
Paquita y su hijo Juan, con la imagen de Zacarías a la izquierda en un círculo.
El Estado reconoce a Paquita una pensión de orfandad a los 92 años: "Fue como encontrar un tesoro perdido"
Su padre, que era conductor de Metro y había nacido en la provincia de Ciudad Real, murió en la Guerra Civil por una bala perdida.
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Francisca se presenta como una persona amable, educada, católica y siempre contenta. "No discuto con nadie ni por nada", asegura una viuda de 92 años recién cumplidos a la que le encanta la historia, los museos y las películas antiguas de su juventud. Siempre dispuesta a salir a la calle o a viajar, le han diagnosticado Alzheimer y se pone un parche para la memoria.
Paquita, como la conoce mucha gente, recuerda acontecimientos y fechas de hace una pila de años, pero ya se le olvidan las cosas recientes. Lo que sí tiene muy presente es su esporádico encuentro con el Papa Francisco, el 3 de enero de 2018, tras una audiencia pública en Roma. "Me preguntó el nombre, la edad y, al ver lo bien que estaba, se sorprendió y me dijo 'está mejor que yo'", recuerda de su tocayo.
Madrileña de nacimiento, fue camisera en un taller de costura, y taquillera y revisora en el Metro de la capital de España durante siete años, hasta que pidió una excedencia para casarse con Isidro, natural de Jadraque (Guadalajara) y con el que tuvo cuatro hijos.

Zacarías, con el uniforme del Metro, y Paquita, vestida de blanco.
A ellos siempre les ha contado que sus padres, Carmen y Zacarías, contrajeron matrimonio en Madrid el 19 de noviembre de 1926, aunque no está segura de en qué iglesia. Él, casado en segundas nupcias, era hijo único y nació en La Cañada (Ciudad Real), aunque Francisca siempre oyó decir a su madre que era de Puertollano. También que había sido jornalero y empleado en las minas de Almadén antes de llegar a la Villa y Corte. Aquí trabajó en las obras de la primera línea de Metro (Cuatro Caminos-Sol) y luego se convirtió en uno de sus primeros conductores cuando abrió al público en 1919.
Paquita no conoce mucho de la familia de su padre porque Zacarías murió en Madrid el 23 de febrero de 1938 a los 50 años, en plena Guerra Civil. Había salido de trabajar como conductor del Metropolitano Alfonso XIII (actual Metro) y se entretuvo en charlar con unos amigos en la boca de la estación de Alvarado, en la calle de Bravo Murillo, cerca de su casa. De repente, se desplomó: una bala perdida del frente lo había alcanzado. Según el certificado de defunción, fue trasladado a la casa de socorro del distrito de Chamberí, aunque murió en un hospital de la calle Castello, a las cinco de la tarde, por un shock traumático por la pérdida masiva de sangre.
Huérfana a los cuatro años
La niña Francisca iba a cumplir cinco años el 10 de mayo. "Era muy pequeña y no recuerdo casi nada de la Guerra Civil. Sí me acuerdo de las sirenas que avisaban de los bombardeos aéreos y que salíamos corriendo para refugiarnos en unas carboneras cerca de casa. Y recuerdo los focos de los reflectores antiaéreos, ya que cerca de mi casa, en el número 52 de la calle de Teruel, estaban instalados unos cañones antiaéreos".

El certificado oficial de la muerte de Zacarías.
El Juzgado de Instrucción número 4 de Madrid instruyó la causa por el fallecimiento de su padre. El procedimiento se alargó hasta el 26 de mayo y el 1 de agosto el fiscal pidió el archivo. Dieciséis días después, en el certificado de su muerte se recogió la causa oficial de la muerte. "Una bala perdida en el frente", leyó su mujer, nacida en 1892 en Minas de Horcajo, un pueblo de Ciudad Real que fue abandonado desde principios del siglo XX porque apareció agua salada en sus minas de oro y plata.
Con el fallecimiento de su marido, Carmen empezó a trabajar de limpiadora en el Metro por quedarse viuda. Pero, al terminar la Guerra Civil y tomar el control del Metro el bando nacional, el personal fue despedido y ella tuvo que sacar adelante a Paquita y a sus dos hermanas trabajando como empleada de hogar en casa de gente adinerada. "Siempre fue tratada con respeto y no recuerdo haber pasado hambre a pesar de la posguerra", evoca Francisca.
Un tesoro perdido
Ella contaba a sus cuatro hijos su infancia y adolescencia hasta que uno de ellos, amante de coleccionar fotos antiguas e historias de la familia, comenzó a recopilar información sobre la muerte de su abuelo Zacarías. Ex guardia civil, abogado y formador de vigilantes de seguridad, Juan Gregorio empezó a buscar datos en internet hace 10 años, especialmente en los archivos de la Guerra Civil, y pudo acreditar documentalmente el fallecimiento. "Hasta el punto de tener el expediente judicial de su muerte. Me quedé sorprendido, fue como encontrar un tesoro perdido", afirma.
La documentación quedó olvidada en cajones de su casa hasta que, el verano pasado, Juan oyó en televisión algo sobre indemnizaciones por personas muertas en la Guerra Civil. Rebuscó en cajones, encontró el sumario de la muerte de su abuelo y el 10 de noviembre solicitó la pensión de orfandad para su madre, acogiéndose a la Ley 5/1979, de 18 de julio, sobre reconocimiento de pensiones, asistencia medico-farmacéuticas y asistencia social en favor de las viudas, hijos y demás familiares de los españoles fallecidos como consecuencia o con ocasión de la pasada guerra civil.

La resolución sobre la pensión de orfandad concedida a Francisca.
Juan no tenía ninguna esperanza, pero se encomendó al dicho refranero español de "contra el vicio de pedir está la virtud de no dar". Él solo esperaba el silencio administrativo o, en el mejor de los casos, una respuesta negativa. Su sorpresa fue mayúscula cuando recibió una respuesta de la Subdirección General de Gestión de Clases Pasivas el 12 de diciembre: le comunicaban el inicio del procedimiento.
Él aportó toda la documentación que le solicitaron y hace unas semanas le notificaron que el Gobierno de España reconocía a su madre una pensión de orfandad. Este mes de mayo, días antes de soplar las 92 primaveras, la cobró por primera vez 87 años después del fallecimiento de Zacarías, su padre. Cada mes, el Estado le ingresa 194,26 euros. "Ha sido mi mejor regalo de cumpleaños", dice Paquita emocionada.