El Alcaná

El malo

4 enero, 2021 00:00

Pablo Iglesias le dijo el otro día a Cintora en la 1 que el malo de la política española era Emiliano García-Page. Venía a cuento la afirmación del vicepresidente tras la pregunta que le lanzó el periodista, pidiéndole que le dijera quiénes eran el bueno, el feo y el malo en la escena política. Con la música de Morricone de fondo, desenfundó el revólver como pudo asegurando que el bueno era Fernando Simón; el feo, él y tras dudarlo varias veces, convino en que Emiliano era el peor. Utilizó su nombre de pila sin citar el apellido, lo que provocó la repregunta del periodista por si lo estaba confundiendo con otro, Emiliano Revilla. Iglesias concluyó que lo decía con todo el cariño del mundo, pero que las cosas que Page afirmaba de ellos, lo hacía merecedor de tan flamante título. Nunca una aseveración tan despectiva sonó a timbre de gloria como aquella.

Que con todo lo que hay ahora mismo en la escena política española, los dardos de Iglesias vayan dirigidos contra el presidente de la Junta, es signo inequívoco de que Emiliano está haciendo bien las cosas. El Coletas se ha convertido en un espectro de sí mismo y ha devenido en Moñoman… No es un pájaro, no es un avión, es un pobre hombre que busca la brújula para salir de su contradicción. Se ha pasado el año cabalgándolas –las contradicciones, claro- y no halla camino que lo extraiga del laberinto de Galapagar. Nunca un político hizo tantas veces lo contrario de lo que prometió, aunque los que hemos estudiado a Marx y el comunismo sabemos que la ortodoxia lleva a la negación de la realidad. Como su doctrina económica es una calamidad, construyen una realidad paralela e ideológica que justifica todos los desmanes cometidos. Nunca nadie que dijo venir de la calle se blindó con cuarenta guardias civiles en una mansión hasta el punto de ser el político con más protección de Europa. Cospedal a su lado era la gallinita ciega.

Iglesias tiene un plan y quiere llevarlo a cabo. La duda de los ciudadanos es hasta dónde le consentirá Sánchez. Ahí es donde entra Emiliano y su papel, uno de los más difíciles de la política española, si no el que más. Vivir en la frontera con tu adversario es pasarse las noches en vela. Las relaciones de Pedro y Page no son tan malas como creemos o las pintan, pero es cierto que las concepciones políticas son diametralmente opuestas. O no, porque a Pedro, según convenga. La verdad es que Emiliano consiguió neutralizar a Podemos en Castilla-La Mancha e hizo que se esfumara de la vida política. Espera que, para bien del país, algo parecido suceda en la escena nacional, aunque eso dependerá de las habilidades que Pedro muestre a lo largo de la legislatura.

El 2 de diciembre me encontré a Page en Alcázar durante la entrega de los premios de Iniciativa Social que anualmente concede la Junta. Encantador, como siempre, subió a saludarme mientras hacía La Brújula en Onda Cero. Le obligué poco menos que a sentarse al micro y accedió gustoso. Emiliano es la cabeza política mejor amueblada que he conocido y probablemente, el más inteligente de todos. Lo ha pasado mal durante la pandemia y se ha equivocado gravemente, pero la grandeza consiste en enmendar los errores y continuar el camino. Como un viejo que se siente orgulloso de su chico, le dije entonces en directo que se cuidara para dar la batalla donde se encontraba. Él reía y decía por lo bajo que alguno hubiera querido que no hubiese vuelto tras los días que estuvo apartado por cuestiones de salud derivadas de la carga de trabajo. Fue entonces cuando le convine que era mucho lo que él representaba y simbolizaba por hallarse en el partido que se encuentra, en las circunstancias actuales. Emiliano debe ser la voz fuerte de la socialdemocracia dentro de un partido que tontea con el populismo y el independentismo. Y la efigie de una izquierda española que no se avergüenza de serlo y hace bandera de ello. Cómo no lo va a llamar malo Iglesias.

Recuerdo que cuando el entonces incipiente líder del 15-M empezaba a despuntar, Bono lo invitó a una cena en casa con Zapatero y Page. El bonismo –soy bonista a lo Sara Montiel- acoge a todos en su casa madre, aunque unos hacen carrera y otros no. Emiliano ya entonces los vio venir, también estaba Errejón aquel día, y preparó la moqueta para el suelo. No ha hecho falta mucho más. El resto lo hicieron las depuraciones internas, luchas intestinas y líos de faldas. Ahora el problema reside en que se han quedado solos Irene y él y son una marca de sí mismos. Van a la desaparición y por eso quieren jaquear al rey antes de tres años. Lo mejor del western clásico es que siempre ganan los que son verdaderamente buenos, no quienes así lo creen. Por eso espero que Emiliano termine convertido en James Stewart o John Wayne, y Pablo Iglesias, en Liberty Valance.

¡Feliz Año a tod@s!