Podríamos decir que prácticamente nada ha cambiado desde el Día Mundial del Medioambiente en 2022 en cuestión climática. Las emisiones de gases de efecto invernadero han seguido en aumento y el clima sigue empeorando, mientras que regiones a lo largo de todo el mapa continúan sufriendo los efectos de este fenómeno. Es más, nos acercamos inexorablemente hacia un punto de no retorno a nivel global.

Y si hablamos desde la perspectiva comunitaria, el último informe de Eurostat muestra cómo algunos de los Objetivos medioambientales de la Agenda 2030 (el ODS 13 y 15 sobre todo) están avanzando a un ritmo demasiado lento en la Unión Europea, incluso retrocediendo en algunas metas. 

Pero no todo son sombras en el horizonte. En el plano positivo, ese mismo informe destacaba que la ambición europea articulada en políticas ambientales, como el paquete de medidas Objetivo 55, los objetivos en el ámbito de la eficiencia energética y las energías renovables o las diferentes Estrategias de la UE sobre biodiversidad, bosques y protección del suelo, planteaba un mejor escenario a futuro. La Unión Europea está pisando el acelerador en materia medioambiental y eso puede suponer un impulso para estos ODS.

Sin embargo, no podemos dejar todo el peso sobre los hombros de los gobiernos y las políticas internacionales. Las empresas también deben unirse a esta acción a favor. Son ellas las que tienen el poder de liderar la descarbonización de la economía y de marcar el ritmo del cambio.  Además, el cambio climático no es solo una amenaza abstracta; sus impactos también afectarán directamente a los negocios en todos los sectores y las empresas son cada vez más conscientes de ello. 

De hecho, según nuestro último informe, el 89% de las empresas del IBEX 35 y el 33% de las empresas adheridas al Pacto Mundial de la ONU en España están realizando evaluaciones sobre los efectos del cambio climático en sus operaciones. Esta es una señal positiva de que las empresas están tomando conciencia de los riesgos y oportunidades asociados con el calentamiento global. Y ahora es cuando nos hacemos la pregunta del millón, ¿estas evaluaciones están siendo traducidas en acciones concretas y en compromisos ambiciosos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero?

La respuesta, afortunadamente, es afirmativa. Según nuestro último informe, el 75% de las empresas españolas adheridas al Pacto Mundial de la ONU España ha establecido compromisos de reducción de emisiones de CO2. Esto demuestra una voluntad por contribuir al ODS 13, que busca acciones urgentes para combatir el cambio climático y sus impactos. Pero este dato tiene sus matices: solo un 6% de las empresas consultadas y un 37% del IBEX 35 tienen objetivos aprobados basados en la ciencia. Necesitamos más que compromisos. Necesitamos acciones encaminadas a lograr metas claras y contundentes respaldadas por la ciencia, porque el cambio climático no espera a que nos pongamos al día.

En este sentido, es cierto que algunas empresas están liderando el camino y tomando medidas concretas para reducir su huella ambiental. La economía circular se ha convertido en una estrategia clave, con un 76% de las empresas implementando medidas para mejorar la eficiencia de los recursos. El ecodiseño también está ganando terreno, con un 17% de las empresas que apuestan por concebir productos y servicios más sostenibles desde su diseño. Además, la adopción de tecnologías y soluciones respetuosas con el medioambiente es una tendencia en aumento, lo que demuestra una comprensión de la importancia de la innovación para abordar los desafíos climáticos.

Sin embargo, también es evidente que hay áreas en las que las empresas españolas deben reforzar su ambición climática. Por ejemplo, el informe destaca un descenso en la integración de energías renovables en las estrategias empresariales que pasa del 89% al 86% en el IBEX 35 y del 12% al 5% en el conjunto de empresas del Pacto Mundial de la ONU consultadas. En un momento en el que la transición hacia fuentes de energía limpia es fundamental y considerando el potencial que tiene nuestro país en este sentido, es crucial que las empresas redoblen sus esfuerzos en este ámbito y busquen formas innovadoras de implementar energías renovables.

Por último, querría resaltar un aspecto que gradualmente va adquiriendo mayor relevancia en el tejido empresarial de España: la gestión del agua. En esta línea, es destacable que el 34% de las empresas consultadas ya evalúa el impacto que tienen en cuanto al uso y cuidado del agua, un porcentaje que alcanza el significativo 91% en el caso de las empresas del IBEX 35. Estas cifras evidencian el reconocimiento por parte de las empresas de la importancia de garantizar una gestión sostenible de este recurso tan preciado, especialmente en un país que enfrenta riesgos constantes de sequía, como ya se ha identificado desde Eurostat.

En definitiva, nos encontramos en un momento crucial para abordar los problemas medioambientales y conseguir los objetivos marcados por la Unión Europea. Y si bien este escenario plantea retos mayúsculos, también hay esperanza en el compromiso y las acciones que están tomando las empresas españolas. Por ello, es fundamental que estas empresas pioneras se conviertan en inspiración para otras compañías, que seamos testigos de una verdadera revolución empresarial hacia la sostenibilidad. Necesitamos líderes empresariales visionarios, dispuestos a tomar riesgos y desafiar el statu quo

Juntos, podemos construir una economía próspera y sostenible, donde la rentabilidad se combine con la responsabilidad medioambiental y social.

***Cristina Sánchez es directora ejecutiva de Pacto Mundial de Naciones Unidas España.