Claustro del convento de Santa Clara de Toledo.
La lucha silenciosa de los conventos de clausura de Toledo para sobrevivir: de eventos culturales a cocinar pucheros
Las 33 comunidades de la ciudad buscan nuevas fuentes de ingreso con el apoyo y trabajo de la Asociación Amigos de los Conventos.
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En el corazón del Casco Histórico de Toledo, entre las estrechas calles de piedra y las torres que vigilan la ciudad desde hace siglos, se esconde un mundo casi invisible para muchos: el de los conventos de clausura. En total, 33 comunidades religiosas viven entre los muros de estos espacios sagrados, dedicadas a la oración, el silencio y la vida contemplativa.
La problemática se presenta a lo largo del tiempo, ya que la falta de nuevas vocaciones y el creciente coste de mantener edificios históricos ha puesto en riesgo su continuidad.
“Las monjas de clausura han dedicado su vida a la oración y a mantener vivo el espíritu de Toledo, y no podemos dejarlas solas ahora que más lo necesitan”, afirma con firmeza Francisco Rodríguez, presidente de la Asociación Amigos de los Conventos. Desde que se constituyó esta entidad, su misión ha sido clara: buscar fórmulas creativas y respetuosas para que estas comunidades religiosas puedan seguir existiendo sin renunciar a su esencia.
Uno de los pilares de esta estrategia ha sido la creación de un programa de actividades dividido en dos grandes ciclos anuales: primavera-verano y otoño-invierno. Se trata de propuestas culturales y sociales organizadas dentro o en torno a los conventos, sin alterar la vida interna de las religiosas.
En estos momentos, está activo el ciclo de primavera-verano, por lo tanto, todos los sábados se celebran en el convento de Santa Clara veladas especiales que combinan patrimonio, espiritualidad y cultura. Por apenas 15 euros, los asistentes pueden participar en catas de vino, microteatros, pequeños conciertos o visitas guiadas.
Catas de vino Toledo
“No buscamos hacer espectáculos, sino experiencias auténticas que ayuden a cubrir los gastos más básicos de los conventos y a la vez acerquen estos escenarios a la ciudadanía”, explica Rodríguez. Y añade: “Se abre una puerta al diálogo entre la ciudad y la clausura”.
Las actividades cambian con el calendario, así lo indica Rodríguez. De cara al próximo otoño está prevista la inauguración de una zona de huertos urbanos junto a la Puerta de las Carmelitas. Las personas interesadas podrán alquilar pequeñas parcelas para cultivar sus propias verduras y frutas. “No es solo una moda ecológica. Es también una forma de estar consigo mismo y de consumir productos de calidad en un entorno cargado de sentido”, afirma Rodríguez. Estos espacios, además, generan ingresos para los conventos, que podrán destinarse a mantenimiento o atención de las hermanas mayores.
Huertos urbanos
Junto a estos proyectos, la asociación ha impulsado otras iniciativas muy prácticas y ya conocidas en el entorno, como lavanderías, comedores o puntos de venta que no interfieren en la vida espiritual, pero sí ayudan a aliviar el peso económico de estas comunidades. En el convento de Santa Isabel, por ejemplo, se ha puesto en marcha una lavandería que presta servicio a hoteles del casco antiguo. En el de las Comendadoras de Santiago, el programa “Pucheros del Convento” ofrece menús tradicionales a precios populares. Además, en el entorno del convento de San Antonio se venden helados artesanales que cuentan con gran acogida entre los vecinos y visitantes.
“Lo importante es que todas estas actividades se acercan al lugar de vida de las monjas, pero sin alterar su rutina ni su vocación. Respetamos su clausura y trabajamos en paralelo”, explica Rodríguez. “No queremos invadir su mundo, sino protegerlo”.
Otro de los proyectos que ya está en marcha es el Plan de Comunidad Energética. A través de esta iniciativa, los habitantes del casco antiguo de Toledo pueden disfrutar de las energías producidas por placas solares. "Nuestros conventos están adheridos a este plan, por lo que a través de estas energías limpias podemos abaratar costes eléctricos", explica Rodríguez. Aunque las placas no se colocan directamente en los conventos, su participación en este plan refuerza el compromiso ecológico del entorno religioso con el futuro energético de la ciudad.
Futuro
Mirando hacia el futuro, una de las ideas más ambiciosas es la creación de una red de hospederías en los propios conventos, al estilo de algunas experiencias que ya existen en Roma. La idea no es convertir estos espacios en alojamientos turísticos, sino en lugares de retiro espiritual accesibles para quienes buscan silencio, descanso y una conexión distinta con lo sagrado.
Instalaciones convento Toledo
“No buscamos turistas de paso, sino personas que valoren el recogimiento, que quieran vivir unos días sin prisas, en un entorno cargado de espiritualidad”, explica Rodríguez. Las hospederías serían modestas, con precios simbólicos, y completamente respetuosas con la vida de clausura.
Su convicción se basa en una certeza serena: los conventos no son reliquias del pasado, ni deben transformarse en atracciones turísticas. Son hogares vivos, donde mujeres consagran sus días al recogimiento y a una forma de vida que, aunque cada vez más escasa, sigue siendo profundamente necesaria. “El silencio también construye ciudad. La contemplación también sostiene. Y si no lo cuidamos hoy, lo lamentaremos mañana”, advierte Rodríguez.
Programa cultural
A veces, basta una frase para entenderlo todo. La que repiten como un mantra quienes forman parte de esta red solidaria encierra la esencia de esta labor silenciosa y eficaz: “Un solo corazón nos hará sostenibles”. Y es, quizá, ese latido común lo que mantiene encendida la luz detrás de los muros de clausura.