Corría marzo de 1996. Felipe González llevaba casi 14 años en el Gobierno y las nuevas elecciones le permitían pelear por su quinta victoria electoral, lo que parecía imposible a tenor de las encuestas. Las predicciones, incluido el CIS, daban al PP entre nueve y 12 puntos más que a los socialistas. Pero ambos partidos sabían que no había nada hecho. Ya en los comicios de 1993, las cábalas anunciaban una victoria popular, pero el PSOE resurgió de sus cenizas para convertir a González en el presidente más longevo de la democracia española.

Ciprià Císcar, por aquel entonces secretario de organización socialista y coordinador de la campaña, quiso buscar un revulsivo, algo que pudiera dar un vuelco a las encuestas. “Recuerdo que miramos a Estados Unidos y vimos que allí la propaganda electoral también contemplaba atacar al adversario, así que nos arriesgamos y pusimos en marcha un producto más agresivo, algo que nunca se había utilizado en España”. Francisco Álvarez-Cascos, secretario general del PP en 1996, explica que afrontaron aquella campaña “con mucha prudencia”: “Las elecciones de 1993 nos enseñaron a controlar el optimismo y a pulsar con mucho cuidado las sensaciones y las encuestas”.

Pedí que fuera un ataque duro, pero siempre político, y no personal

El comité electoral del PSOE encargó un vídeo que llamó la atención por lo belicoso, en el que se hacía una crítica sin ambages al PP. “Cuando detallamos las características del producto, pedí que fuera un ataque duro, pero siempre político y no personal”, cuenta Císcar. Así comenzó a pasear el dóberman del PSOE, un perro de boca enorme y dientes afilados que ilustraba la “España en negativo” del PP: un mundo negro, con música tétrica, en el que los ciudadanos eran marionetas y una voz en off acompañaba los discursos de Álvarez-Cascos y Aznar diciendo: “La derecha no cree en este país, mira hacia atrás y se opone al progreso”. Pero de repente sonaba una sintonía rumbosa, el color volvía a la pantalla y aparecía la “España en positivo” del PSOE, en la que todas las chicas eran preciosas, a nadie le faltaba el trabajo y siempre parecía primavera.

Los ladridos del dóberman socialista ensordecieron la campaña electoral. Císcar explica que, precisamente, ése era el objetivo: “Durante 10 días no se habló de otra cosa, logramos lo que habíamos planeado, centrar la atención en el vídeo y, a partir de ahí, colocar nuestro mensaje”. Álvarez-Cascos, en cambio, revela que el PP incluso sintió alivio cuando vio aquel perro furioso por primera vez: “Ese vídeo sólo puede hacerlo alguien que se sabe derrotado. Es el último cartucho que quema quien no tiene nada que hacer. Recuerdo que, cuando lo vimos, pensamos: ‘Estos señores saben que han perdido’”.

¿Llegó a morder el dóberman?

Álvarez-Cascos fue uno de los protagonistas del anuncio. Aparece pronunciando uno de sus encendidos discursos, gesticulando con fuerza y acompañando sus palabras con las manos, mientras una voz de fondo dice: “Quieren engañarnos y ocultar la realidad”. Preguntado por su cameo, el fundador de Foro Asturias explica: “Creo que se confundieron. Pusieron en valor aquello que querían ocultar: la dura oposición que me tocó hacer en aquellos años. Me pintaron de negro, pero lo realmente oscuro era su Gobierno, el de un escándalo tras otro”.

El estreno del vídeo fue seguido de un gran número de críticas, no sólo de los populares sino también de varias agencias de publicidad, que lo tildaron de “menosprecio hacia la otra parte”. ¿Realmente veía el PSOE al PP como lo pinta en pantalla? Císcar explica que existía mucha “incertidumbre” ya que los populares no habían gobernado nunca: “Veíamos en ellos un retroceso, pero en ningún caso hablamos de una vuelta a la dictadura, aunque así lo interpretaron algunos”.

Los últimos días de campaña, las horquillas suelen estrecharse en favor del Gobierno

Pero, ¿el dóberman llegó a morder? ¿Tuvo algún efecto en la campaña el que probablemente fuera el spot electoral más comentado de la democracia española?

Ciprià Císcar se agarra a los resultados electorales –una victoria ajustada del PP cuando las encuestas les daban mayoría absoluta- para defender la campaña que coordinó: “No fue un éxito porque perdimos las elecciones, pero creo que fue meritoria. Recortamos mucha distancia. No todo es atribuible al vídeo, pero pienso que tuvo una gran influencia. Como dijo González aquella noche tras el recuento, nos faltó una semana y un debate”. Francisco Álvarez-Cascos, en cambio, explica así la cuasi remontada socialista: “España es un país gubernamental. El peso del Ejecutivo en las elecciones es muy fuerte. Los últimos días se da un arrastre del voto útil hacia el Ejecutivo. De ahí que, durante los últimos días de campaña, las horquillas se estrechen en favor del Gobierno”.

Casi veinte años después, el dóberman del PSOE sigue rondando las campañas electorales. Ahora, cada uno trata de vender su propia “España en positivo”, la de las chicas guapas, los besos apasionados, los soles radiantes y las sonrisas perfectas.

Noticias relacionadas