El presidente de Brasil durante la cumbre de líderes previa a la cumbre del clima de Belém.

El presidente de Brasil durante la cumbre de líderes previa a la cumbre del clima de Belém. André Coelho EFE

Historias COP30

Lula presiona para que la COP30 llegue a un acuerdo dos días antes de lo previsto: las claves de su ambiciosa jugada

El presidente brasileño tiene claro que quiere que esta cumbre del clima pase a la historia como la menos convencional, por eso busca zanjar los temas clave ya.

Más información: Arranca la semana decisiva de la COP30: Europa defiende su 'impuesto al CO2' ante al "avance exponencial del negacionismo"

Agencias
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La 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de Naciones Unidas sobre cambio climático puede definirse con cualquier adjetivo menos con 'convencional'. Lula da Silva decidió que su país celebraría la cumbre de líderes con la que se da el pistoletazo de salida a las negociaciones la semana antes de que las delegaciones se reuniesen en Belém.

Luego, la agenda se consensuó en tiempo récord y la COP en sí arrancó con apenas media hora de demora. Y ahora, Brasil pretende que se dé carpetazo a toda una serie de compromisos dos días antes de la fecha de clausura de la cumbre, el próximo viernes 21 de noviembre.

Para entonces, el presidente de la COP, André Corrêa do Lago, pretende que sólo queden flecos por matizar del que podría convertirse en el Acuerdo de Belém.

Eso, claro está, si los planes de Corrêa do Lago y Lula da Silva llegan a buen puerto. Los ánimos están divididos: hay quienes creen que su objetivo es viable, pero los más veteranos en esto de las cumbres del clima observan con expectación el desarrollo de los acontecimientos.

Hoy, miércoles 19 de noviembre, vuelve a verse a Lula ir y venir, de reunión en reunión, con los principales negociadores para intentar solventar los principales escollos que impiden un acuerdo temprano.

Un 'mutirão' global

Esa es la palabra que utiliza Corrêa do Lago para definir el primer borrador de acuerdo de la COP que pretende aprobar durante la noche (española) del miércoles 19 de noviembre. Se trataría del culmen de 18 meses de preparaciones para esta cita.

Y es que, cuando esta cumbre del clima dio comienzo el pasado día 10, algunos de los grandes temas a tratar ya venían (casi) negociados. Los Estados miembro de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático tenían deberes: presentar sus hojas de ruta con antelación.

A partir de ahí, y teniendo en cuenta lo que se ha venido negociando a puerta cerrada durante la última semana y media, el equipo de Corrêa do Lago ha preparado un texto que, explican desde la COP30 es "más poderoso que la suma de sus partes" —sea lo que sea que quiera decir con ello—.

Lo que está claro es que este mutirão tiene que ver con los cuatro grandes temas de esta cumbre: finanzas, transparencia, comercio y una respuesta a la insuficiencia de los planes climáticos nacionales o NDC.

El problema está en que, sobre el papel, los planes de Brasil suena bien. En la práctica, los Estados están tan alejados en cuestiones de dinero y responsabilidad en cuanto a recorte en emisiones se refiere que parece complicado que el miércoles acabe en Belém con acuerdo. 

'Los cuatro'

En el contexto de esta COP30, a los principales temas de discusión —y desavenencias— se les conoce como 'los cuatro', y son viejos conocidos de todos los negociadores, especialmente porque el primer día de cumbre se les sacó de la agenda oficial y se les dio una categoría especial llamada "consultas de la presidencia". 

La financiación es un asunto perenne, que siempre acecha en las cumbres del clima. El año pasado en Bakú los países en desarrollo lamentaron profundamente que sólo se comprometiesen 300.000 millones de los 1,3 billones de dólares (260.000 millones de los 1,12 billones de euros) prometidos en financiación climática anual para 2035.

Aquí entra en juego el artículo 9.1 del Acuerdo de París, que exige a los países desarrollados proporcionar financiación a los Estados empobrecidos.

El problema está, se arguye desde Europa, en que el mundo ha cambiado y países en desarrollo como Arabia Saudí, Emiratos Árabes o Catar se han enriquecido a base de petróleo. O Corea del Sur y Singapur tienen un PIB per cápita superior al de Estados miembros de la UE.

El comercio también es uno de los grandes escollos de la COP. China y muchos países en desarrollo están indignados por el 'impuesto al CO₂' de la UE. El mecanismo de ajuste en frontera por emisiones de carbono impone un cargo a las importaciones de bienes intensivos en este gas contaminante, como el acero, cuando provienen de jurisdicciones con controles laxos sobre el mismo.

China sostiene que el precio del CO₂ de la UE es demasiado alto y a los países más pobres les preocupa quedar atrapados injustamente en la disputa y que esto les penalice. Eso sí, Europa tiene claro que la cumbre del clima no es el foro para hablar de comercio. 

El Acuerdo de París es claro respecto al tercer gran tema de la COP, y es que obliga a los Estados a presentar informes bienales de transparencia a la ONU en los que muestren cómo están reduciendo o limitando sus emisiones de gases de efecto invernadero y cómo están proporcionando o utilizando financiación climática.

¿El problema? Que muchos países se niegan a divulgar información detallada, pues consideran que la "medición, reporte y verificación" es una posible injerencia en la soberanía nacional. Sin embargo, sin estos datos es imposible evaluar el avance mundial respecto a las metas de París.

Planes climáticos

Esto lleva al gran obstáculo de la cumbre del clima de Belém: la respuesta que se le da a las NDC (los planes nacionales climáticos) que, según el Acuerdo de París, las partes deben presentar en ciclos de cinco años.

Este año correspondía la entrega de la tercera ronda de NDC: la primera, presentada en París, habría llevado a un calentamiento de unos 3,6 °C; la segunda, en Glasgow en 2021, a unos 2,8 °C; y la ronda actual, que se está presentando en esta COP30 acerca al planeta a unos 2,5 °C.

¿Qué quiere decir esto? Que las ambiciones y esfuerzos de los países no son suficientes para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C respecto a niveles preindustriales, cifra que no es aleatoria, sino que representa un calor asumible para los sistemas de vida humanos. 

La conclusión es que el borrador presentado por la presidencia de la COP30 tiene aún mucho trabajo por delante.