Un guardia sentado sobre los escombros de una casa, tras los ataques aéreos que la destruyeron Sanaa.

Un guardia sentado sobre los escombros de una casa, tras los ataques aéreos que la destruyeron Sanaa. Khaled Abdullah Reuters

Historias

Las claves del conflicto de Yemen: cómo se ha convertido en el peor desastre humanitario del mundo

Las negociaciones entre saudíes y hutíes podrían adelantar el fin a la intervención extranjera, pero esto no podría dar lugar al fin de la guerra. 

8 mayo, 2023 01:51

El pasado 20 de abril, 78 personas fallecieron en Saná (Yemen) debido a una estampida causada por disparos de advertencia y una explosión eléctrica. Esta situación es la que se vive en un país que lleva en guerra desde hace casi una década y donde dos tercios de la población dependen de la ayuda humanitaria.

La situación de esta nación, localizada en la península arábiga, ha sido turbulenta. Pero en los últimos meses se ha empezado a atisbar el progreso hacia una paz eventual. Los intercambios de prisioneros de la guerra de Yemen, facilitados por las conversaciones entre dos bandos fundamentales —saudíes y hutíes—, impulsadas por Omán, podrían adelantar el fin de la participación de las tropas extranjeras.

“A pesar de la disminución de las operaciones militares ofensivas en el último año, así como de los avances en las negociaciones entre los hutíes y los saudíes, las partes beligerantes siguen cometiendo violaciones generalizadas de derechos humanos”, explica Niku Jafarnia, investigadora y experta en Yemen y Baréin de Human Rights Watch (HRW).

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El conflicto lleva enquistado desde hace casi diez años, lo que ha provocado que el país árabe más pobre del mundo se haya convertido, según la UE y la ONU, en una de las peores crisis humanitarias del mundo. Un informe encargado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2017 expresó que lo que estaba sucediendo en Yemen era una “catástrofe causada por el ser humano”.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) cifra más de cuatro millones y medio de personas desplazadas por la crisis en Yemen. En abril del año pasado, las partes beligerantes establecieron un alto el fuego, auspiciado por Naciones Unidas, que incluía un acuerdo para poner fin a todas las operaciones militares ofensivas, así como para permitir la entrada de buques de combustible en los puertos de Al Hudayda y reanudar los vuelos comerciales desde el aeropuerto de Saná.

Esta tregua parecía poner fin a uno de los conflictos más severos del siglo XXI, pero se terminó el pasado 4 de octubre. Ahora, se contempla la posibilidad de convenir otro.

Jafarnia destaca que si se plantea nuevamente, se debería tener más en cuenta la voz del pueblo yemení. "Los verdaderos beneficiarios de esta tregua deberían ser los civiles yemeníes, en lugar de los líderes de las partes en conflicto", afirma la investigadora de Human Rights Watch.

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"No tienen ningún interés en rendir cuentas por sus graves violaciones del derecho internacional", añade. Y señala que la sociedad civil y los activistas del país "han sido efectivamente congelados de las negociaciones", por lo que no hay nadie que represente sus intereses.

¿De dónde viene?

Yemen es un país de reciente creación. Se conformó en 1990, con la unificación de dos territorios: la República Árabe Yemení, apoyada por Estados Unidos y Arabia Saudí, en el norte, y la República Democrática Popular de Yemen, apoyada por la Unión Soviética, en el sur. Desde entonces ha estado inmersa en una pugna por el poder entre distintas facciones.

El país lleva mucho tiempo luchando contra las diferencias religiosas y culturales entre el norte y el sur. Y la fragmentación actual se debe, según la investigadora Helen Lackner, del European Council of Foreign Relations (ECFR), a tres factores: "El enfoque de 'divide y vencerás' del expresidente del país, Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, la financiación y el fomento de tendencias centrífugas dentro del país por parte de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, y el creciente sectarismo en todo Yemen". 

Uno de los grupos con mayor influencia son los hutíes. Esta facción se sublevó contra el gobierno del expresidente Abdullah Saleh debido al levantamiento de los subsidios a los carburantes de 2014. Los hutíes tomaron Saná y estalló la guerra. Un año después, una coalición de países liderada por Arabia Saudí intervino en la guerra, saliendo en apoyo del ejecutivo liderado por el entonces presidente al-Hadi.

¿Cuál es el impacto humanitario?

Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, 21,6 millones de personas —dos tercios de la población— se ha visto impactada por el conflicto. Las hostilidades han provocado, según el recuento de Human Rights Watch, casi 20.000 víctimas civiles y se han cometido violaciones generalizadas del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos.

Además, la economía está en su peor momento: su PIB per cápita está en niveles de 2004 y, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el desarrollo humano en el país se ha ralentizado al menos 21 años.

Además, la reducción de las contribuciones al Plan de Respuesta Humanitaria de la ONU, uno de los mayores del mundo, está mermando las condiciones de vida de la población en un momento en que escasean los empleos, los ingresos son bajos y los precios se incrementan drásticamente.

La economía está destrozada y dividida entre las zonas controladas por los hutíes y las controladas por el gobierno”, explica Jafarnia. Y además, las partes beligerantes “siguen denegando el acceso de la ayuda humanitaria a todo el país”, añade.

Los principales bandos en el conflicto

Dentro del país, se pueden diferenciar dos grandes bandos: el de los hutíes y el gobierno reconocido internacionalmente. Las tierras altas del norte de Yemen, así como Saná, capital del país, permanecen bajo el control de los hutíes rebeldes. Mientras que el resto del país está en manos del gobierno reconocido internacionalmente, que tiene su sede en la ciudad portuaria de Adén.

El clima constante de inestabilidad ha propiciado que aparezcan otros grupos armados como Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP), el Consejo de Transición del Sur (STC), respaldado por EAU, y otros.

Los actores internacionales del conflicto

Cada uno de los dos grandes bandos tiene sus apoyos internacionales. “Irán ha proporcionado a los hutíes grandes cantidades de armas, así como apoyo político", explica Jafarnia. Sin embargo, concreta, “no está claro el alcance y la naturaleza de la relación de Irán con los hutíes”.

Por otro lado, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU) se convirtieron en partes en el conflicto en marzo de 2015, cuando lanzaron una campaña aérea masiva contra los hutíes. “Habían sido invitados a entrar en el conflicto por el Gobierno yemení, junto con una coalición que inicialmente incluía a Baréin, Egipto, Jordania, Kuwait, Marruecos, Qatar y Sudán”, explica Jafarnia.

Desde entonces, los actores internacionales del conflicto han cambiado. Pero el apoyo de los países occidentales no se ha interrumpido. “Los miembros de la coalición han recibido asistencia en forma de venta de armas, especialmente por parte de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia”, aclara Jafarnia.

La participación de Estados Unidos no se ha limitado al apoyo logístico. “Ha llevado a cabo por separado ataques aéreos contra Al Qaeda en la Península Arábiga en Yemen, lo que también le convierte en parte del conflicto”, destaca Jafarnia.

¿Quiénes son los hutíes?

Según el centro de investigación Council on Foreign Relations (CFR), el movimiento hutí, que toma su nombre de un líder religioso del clan Hutí y se conoce oficialmente como Ansar Allah. Surgió a finales de la década de 1980 como vehículo para el renacimiento religioso y cultural de los chiíes zaidíes del norte de Yemen. 

Aunque ya se habían opuesto al régimen de Saleh, intensifican su actividad tras el levantamiento de 2011. "[Los hutíes] se unieron a una coalición de partes interesadas yemeníes que tenían un largo historial de lucha contra el régimen de Saleh", señalan en una información del CFR

En 2014, protagonizaron el movimiento de protesta en las calles Saná para pedir la dimisión del ejecutivo. Y al poco tiempo, empezó el conflicto. 

¿Es un conflicto religioso?

“Al igual que en el resto de la región, la religión, la política y el poder en Yemen están demasiado entrelazados como para distinguir con exactitud el factor principal que desencadena el conflicto", explica Jafarnia. Pero está claro que existen diferencias religiosas entre los dos bandos. Los hutíes son zaidíes, de una rama del islam chiita y gobierno reconocido internacionalmente es de mayoría suní.

"Los zaydíes gobernaron Yemen durante 1000 años, hasta el gobierno de Saleh (que también era zaydí) a partir de 1962. Desde entonces han trabajado para recuperar su poder, culminando en 2014 con la toma de Saná", explica Jafarnia.

¿Es el principio del fin del conflicto?

"Por desgracia, no creo que en este momento haya muchos indicios que indiquen que Yemen está cerca de una paz duradera", lamenta Jafarnia. Los acercamientos entre las autoridades saudíes y los hutíes podrían indicar una tregua renovada, o incluso un acuerdo de paz real. "Pero esto no dice mucho sobre la situación interna del país", señala. 

"Sigue sin haber un plan a largo plazo para abordar realmente muchos de los problemas subyacentes que condujeron a esta guerra, y tampoco vemos un movimiento real para dar cuenta de las innumerables violaciones que han tenido lugar en los últimos ocho años de conflicto", explica Jafarnia. Los distintos bandos siguen enfrentados y la situación económica y humanitaria es muy mala. 

Por eso, advierte, "a menos que esto cambie, es probable que la paz sea bastante precaria".