El Comentario EL LADO BUENO DE LAS COSAS

Un cuaderno en abril, un ciudadano en Xanadú y una lucha de gigantes

17 abril, 2020 00:00

Abril confinado con Pla

Al leer a Josep Pla ya se advierte un estilo refinado y tranquilo, a su manera llano y desinteresado, como llevando la escritura y el periodismo a un terreno de relativizarlo todo y no darle a nada más importancia de la que pueda tener. El gran Pla es, además, un escritor asombrado, asombroso y sutil que sitúa los adjetivos como nadie y mira el mundo desde una actitud vital de aparente ingenuidad, aunque de una inteligencia quirúrgica. Lo suyo es de un inmenso talento. La literatura de Pla, el enorme escritor y el sagaz periodista, no sólo es elegante y embaucadora sino que también hay en ella algo muy cinematográfico: la sensación de que nunca sobra una palabra y que todo lo que allí aparece responde a un propósito general con su carga de profundidad, su sentido y su perspicacia de darle siempre a cada puntada su hilo. Sus diarios son maravillosos, lecturas y relecturas, y el conjunto monumental de su obra una de las cumbres de la gran literatura española del siglo XX. El descubrimiento de “El cuaderno gris”, hace ya tantos años gracias a los buenos oficios de mi amigo Pedro Antonio López Gayarre, fue para mi revelador e impactante y desde entonces no he dejado de entrar y salir de todo lo que hizo Pla, tan grande e impresionante. En estos días de abril confinados he vuelto a la costumbre de echarle un vistazo a “Madrid, el advenimiento de la República”, mi particular regreso a la primavera de 1931 que suelo mirar de la mano del Pla periodista con mucha distancia, un gran recelo y ninguna melancolía. En fin, hay que leer a Pla. Yo creo que ayuda mirar de otra manera. Y a ser mejores personas.

Ciudadano Orson Welles

El genio de Orson Welles fue impresionante y revolucionario. A los 25 años, un muchachito, fue capaz de estrenarse con una de las grandes películas de la historia del cine y crear una obra maestra tan innovadora como legendaria: “Ciudadano Kane”. Era el año 1941 y un Orson Welles en fase de deslumbrar al mundo escribió, protagonizó, dirigió y produjo esta maravillosa y magnética película que es la tremenda historia del magnate de la prensa William Randolph Hearst y que yo siempre he visto como la demolición de un ser humano a manos de sí mismo a través de una apasionante investigación periodística que no quieres dejar de volver a ver. El mundo entero sucede en Xanadú. Resulta increíble que alguien tan joven sea capaz de llegar al fondo de tan caudaloso río de la vida y ver el cine y la existencia humana con esa fuerza creadora y esa pasión. El peso de la infancia, el vacío, el amor, el paraíso perdido. Los sueños que vamos dejando por el camino: Rosebud, el gran símbolo de lo que llevamos para siempre en el corazón, o sea, cómo acumularlo todo en la vida y nunca llenar el gigantesco agujero negro de nuestra naturaleza terrícola. Orson Welles, interpretando a Charles Foster Kane, toca la vida a los 25 años como no parece posible en ese hervor de la juventud y llega al cine por lo que a mí me parece una de las puertas más grandes de su historia. No lo dudes: si no la has visto, es el momento. Si ya lo has hecho, lo sabes todo: no hay nada más que decir. Sólo volverla a ver.

La lucha de Antonio Vega

Me apasiona casi todo lo que hizo Antonio Vega, con Nacha Pop y en solitario, y creo que fue uno de los mejores de su época, aunque su prematuro adiós nos dejó para siempre sin todo lo que hubiera podido hacer. Tenía mucho por delante y nos lo perdimos. Antonio Vega, compositor, músico, cantante, fue un gran rayo de luz en la música española y su tremenda melancolía es un poco la de todos, en unos momentos o en otros. También por eso llegó a ser tan grande. Sus canciones están el corazón de mucha gente y sus letras nos tocan el alma porque siempre encontramos en ellas alguna estrella fugaz que nos sirve de espejo y nos habla de nosotros mismos. Es curioso cómo nos buscamos continuamente. A veces caricia, a veces rasguño, la obra de Antonio Vega, tan bonita y tan especial, es un océano pop lleno de emoción y ternura, aunque yo me quedo con su inmensa “Lucha de gigantes”, que me lleva volando a otra parte. No estoy seguro de entender bien esta canción, pero yo la comprendo a mi manera y su significado es total: la permanente batalla de resultar tan pequeño en un mundo gigante y devastador. Caminar con sencillez e incertidumbres. Un clásico perdurable, vigente ayer, hoy y mañana. Siempre Antonio Vega.

Antonio Vega "Lucha de gigantes" (A Solas 2001)

LEE AQUÍ LAS ANTERIORES ENTREGAS DE "EL LADO BUENO DE LAS COSAS"

Una serie embaucadora, un par de libros "black" y una preciosa canción de luz y futuro

Billy Wilder y otras alegrías para tiempos de crisis y confinamiento

Tres grandes historias muy entretenidas para épocas de encierro