Emprender un negocio hoy en día, sin tener en cuenta la sostenibilidad, es hacerlo sin mirar al futuro. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), si bien no son jurídicamente obligatorios, se presentan como las metas de carácter universal fijadas por Naciones Unidas que marcan la hoja de ruta para conseguir el mundo al que idealmente aspiramos.

Entre otros aspectos, propugna la reducción a la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero y el mantenimiento del calentamiento global por debajo de 1,5ºC para aumentar la resiliencia climática. Y ambos son objetivos para los que, sin duda, se han vuelto indispensables la tecnología y la digitalización, factores clave del emprendimiento.

Si bien es todo un reto concienciar a la sociedad de la importancia de cuidar nuestro planeta, los avances tecnológicos allanan ese camino de cara a la meta, fijada para el año 2030. En este sentido, la era digital ha traído consigo un aumento de la productividad, agilidad y eficiencia, pero también una mejora en la experiencia de los consumidores, características que van muy de la mano de la sostenibilidad, la protección del medio ambiente y la puesta en valor del comercio de proximidad.

Y es que digitalizar los comercios, y especialmente los más tradicionales como, por ejemplo, las farmacias, ahorra tiempo, en este caso, tanto al farmacéutico como al paciente y evita desplazamientos innecesarios.

Un ejemplo claro son los envíos online y su nueva modalidad, el quick commerce (comercio rápido), un hito que garantiza rápidas entregas gracias a una red capilar de almacenes locales en áreas adyacentes a las de compra. Se trata de un modelo comercial que está dando lugar a la deslocalización de los tradicionales grandes almacenes, en favor de otros más pequeños distribuidos por distintos puntos en las ciudades.

De esta forma, no sólo se reduce la huella de carbono optimizando las rutas de los mensajeros y permitiendo que estos usen bicicletas o motos eléctricas para sus desplazamientos, sino que además promueve que sea el propio consumidor quien vaya a recoger su pedido en persona, si este así lo desea.

Son medidas alineadas con la reducción emisiones de CO2 y la consecuente mejora del medio ambiente, donde tiene un gran impacto el llamado recorrido de la última milla. En los últimos tiempos, este tipo de logística, que comprende el último trayecto que recorre un producto hasta ser entregado al consumidor final, se ha tornado como una de las piezas clave en el mundo de las compras online.

Y al tratarse de un proceso en crecimiento debido al auge de las compras por Internet, corre el riesgo de incrementar los gases de efecto invernadero en detrimento del planeta, a no ser que se implementen cambios en esta última etapa de envío.

Para optimizar estas rutas es conveniente evitar los cuellos de botella derivados del tráfico de mercancías, fijando diversos puntos de entrega con el objetivo de que el mensajero tenga que recorrer menos kilómetros para entregar el pedido y, por lo tanto, contaminar menos o nada, si lo hace en bicicleta o vehículo eléctrico.

Es importante saber que el envío de pedidos a domicilios de particulares, y especialmente los ubicados en zonas urbanas, provoca deficiencias e impactos excesivamente contaminantes para el entorno.

No obstante, y a pesar de que los consumidores son cada vez más exigentes con los pedidos que realizan a través de Internet, también son cada vez más conscientes del impacto que sus acciones tiene en el medio ambiente.

Por suerte, en muchos casos ya prefieren acudir a un establecimiento a recoger su pedido en vez de marcar la opción de envío a sus casas, e incluso, aceptan plazos de entrega razonables que favorecen un transporte sostenible. A este respecto, está ganando mucho terreno la modalidad de incluir distintos productos en el mismo pedido a la hora de hacer la compra y enviarlo todo en una sola entrega.

De hecho, según el último estudio, correspondiente al año 2022 y presentado por la plataforma de envío Seven Senders, el 70% de los compradores online europeos estaría dispuesto a pagar más por el envío de sus compras si fuese más sostenible. En todo caso, parece claro que el esfuerzo por promover una logística más sostenible no tiene que recaer solamente en los consumidores.

El papel de las empresas y negocios es, en este sentido, tanto o más relevante. Un ejemplo de ello son los beneficios que se derivan de un mejor aprovechamiento de las tecnologías de geolocalización. Este servicio permite conocer la ubicación exacta del consumidor e intentar que su pedido salga del almacén o establecimiento más cercano, evitando así largos desplazamientos que sólo retrasan la entrega e incrementan la huella de carbono.

Es por ello que el seguimiento geográfico, además de posicionarse como un factor eficiente que mejora la experiencia de compra en los consumidores al agilizar el transporte, promueve un consumo más sostenible y amable con la naturaleza.

Estos pequeños cambios en el modus operandi de la sociedad a la hora de adquirir productos a través de Internet, y de las empresas en la gestión de sus envíos y necesidades logísticas, suponen grandes aportaciones para la mejora del medio ambiente y, por ende, de nuestro futuro.

Por ello, debemos apoyarnos en la capacidad y el alcance que nos otorgan los avances tecnológicos y digitales para proteger el lugar donde vivimos y guiarnos en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible alcanzados en el acuerdo de París. Los ODS deben constituirse como el plan de actuación que toda la sociedad implementemos en cada pequeña acción que llevemos a cabo en nuestro día a día.


*** Luis Martín Lázaro es socio fundador de LUDA Partners.