
Imagen de archivo de una manada de elefantes en libertad. iStock
Los campamentos que quieren frenar las muertes por elefante: el plan de la India para evitar que la gente acabe aplastada
Como recoge el libro 'Crímenes animales', los paquidermos estarían entre los principales 'criminales' al producir más de 600 aplastamientos cada año.
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Los campamentos de sensibilización no son nada nuevo. En muchos países se realizan sobre materias como el dengue, la seguridad vial o, incluso, la apnea del sueño. "Son reuniones informativas con el objetivo de concienciar sobre peligros de los que quizá no se tenga mucha información o se prefiera no tenerla, y ofrecer orientación sobre la mejor forma de evitarlos o sobrevivir a ellos", escribe la divulgadora científica Mary Roach en Crímenes animales (Capitán Swing, 2025).
Aunque los que realizan en el Instituto de la Vida Silvestre de la India sobre elefantes y leopardos llaman bastante la atención. Esta idea es, precisamente, una de las que explora Roach en su libro. En él, además, investiga qué sucede cuando "la naturaleza infringe la ley".
Una de esas situaciones es, precisamente, la que se da en India con los elefantes. Y es que los paquidermos llegaron a matar el año pasado a más de 600 personas; algo que se sucede año tras año. El aplastamiento no es ninguna broma y, precisamente por eso, cuenta Roach en su libro, el investigador Dipanjan Naha emprende cada diciembre una "gira de campamentos de concienciación".
Roach, en su visita a la India, recorre con Naha el "pasillo de elefantes" que se extiende entre el estado indio de Assam hasta Bengala del Norte, una zona en la que los aplastamientos por paquidermo son extremadamente comunes. Allí se producen anualmente 47 muertes y 164 accidentes con heridos.
Esta región, explica la divulgadora, se vio "fracturada y mermada" por "las extensas plantaciones de té británicas" en el pasado. Ahora, el problema son "las bases militares y los asentamientos de refugiados e inmigrantes de Nepas y Bangladés". De esta manera, el hábitat natural de los elefantes lleva décadas sufriendo una suerte de invasión humana.
Sin comida ni espacio
"Cuando intentan cruzar el terreno, los elefantes encuentran barreras, peligros, callejones sin salida. El pasillo se ha convertido en una carrera de obstáculos", escribe Roach. Esto produce que los paquidermos queden atrapados en zonas más pequeñas que aquellas en las que están acostumbrados a vivir: "La reserva genética se estanca y la densidad de población aumenta".

Imagen de archivo de crías de elefantes. iStock
El efecto cascada llega cuando los alimentos escasean y los elefantes se adentran en zonas pobladas para "comer lo que encuentran", como cultivos y graneros. Así da comienzo el conflicto humano-elefante. En medio de esta guerra animal se producen esas muertes por ataques de paquidermos.
Machos asesinos
Roach asegura que en su viaje a la India descubrió que los elefantes más peligrosos no son los que van en manadas —compuestas por hembras y paquidermos jóvenes—, sino los machos que suelen ir solos. Estos, indica, "pueden dar problemas", especialmente cuando están en el must, un "pico hormonal periódico, durante el cual sus niveles de testosterona son hasta diez veces más altos de lo habitual".
Este momento de su ciclo les brinda una ventaja competitiva respecto a otros machos y a las matriarcas de las manadas. Pero, como asegura Roach en su libro, también les proporciona una "inestabilidad aleatoria". Esto, por sí solo, no los hace más violentos, pero sí más propensos a no ser conscientes de su entorno.
"Como un coche"
"A veces los elefantes matan igual que los coches: son grandes y atropellan —o arrollan— aquello que es mucho más pequeño", indica la divulgadora. De ahí que, por ejemplo, sus cuidadores nunca se ponen entre un muro y un paquidermo, por lo que pueda ocurrir.
Por eso insiste en que la mayoría de las muertes son accidentales. En cambio, cuando un elefante está "enojado", explica, el cuerpo de su víctima "no estará intacto", sino que "lo despedazará".
Concienciar para no morir
La principal lección que Roach aprendió de Naha en la India es que es fundamental no molestar a un paquidermo. Tampoco sirve de nada dispararles, algo que, puntualiza, es ilegal. "Lo más seguro que puede hacer un aldeano que vea un elefante o una manada en la zona es llamar a la línea de emergencia que funciona las 24 horas", escribe.
La divulgadora asegura que "las muertes, cuando ocurren, suelen producirse en la media hora o más que tarda en llegar la brigada" de emergencias. Pues, "al descubrir elefantes saqueando sus cultivos, los aldeanos salen corriendo de sus casas gritando, lanzando piedras, encendiendo antorchas y petardos". Hay poblaciones que disponen incluso de "asusta-elefantes".
Estas tácticas, explica Naha, responsable de los campamentos de sensibilización, suelen producir el efecto contrario al deseado: los paquidermos se ponen nerviosos y embisten como método de defensa o salen corriendo en estampida, arrasando con todo lo que encuentran a su paso. Por eso, indica, lo más recomendable es "no molestarles" y dejarles ser, intentando no ocupar su territorio.