Uno de los panales de abeja 'iberiensis', en Brihuega (Guadalajara).

Uno de los panales de abeja 'iberiensis', en Brihuega (Guadalajara). Smart Bees

Historias Crisis de biodiversidad

Guadalajara, el paraíso de la miel donde luchan por salvar a la abeja: "La crisis de los polinizadores ya está aquí"

La expansión de colmenas del último año ha conseguido recuperar un 20% más de población de una especie en descenso por el cambio climático.

16 abril, 2023 01:23
Brihuega (Guadalajara)

Carlos Ayuso, apicultor en la localidad guadalajareña de Brihuega, se acerca a sus colmenas con paso decidido. En el bolsillo del traje de protección, guarda su adrenalina. “Soy alérgico”, comenta, mientras muestra uno de los panales que cuida a diario, colonizado por la abeja negra (la apis mellífera iberiensis, productora de miel). Cada una tiene muy claro su papel: unas exploran, otras recogen el néctar que después transforman en miel y otras se dedican a la cría.

En este colmenar de Guadalajara, en pleno paraíso de la miel, trabajan biólogos y apicultores que se centran en monitorear cómo está siendo la vida de estos polinizadores bajo unas condiciones climáticas cada vez más adversas para la especie. Con ayuda de unos sensores y una aplicación, miden cada día parámetros como la temperatura de la colmena, su peso y la variación de sus zumbidos.

Como reconoce Ayuso, la situación “es bastante mala”, porque hay plantas de las que se alimenta esta abeja que están floreciendo antes de tiempo o lo hacen más tarde. “Y luego están las que crecen y están secas”, cuenta, mientras señala uno cercano. “Este no tiene suficiente néctar para que se alimenten”.

Los apicultores que trabajan en el colmenar de Guadalajara.

Los apicultores que trabajan en el colmenar de Guadalajara. Smart Bees

Abejas como la ibérica no están sobreviviendo a los cambios en la floración, a las condiciones más secas y, en definitiva, a los extremos de que está presentando el clima en los últimos años en nuestro país. “Nosotros hemos colocado un bidón con 1.000 litros de agua y un bebedero de perdices para que las abejas puedan hidratarse”, cuenta Ayuso. “Ahora, es otra de las tareas que tenemos los apicultores, acarrear agua, porque no llueve lo suficiente”, lamenta, “y se acaba rapidísimo por lo que beben y por la evaporación”.

Paola Vecino, bióloga y presidenta de la asociación El Rincón de la Abeja, cuenta que las sequías cada vez más frecuentes del cambio climático están suponiendo una auténtica lucha por la supervivencia. “La crisis de los polinizadores ya está aquí”, comenta la experta.

Como explica, “las exploradoras salen de la colmena para buscar dónde están los recursos y conocer las energías necesarias para recolectarlos. Mediante una danza en la colmena, les cuentan a las pecoreadoras la información que han recabado y, estas, salen en su búsqueda”. Si el tiempo cambia momentáneamente y se vuelve menos predecible, o si, como ocurría con el tomillo, las plantas no guardan suficiente néctar, las abejas van a comenzar a guardar más alimento para sobrevivir y menos para aumentar la cría.

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“Lo último que va a hacer una abeja es ir a picarte, porque mueren, y la naturaleza es muy sabia, no quiere morir”, reconoce Vecino. La bióloga experta en estos polinizadores cuenta cómo en España, a pesar de ser una de las zonas de Europa con mayor biodiversidad, apenas tiene reservas entomológicas. Estas son áreas dedicadas, en exclusiva, a la conservación de la biodiversidad, donde prima el conocimiento profundo de los requerimientos y condiciones necesarias de las especies que habitan un territorio. “En Alemania ya tienen 54. Estamos a la cola”, lamenta la experta.

Al final, espacios como este son necesarios para preservar a especies en peligro como la abeja. En regiones como Europa, ya atraviesan un importante declive, de en torno al 37%, y es un dato que preocupa, porque, como ya dijo el famoso físico Albert Einstein: “Si las abejas desaparecieran, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida”. Si no hay polinización, no hay semillas; si no hay semillas, no hay plantas, y sin plantas, no hay vida. Es así de sencillo.

“Cada vez es más difícil comparar los datos de un año para otro”, comenta Vecino. Explica que todo está cambiando mucho y, que en lugar de basarse en información pasada, ya trabajan más con las predicciones de futuro y con las modelaciones de los científicos. Si saben que una zona se va a secar o es más probable que tenga menos precipitación, buscan la estrategia de conservación para ayudar a adaptar a la abeja a esa nueva normalidad.

47 millones de abejas

“Ya hemos ayudado a recuperar en un año un 20% de la apis mellífera iberiensis”, comenta la bióloga. La red de apicultores que preside se ha volcado en un proyecto –bajo el nombre de Smart Bees– que está tratando de aumentar, de manera controlada, la población de este polinizador en España para alcanzar los 47 millones de ejemplares con métodos tradicionales y tras estudios de biodiversidad de flora y fauna.

Además de Guadalajara, la expansión de colmenas de la abeja ibérica se ha llevado a cabo en otras localidades de Valencia, Barcelona y Málaga. Y, en todos estos lugares, la misma red de apicultores se encargará del cuidado de los enjambres, elaborará los calendarios de sucesión floral y evaluará la carga floral de los entornos en los que se ha actuado.

“La biodiversidad española está en peligro y necesitamos tomar medidas ya. La apis mellífera puede ser un motor excelente para reestructurar nuestros ecosistemas, afianzando las bases de un hábitat adecuado para las especies autóctonas”, añade Vecino. “Con este proyecto se abre una nueva perspectiva más eficiente donde la apicultura sostenible va de la mano de la protección de las especies y la regeneración de espacios naturales”.

“Hasta el momento, hemos conseguido recuperar un 20% de la población de esta especie en un solo año”, comenta alegre la bióloga. Pero, insiste en que hay que seguir trabajando por la conservación tanto de esta especie como de otras. Sobre todo ante las perspectivas de un clima cambiante cada vez más extremo.