Más que Palabras

El viaje de los mediocres

8 octubre, 2018 00:00

Pues otra vez estamos en el caos en Cataluña que casi roza el esperpento y, por supuesto, el hartazgo de todos los demócratas que no aceptamos, ni lo haremos jamás, que los políticos se salten la legalidad a su antojo y no pase nada.

El huido Puigdemont ha vuelto a doblar el pulso del presidente del Parlament que volvió a desoír a los letrados de la Cámara catalana en la esperpéntica situación de los diputados encarcelados que quieren seguir siéndolo desde la prisión. El hecho es que después de seis horas de discusiones parecía que se había alcanzado un acuerdo entre Junts per Catalunya y ERC para desencallar el relevo de los parlamentarios procesados, opción que nuevamente no recibió el visto bueno de los servicio jurídicos y otra vez más se optó por la desobediencia del Parlament y por romper en pedazos la dignidad maltrecha de una institución, que estos demócratas de pacotilla quieren liquidar porque les molesta.

Dos veces al mes voy a Zaragoza, en el AVE que va con destino a Barcelona, y ese transporte se ha convertido en una fuente de información y una manera estupenda de testar cómo andan las cosas. El otro día dos pasajeros iban comentando un artículo del director de La Vanguardia, Marius Carol, que con el título 'Viaje a ninguna parte' arrancaba de este modo: "Empieza a instalarse en la política catalana la sensación de que el mejor acuerdo es no acordar nada. ERC y JxCat parecían almas gemelas hace un año y ahora semejan espíritus desgarrados. El colapso que vive el Parlamento y que alcanzó su culmen el jueves es una mala noticia no solo para los independentistas (...). El único que parece satisfecho con ese buñuelo era Carles Puigdemont que sigue dirigiendo esa gran orquesta de melodías desafinadas que es la política catalana. El pacto alcanzado amenaza con hacer inviable el Parlament (...) la sensación es que la legislatura acabado antes de empezar. Cataluña necesita ser gobernada desde el pragmatismo y desde la plaza de San Jaume no desde un chalet en las afueras. O se ponen o que convoquen sin esperar al juicio del Tribunal Supremo, qué es lo que están esperando".

Los dos viajeros daban la razón al periodista y de paso le metían un "viaje" al periódico, al que acusaban de haber sido cómplice silente en muchas ocasiones esta situación. Claro que después entraron en el apartado de medios de comunicación y ahí ya no salvaron a nadie empezando por TV3 y terminando por los periódicos y los medios nacionales. Al final llegaron a la conclusión nefasta de que que aunque se leyeran todos los periódicos, vieran todas las televisiones y escucharan todas las radios no encontraría un reflejo cierto de lo que pasa en Cataluña. "Los políticos catalanes nos están llevando a la mierda porque son unos mediocres que no saben gestionar y los periodistas viven de enredar", dijo uno de ellos. El mismo que cuando se percató de mi presencia y me reconoció cuando ya habíamos llegado al destino, se creció en la crítica: "Sí, señora, ustedes tienen mucha culpa de lo que está sucediendo porque obedecen consignas políticas y económicas. Los independentistas nos llevan al abismo y a nadie le importa lo suficiente", mientras enfilaba ya hacia la salida de la estación.

Desde luego algo muy grave está pasando cuando toda una expresidenta del Parlamento de Catalunya y dirigente de Demòcrates (formación escindida de Unió), Núria de Gispert, se permite insultar gravemente a Inés Arrimadas, por no haber nacido en Cataluña y le recomienda, sin inmutarse, que si no se encuentra a gusto en la comunidad, vuelva a su tierra natal. "La diputada Inés Arrimadas es una inepta e ignorante. No sabe de economía, no sabe de inversiones, no sabe de nada. Y siempre hace un mismo discurso derrotista. ¡Se debe encontrar muy mal en Cataluña! ¡Debe añorar su pueblo! ¿Quién la obliga a estar aquí?", dijo Gispert en un incendiario Tweet . El mismo "tuit" que movió los más bajos instintos de una manada tuitera furibunda que se pasó todo el día colgando tuits de lo más obsceno política y personalmente contra la líder de la formación que, por cierto, ganó las últimas elecciones catalanas. Algo muy grave está pasando cuando la que fuera una dirigente de la moderada Unió, que llegó a presidir el Parlament cuelga comentarios racistas y supremacistas una y otra vez y no pasa nada.

¿Será verdad lo que decían los pasajeros del AVE? ¿Que todo es producto de la mediocridad y del silencio cómplice?