Una bandera de 'Alka-ETA' llevó al calabozo a Alfonso Lázaro y a Raúl García, integrantes de la compañía Títeres desde Abajo. Contratados por el Ayuntamiento de Madrid, representaron La Bruja y Don Cristóbal en la inauguración del carnaval. Pero apareció la enseña, los padres se quejaron, acudió la Policía y fueron detenidos. La delegación de Cultura denunció la obra por inadecuada e incumplimiento de contrato -después se retractó-, pero luego se supo que ningún responsable del Consistorio la había revisado antes de representarse.

Los Títeres desde Abajo ya no están en la cárcel, pero la causa sigue abierta y podrían ser condenados. Comparecen periódicamente en el juzgado, se les ha retirado el pasaporte y no pueden abandonar el país. Ahora, con el objetivo de conseguir el archivo, sus abogados han difundido el guión de la obra -que recoge Europa Press- por su "obvio interés noticioso".

La defensa de Lázaro y García considera que una obra de ficción "debe ser ajena al examen jurisdiccional". Se acogen al "derecho de creación" recogido en la Carta Magna y aseguran que, en su caso, se ha establecido "un mecanismo de censura impensable en un Estado de Derecho".

"No apta para todos los públicos"

Poco después del pistoletazo de salida, los artistas advierten: "Respetable público, con ustedes la última obra de Títeres desde Abajo, una obra no acta para todos los públicos, es más, yo diría que es antipedagógica".

La bruja es el primer protagonista en aparecer en escena. Ocupa una casa que no es suya. Es, según el guión, "una de esas mujeres que sólo se acuestan con quien les apetece y cuando les apetece". Aquella que no acepta "una relación como Dios manda", explican con ironía.

El conflicto con el propietario

Don Cristóbal es el propietario del piso y allí se presenta. Le exige dinero, pero ésta se niega a dárselo. Cuando la amenaza, le pide más. No hay más dinero y Don Cristóbal se lamenta: "Qué asco de pobres".

En ese momento, el propietario viola a la bruja -de forma no explícita según explica el guión- y la deja embarazada. Ella se defiende y acaba matándolo.

Cuando la bruja se da cuenta de que está embarazada, se clava un cuchillo en la tripa. El bebé nace, pero a ella le asusta su llanto. En este punto, aparece en escena una monja que intenta robarle a la criatura. La pelea termina con la muerte de la religiosa.

La policía contra los ocupas: aparece la bandera

Avisada del asesinato, un policía se presenta en la casa ocupada por la bruja. La deja inconsciente y para justificar su detención le coloca una bandera de "Alka ETA" entre los brazos. Así la fotografía.

Suena la radio. Se informa de una operación antiterrorista y de la detención de la bruja.

En el juicio se dicta pena de muerte para ella. Pero la horca se atasca y cuando el juez coloca su cabeza para explicar a los operarios cómo funciona, la bruja tira de la cuerda y asesina al magistrado.

La obra termina con una pelea monumental entre la bruja y varios policías que intentan reducirla sin éxito.

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