Imagen de archivo de un atasco en una ciudad.

Imagen de archivo de un atasco en una ciudad. iStock

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Bruselas abre la puerta a los motores de combustión tras 2035 con un recorte parcial del objetivo de emisiones

El enfoque mantiene la neutralidad climática, pero introduce flexibilidad para la industria mediante sistemas de compensación y cálculo por flotas.

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Mariana Goya
Publicada

La hoja de ruta europea para el automóvil entra en una nueva fase. La Comisión Europea ha confirmado su disposición a revisar el objetivo que preveía eliminar por completo las emisiones de CO₂ de los turismos nuevos a partir de 2035, abriendo la puerta a que determinados vehículos con motor de combustión puedan seguir comercializándose más allá de esa fecha, siempre bajo condiciones estrictas.

El cambio responde a la presión de la industria y, especialmente, de Alemania, y se produce en un contexto marcado por la desaceleración económica, las tensiones geopolíticas y la competencia global en el sector de la automoción.

El comisario europeo de Transporte, Apostolos Tzitzikostas, resumió el nuevo enfoque en una entrevista con el diario alemán Handelsblatt, donde aseguró estar "abiertos a todas las tecnologías".

Sus palabras llegaron después de que el canciller alemán, Friedrich Merz, instara formalmente a Bruselas a tener en cuenta los motores de combustión "altamente eficientes" en la revisión del marco regulatorio. Una propuesta que, según el propio Tzitzikostas, "tuvo buena acogida" en el seno de la Comisión.

El 10% restante

El giro no supone, al menos sobre el papel, un abandono de los objetivos climáticos. O, por lo menos, así lo ha asegurado el Ejecutivo comunitario, donde se sigue insistiendo en que el objetivo último de la neutralidad climática en 2050 se mantiene intacto.

Eso sí, la revisión planteada rebaja la exigencia de 2035 desde una reducción del 100% de las emisiones a una del 90% respecto a los niveles de 2021. De este modo, ese 10% restante permitiría un margen limitado para vehículos no totalmente eléctricos, siempre que las emisiones se compensen mediante distintos mecanismos.

Imagen de archivo de una persona cargando un vehículo eléctrico.

Imagen de archivo de una persona cargando un vehículo eléctrico.

Entre las opciones sobre la mesa figuran el uso de biocombustibles y combustibles sintéticos, la incorporación de acero bajo en carbono producido en la Unión Europea o el despliegue de procesos industriales con menor huella climática.

De hecho, los fabricantes deberán compensar completamente ese margen adicional mediante créditos ambientales, lo que condicionaría de forma directa el tipo de vehículos que podrían beneficiarse de la flexibilización.

Por flota

El planteamiento también introduce un cambio metodológico relevante. Y es que, a partir de ahora, los objetivos ya no se evaluarían únicamente por modelo, sino por la media de emisiones de la flota de cada fabricante.

En la práctica, esto permitiría que un grupo automovilístico siguiera vendiendo un número limitado de vehículos con mayores emisiones, siempre que los compensara con un volumen suficiente de coches de cero emisiones, principalmente eléctricos.

Desde Bruselas se defiende que este enfoque responde a una necesidad industrial. Y, el vicepresidente ejecutivo de Prosperidad y Estrategia Industrial, Stéphane Séjourné, ha definido el paquete como un "salvavidas" para el sector.

"Usamos todos los recursos a nuestro alcance: simplificación, flexibilidad, preferencia europea, apoyo específico e innovación", afirmó, subrayando la voluntad de "restaurar el liderazgo" de la industria automovilística europea sin renunciar a la transición climática.

Un nuevo enfoque

La propuesta forma parte de un paquete más amplio de medidas que incluye la simplificación normativa, una mayor flexibilidad en los objetivos intermedios de reducción de emisiones —algunos de los cuales se aplazarían— y un refuerzo de la cadena de valor industrial.

En ese contexto, la Comisión ha reiterado su compromiso de movilizar hasta 1.800 millones de euros para impulsar la producción de baterías para el vehículo eléctrico en Europa, con el objetivo de reducir la dependencia exterior y mejorar la competitividad del sector.

El debate político, sin embargo, sigue abierto. Alemania, Italia y varios países del este de Europa han defendido una transición más gradual, mientras que España y Francia han reclamado mantener el horizonte de 2035, aunque con ciertos mecanismos de flexibilidad ligados al contenido industrial europeo.

El texto definitivo deberá negociarse ahora en el Consejo y en el Parlamento Europeo, donde los equilibrios entre ambición climática, competitividad industrial y seguridad jurídica volverán a ponerse a prueba.

Mientras tanto, la Comisión reconoce que el calendario inicial podría retrasarse. Y es que el denominado "paquete automovilístico", que incluye los nuevos límites de CO₂ para las flotas, podría aplazarse varias semanas debido a su complejidad y sensibilidad, y no ver la luz hasta primeros de enero.