Hace un año, durante la Semana Internacional de la Educación Artística, reflexionaba por escrito sobre el potencial transformador que esta puede llegar a tener en España. Desde entonces he podido ser testigo de un cambio notable en el panorama educativo, impulsado en gran medida por el interés político y social en la promoción de la educación artística.

El año pasado estuvo marcado por los ciclos electorales, tanto a nivel nacional como autonómico, que pusieron en primer plano la importancia de la educación artística en la agenda política. Los programas de gobierno incluyeron propuestas para revitalizar este ámbito, reconociendo su valor para el desarrollo integral de los estudiantes y su contribución a una sociedad más creativa y cohesionada.

El acuerdo de Gobierno entre los partidos PSOE y Sumar reflejó este compromiso al destacar la necesidad de retomar la Ley de Enseñanzas Artísticas Superiores y promover la integración de la cultura y la educación. Esta visión fue respaldada por el actual ministro de Cultura, Ernest Urtasun, quien enfatizó la importancia de esta temática en el ámbito parlamentario, generando interés entre las diferentes fuerzas políticas.

Por otro lado, el Partido Popular, en su conferencia sectorial de cultura, instó a establecer una hoja de ruta para alinear las políticas culturales a nivel local, regional y nacional. Reconocieron la relevancia del marco Por la Cultura y las Artes en la Educación, recientemente aprobado por la UNESCO, como guía para fomentar las artes en los colegios y promover vocaciones profesionales en este ámbito.

Este marco de la agencia de las Naciones Unidas para la Cultura resalta la importancia de integrar la cultura y las artes en todos los niveles educativos y contextos de aprendizaje, subrayando su papel en la promoción del entendimiento mutuo y la diversidad cultural, especialmente en el contexto internacional actual.

Además, se han llevado a cabo iniciativas como la Jornada sobre Arte y Escuela, impulsada por la Fundación Daniel y Nina Carasso en colaboración con el Museo del Prado y el Institut Français de España. En este evento, se exploraron modelos educativos exitosos de países vecinos y se destacó el papel de la educación artística en el desarrollo socioemocional de los estudiantes.

En el ámbito autonómico, destacan iniciativas como la Carta de les Arts a l’Educació en Cataluña o el programa PLANEA en Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid, que promueven el uso transversal de las prácticas artísticas en la educación, demostrando los beneficios tangibles que esta integración tiene en el proceso de aprendizaje.

El próximo hito en este viaje será la cumbre Mondiacult 2025 en Barcelona, que reunirá a dirigentes de Cultura y Educación de todo el mundo para continuar explorando el papel fundamental de la educación artística en el desarrollo humano y social.

En resumen, estamos presenciando un momento crucial en la evolución de la educación artística en España. Desde el ámbito político hasta el académico, se están dando pasos significativos para integrar el arte en el corazón del sistema educativo, reconociendo su potencial para inspirar, transformar y enriquecer nuestras vidas y comunidades.

***Irene Aláez Vasconcellos es doctoranda de Derecho de la Cultura en la Universidad Carlos III, fundadora de Una más una, codirectora del máster en Gestión Cultural Internacional e Innovación Social de la Universidad Complutense e instructora del Programa Arte Ciudadano de la Fundación Daniel y Nina Carasso.