Montaje con la psicóloga Ana M. Ángel Esteban junto a una pareja.
Ana M. Ángel Esteban, psicóloga, sobre el secreto para enamorarse: "No solo depende de la forma de ser y el físico"
Esta experta desgrana todos los elementos que tienen protagonismo en este complejo proceso.
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¿Qué factores influyen en que dos personas se enamoren? A bote pronto, quizá lo primero en lo que pensaríamos sería en la atracción física y la forma de ser. Sin embargo, como explica la psicóloga con consulta en Toledo, Ana M. Ángel Esteban, existen evidencias de que se trata de "un proceso mucho más complejo en el que confluyen aspectos emocionales, contextuales e incluso biológicos" que en mucho casos "escapan al control consciente".
Para explicar todos los mecanismos que actúan en este proceso, esta experta realiza un completo repaso para EL ESPAÑOL-EL DIGITAL CLM.
Más allá de lo evidente, ¿qué otros factores influyen?
Además del físico y la forma de ser, la psicóloga destaca que existen otros elementos "menos notorios, que no percibimos conscientemente" y que son "muy poderosos".
Se trata de "la sintonía emocional, la forma de comunicarse, el sentido del humor compartido, las experiencias vividas y algo tan intangible como la energía que se genera entre dos personas", explica.
En este sentido, destaca que "la clave del atractivo podría estar en la comprensión mutua entre dos personas, ya que hay conexiones emocionales que te hacen percibir cuando esa persona está mal o distinta".
"Ningún amor será auténtico si no existe esa empatía basada en la intuición de necesidades y en la correspondencia de afectos", añade. La psicóloga incide a que se trata de "una cuestión diferente a la química", puesto que "la atracción física es efímera, existe en un primer momento aunque sigas vibrando cuando ves a esa persona y te marque el deseo sexual", pero "la atracción por la mente y el mundo emocional del otro -que te entienda en emociones, que te escuche, que te mire y ya sepa- no se crea, se siente y es la flor más bonita del amor".
"Más allá de lo físico y de ese convulso interior que en ocasiones guardamos las personas, todos escondemos unas necesidades emocionales que de pronto, son identificadas, leídas e incluso resueltas con la cercanía de ese alguien maravilloso disfrazado de persona normal", señala.
Química cerebral
Como resalta Ana M. Ángel Esteban, enamorarse no es solo una decisión emocional: es también una tormenta química en el cerebro. "La dopamina, que se activa con el placer y la novedad, nos hace sentir euforia al ver o pensar en esa persona. La oxitocina, conocida como la 'hormona del apego', se libera en momentos de intimidad emocional o física y favorece el vínculo. La serotonina, por su parte, se altera durante las primeras fases del enamoramiento, generando pensamientos obsesivos o idealizaciones. Así, lo que sentimos no siempre responde a razones lógicas".
Por ello, "cuanto más conseguimos sintonizar con el mundo emocional de la otra persona, mayor es la atracción". Al menos así lo destaca un grupo de investigadores de la Universidad de Lübeck, Alemania, en un estudio publicado este mismo año.
¿El amor se aprende en la infancia?
La psicóloga apunta que nuestros primeros vínculos, especialmente con figuras de cuidado en la infancia, "moldean la forma en que nos vinculamos de adultos". De esta manera, según la teoría del apego, "hay personas con un estilo seguro, que confían y se sienten cómodas en relaciones cercanas, mientras que otras tienen estilos ansiosos o evitativos".
Al final, esto influye en "quiénes elegimos, cómo nos enamoramos y cuánto estamos dispuestos a abrirnos", ya que en algunas ocasiones "lo que sentimos como magia es, en realidad, la activación de patrones de apego no resueltos".
¿Influye el momento vital a la hora de conocer a alguien?
Otra clave que considera "importante" tiene que ver con el contexto emocional y vital de los protagonistas. "Una persona puede resultarnos encantadora, pero si estamos emocionalmente cerrados o en un mal momento, es poco probable que surja el enamoramiento", explica.
Por el contrario, "muchas historias de amor comienzan justo cuando alguien está en un proceso de cambio, de búsqueda o de apertura", ya que "el estado interno y el contexto vital que se tiene ante sucesos estresantes como terminar una relación, mudarse o cambiar de entorno, pueden ser más decisivos que el aspecto físico o la compatibilidad superficial".
En este punto, resalta que "entran en juego emociones que encuentras y descubres en la otra persona a la que sientes cerca y empática". Se trata de algo que "se siente o no se siente, porque justo en un momento de alboroto emocional estás más disperso".
"Investigaciones en psicología social han demostrado que factores como la cercanía física,y sobre todo emocional, la frecuencia de contacto y la similitud en valores tienen un peso significativo en la formación del vínculo amoroso", agrega.
¿Y si no es mi tipo?
"A menudo nos enamoramos de personas que no encajan con nuestras expectativas previas. Esto se debe a que el enamoramiento no responde solo a criterios racionales", por lo que "a veces aparece también en momentos inesperados".
La psicóloga explica que "hay algo en el otro que toca una parte de nosotros que ni siquiera sabíamos que necesitaba ser tocada" y que "puede ser su mirada, su forma de hacernos sentir o su presencia en un momento clave".
"Lo inesperado tiene fuerza y lo emocional muchas veces supera lo lógico. Encontrar a alguien a quien comprender y que nos comprenda no es fácil, lo sabemos, pero cuando eso ocurre, nuestro cerebro se complace", como señala citando a la neurocientífica Silke Anders.
¿La vulnerabilidad es buena o no?
Por último, destaca algo que considera "esencial": "Nos enamoramos más profundamente cuando sentimos que podemos ser nosotros mismos, sin máscaras" porque "la capacidad de mostrarse vulnerable, de compartir miedos, deseos y heridas, genera una conexión que va mucho más allá del físico o la simpatía" y "el amor crece cuando hay reciprocidad emocional, cuando nos sentimos vistos, escuchados y comprendidos".
Por todo esto, Ana M. Ángel Esteban resume que "el secreto para enamorarse no está solo en el físico ni en la personalidad", sino "en la conexión emocional, en el momento vital, en la biología compartida, en la intimidad generada".
"Las personas necesitamos de una armonía más íntima, ahí donde neuronalmente hablemos un mismo idioma. Se hace una lectura emocional del otro bastante ajustada, intuitiva y ante todo valiente. Se está muy cerca de dar la respuesta más acertada en cada momento y no la que a uno mismo le interese", concluye.