Ángel Gabilondo se preguntaba, entre cita y cita de filósofos clásicos, a quién votaría Pedro Zerolo en estas elecciones. El portavoz socialista en la Asamblea de Madrid y exministro de Educación recordaba al activista y militante del partido, conocido como uno de los arquitectos de la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, momentos antes de que tomase la palabra Pedro Sánchez, el candidato socialista a la presidencia del Gobierno. Y la pregunta flotó en el ambiente entre las flores de un enorme sí preparado para la ocasión.

Sánchez: "Socialistas, progresistas, el cambio está en nuestra mano"

El PSOE hizo su acto de apertura de campaña al caer la tarde y en el caluroso centro de Madrid, en el corazón del barrio de Chueca donde se ha rebautizado una plaza con el nombre de Zerolo, que murió hace exactamente un año tras perder la batalla contra el cáncer. Los socialistas no ocupaban toda la plaza. Sólo una parte. Había más abanicos que jóvenes. Había pocos abanicos. 

El corazón, el reto de Sánchez

El PSOE tiene un gran déficit en la capacidad de emocionar e ilusionar. El equipo de Sánchez cree tener el mejor programa, el mejor candidato y la hoja de servicios bien cubierta por intentos incansables de formar Gobierno durante los últimos meses. Pero el PSOE ha perdido el pulso de la calle, según las principales encuestas, entre ellas la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que ha precipitado un pésimo inicio de campaña para Ferraz. 

El objetivo de Sánchez era claro. Apeló "con razón y con emoción" a los "socialistas de corazón" desde "el kilómetro cero de la igualdad que es la plaza Pedro Zerolo". Y advirtió a los suyos de que "el socialismo nunca es resignación. ¡El socialismo es lucha!" Pero el ambiente no era el de partido ganador sino el de una formación que sabe que lucha por su supervivencia. "Resistir es avanzar", había resumido antes en un acto anterior.

Teóricamente, Sánchez aspira a ganar las elecciones, y así lo ha dicho en su discurso de apertura de campaña. Pero el objetivo real es otro: seguir manteniendo la primacía de la izquierda y estar en condiciones de volver a intentar la formación de Gobierno.

Sánchez tiene el reto de reconectar con la calle para evitar que el PSOE deje de ser importante como partido en España. De ser candidato a la Moncloa, Sánchez puede pasar a liderar (y por poco tiempo) un partido bisagra que encumbre a Rajoy o a Iglesias. Los que lo conocen aseguran que nunca se da por vencido, pero que le cuesta emocionarse y emocionar. De ahí la ayuda prestada de Zerolo y esa invocación de las esencias socialistas. Pero gran parte de los votantes de izquierdas dudan hoy que el PSOE sea el instrumento más útil para el cambio político. Sánchez se propone desmentir ese secreto a voces en las próximas dos semanas.