Satur Acosta, autor del artículo.

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La tribuna

Pido perdón

28 marzo, 2022 07:43

Que más quisiera Antonio Orozco que fuera tan fácil conseguir el perdón. El miércoles se acercaba una compañera con mucho pesar, quejándose del “pido perdón” generalizado al que estaba sometida ella y el resto de sus compañeros de docencia cada día. Al principio no entendía muy bien cuál era su desahogo, imaginando que algo estaría pasando para tanto perdón sin límite. Pues no.

Todos los días, metafóricamente hablando, tengo que pedir perdón por algo, decía. Pido perdón por mandar deberes y por no mandar deberes, que si son pocos y sin son muchos. Pido perdón si no salen al patio, o si salen al patio, porque hace mucho calor, porque hace mucho frío, porque se han ensuciado jugando al fútbol,  por no dejarlos ensuciarse jugando al fútbol.

Perdón por ser exigente, por no ser exigente, por tener muchos aprobados, por tener muchos suspensos, por hacerlos repetir y por no hacerlos repetir, por mandarlos a refuerzo o no mandarlos a refuerzo, por quedarme en el recreo repasando por no quedarme en el recreo repasando. Por no sancionarlos o por sancionarlos, por ponerles una falta o por no ponerles una falta, por preocuparme en exceso o por no preocuparme en exceso.

Por llevarlos de excursión, por no llevarlos de excursión, porque no les gusta el sitio, porque mejor es allí o es aquí, porque aquí no aprenden porque allí sí aprenden, porque tienen que llevar fruta porque no tienen que llevarla. Por celebrar la Navidad, y por no hacerlo, por el día de la madre, o del padre o de los abuelos, por trabajar el día de la hispanidad o por no trabajarlo.

Y así me relataba mil y un perdones por hacer y por no haber hecho.

Compañera, no es pedir perdón, es que “el cliente siempre lleva razón” y desde hace tiempo en ese imposible se ha convertido la educación, veinticinco alumnos con veinticinco familias distintas donde cada uno quiere o tiene su parecer, su querer, o su motivación, y lo que es bueno para uno no lo es para el otro y viceversa, pero todos quieren las ascuas en su rincón.

Contrariamente a disfrutar y aprender de la diversidad de un grupo, de todos los tipos, social, cultural, étnica, ideológica, etcétera, esa sensación transmitida “de educación a la carta”, cada vez con menos ingredientes, herramientas y cocineros, por no saber o querer ser explicada por nuestras instituciones educativas, lo único que está consiguiendo es precisamente el efecto contrario del que se pretende, y que tengamos que estar todo el día pidiendo perdón, por hacer nuestro trabajo con mucha dedicación y más paciencia, que no termina en ón, pero he preferido paciencia.

En fin, como decía Orozco, al final de su canción, “devuélveme la vida” que estoy perdiendo la paciencia.

Satur Acosta. (ANPE)

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