La zona de San Antón se mantiene estable y suma 19 residentes hasta los 7.315.

La zona de San Antón se mantiene estable y suma 19 residentes hasta los 7.315.

Toledo POBLACIÓN

Toledo bate su récord con 88.356 habitantes, 1.600 más en dos años, gracias al empuje de los barrios de la periferia

El Casco gana más de 250 residentes pese a la presión turística y Santa Bárbara suma casi 500. Azucaica, Valparaíso y el Polígono mantienen su tendencia al alza.

En contraste, barrios tradicionales como Palomarejos y Buenavista pierden población y se envejecen. 

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Toledo ha alcanzado un hito demográfico. Según los datos del padrón municipal actualizados a 17 de diciembre de 2025 a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL de Castilla-La Mancha, la capital registra una cifra récord de 88.356 habitantes.

Este crecimiento, que se traduce en un incremento superior a las 1.600 personas en apenas dos años, dibuja una ciudad de dos velocidades donde la expansión de la periferia compensa el estancamiento de sus barrios más consolidados.

El Casco Histórico protagoniza una de las sorpresas más positivas del balance. Pese a la constante presión de la turistificación, el barrio monumental ha logrado sumar más de 250 residentes hasta situarse en los 10.420 vecinos, frente a los 10.155 de principios de 2024.

Este repunte revierte una tendencia de despoblación anterior. Tras alcanzar los 11.442 habitantes en 2009, la zona inició un descenso constante que la llevó a los 10.786 en 2013 y a tocar fondo el pasado ejercicio, cuando el censo marcó su cifra más baja.

Toledo se confirma como una ciudad de estructura muy dispersa, una característica que conlleva un inevitable encarecimiento de los servicios públicos, desde el transporte urbano hasta la recogida de residuos.

Esta fragmentación ha favorecido que ciertos barrios se conviertan en miniciudades, con el Polígono como máximo exponente. Con 23.564 vecinos, este sector representa ya a casi uno de cada cuatro toledanos y es lo más parecido en la capital al concepto de la ciudad de los 15 minutos, un modelo donde el residente encuentra servicios básicos, empleo y ocio a poca distancia a pie.

En los extremos de la capital, barrios como Valparaíso y La Legua o Azucaica mantienen un crecimiento sostenido. El primero suma ya 6.313 residentes tras ganar 222 vecinos en apenas dos años, una cifra de crecimiento idéntica a la experimentada por Azucaica, que ya alcanza los 3.321 habitantes.

Por su parte, Santa Bárbara también crece de manera significativa y se consolida como el cuarto barrio más poblado de la ciudad por detrás del Polígono, Buenavista y el Casco, alcanzando los 8.878 vecinos.

La cara amarga de la estadística se localiza en Palomarejos, que continúa en un proceso de despoblación evidente al pasar de 5.632 a 5.553 vecinos en este periodo. Este declive está ligado directamente al cierre del Hospital Virgen de la Salud, cuyo traslado al Polígono ha provocado una crisis en el comercio y la vida social de un barrio que tenía en el centro sanitario su principal motor.

Buenavista también refleja síntomas de agotamiento; aunque sigue siendo el segundo sector con más peso demográfico con 11.932 personas, ha perdido cerca de un centenar de residentes. El barrio se enfrenta a un envejecimiento progresivo con más de 3.200 personas mayores de 65 años, según datos municipales, una realidad que ha impulsado el reciente inicio de las obras del centro de mayores proyectado desde hace dos décadas.

En una situación de mayor estabilidad se encuentran San Antón, con 7.315 vecinos, y Santa Teresa, que cuenta con 4.595 empadronados, manteniendo ambos cifras casi idénticas a las de principios de 2024.

Al analizar la evolución desde 2009, la metamorfosis de Toledo resulta evidente, toda vez que la ciudad ha sumado más de 6.000 habitantes en este tiempo, desplazando su sustento hacia un Polígono, que nació a finales de los 70 al calor del sector industrial, y las urbanizaciones de Valparaíso y el barrio de Azucaica.

La radiografía actual revela que Toledo sigue teniendo rostro femenino, con 46.017 mujeres frente a 42.339 hombres, en una capital donde la periferia gana músculo frente a los barrios tradicionales que hoy ven envejecer a su población sin un relevo generacional claro.