Carmena anunció como un espectáculo para niños, la compañía “Títeres desde abajo” llevó a escena una obra mordaz, no apta para niños, algo que ellos ya anunciaron, pero que olvidó el Consistorio.

De repente, una pancarta que reza: “Gora Alka-ETA”. Precisamente una artimaña que, en el libreto de la obra, utiliza la Policía para justificar una detención ilegal. Los agentes la colocan en manos de una mujer ya inconsciente para poder demostrar ante el juez lo adecuado de su arresto.

En ese momento, apareció la Policía real y detuvo a los titiriteros por enaltecimiento del terrorismo. Encarcelados, llenaron los titulares de la prensa española durante días y también los de la extranjera. Se convirtieron en la principal percha para debatir acerca de la libertad de expresión.

La delegada de Cultura, Celia Mayer, denunció a los titiriteros por incumplimiento de contrato, algo que estos negaron rotundamente. Más tarde se descubrió que el departamento que ella dirigía olvidó revisar la obra y que la contrató sin ser consciente de su argumento. Finalmente, los titiriteros quedaron en libertad y la causa fue archivada.

Pero sus días en prisión exteriorizaron una vez más las diferencias entre los concejales. Manuela Carmena dijo en rueda de prensa que no podía tratar de condicionar la labor de la Justicia y que debía respetar la decisión, aunque con boca pequeña dejó entrever que la encarcelación le pareció desmesurada.

No obstante, varios de sus concejales fueron más allá. Mauricio Valiente, Carlos Sánchez Mato, Montserrat Galcerán, Pablo Carmona y Rommy Arce firmaron una carta exigiendo la libertad de los titiriteros.

La facción de Ganemos, decepcionada con la postura de su alcaldesa y algunos de sus compañeros, hablaron de la “criminalización de la libertad de expresión” y de la “escasa valentía de una parte del Ayuntamiento”.

Venezuela, “siempre Venezuela”

Uno de las armas arrojadizas más frecuentes empleada por el Partido Popular en el Ayuntamiento pasa por relacionar al Consistorio con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. “Ya está, siempre Venezuela”, suelen decir con sorna los concejales de Carmena.

En el último mes, el madurismo convocó una manifestación de escaso éxito en el centro de Madrid. Allí se presentó el tercer teniente de alcalde y líder de Izquierda Unida en la capital, Mauricio Valiente. Días más tarde, incluso prestó el local de su partido para organizar un debate en torno a esta cuestión.

Manuela Carmena fue preguntada por la postura de su compañero, a lo que respondió: “No la comparto en absoluto”.

Según contaron a este periódico los voluntarios venezolanos que trabajan para enviar medicinas a su país, los miembros del Gobierno de Ahora Madrid mantienen posturas muy distintas en lo que tiene que ver con Nicolás Maduro. “Algunos están encantados de ayudarnos y otros no”.

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