Con la entrada de Isabel Rodríguez en el Gobierno de Pedro Sánchez ya son tres los castellano-manchegos en el ejecutivo nacional. Los dos que ya estaban, los albaceteños Manuel Castell (Universidades) y José Luis Escrivá (Inclusión, Seguridad Social y Migraciones) casi no representan nada en la historia de Castilla-La Mancha porque apenas han vivido aquí y tampoco han ejercido labor profesional alguna en la región.

Por el contrario, Isabel Rodríguez (Política Territorial y Portavoz) está profundamente ligada a esta tierra, de donde sale ahora como alcaldesa de Puertollano para instalarse en Madrid al frente de su nuevo ministerio.

Escrivá es uno de los ministros con mayor peso en el consejo de gobierno debido a las importantes competencias de su cartera. Inició la legislatura como uno de los ministros mejor valorados, pero ahora está rodeado de polémica por la reforma de las pensiones. Su labor está plenamente respaldada por Pedro Sánchez, pero todavía tiene que batallar con lo que queda de la reforma de las pensiones, que es lo peor.

Manuel Castell, dentro de la cuota de Podemos, es un ministro ausente, con poca gestión y con alguna polémica a sus espaldas como única prueba de lo poco que ha dado de sí hasta ahora. Los cinco ministros de Podemos han sobrevivido a la crisis de gobierno, pese a la manifiesta incompetencia que han demostrado algunos de ellos. Parece que Pedro Sánchez, aparte de no tener ningún poder sobre podemos, los prefiere de este perfil, que se cuezan en su propia salsa y sigan aportando carga al proceso de descomposición del partido al que representan.

La tercera ministra castellano-manchega, Isabel Rodríguez, asume competencias de alto riesgo porque va a ser la cara y la voz del consejo de ministros, con todo lo que eso supone en el ámbito mediático, al que tanta importancia le da este gobierno, y porque tendrá que lidiar con un área, el de Política Territorial, que está entre los principales quebraderos de cabeza de los españoles. Todo ello la convierte en una de las dos o tres figuras más relevantes de este nuevo Ejecutivo.

La ya exalcaldesa de Puertollano apenas tiene experiencia en gestión, pese a haber pasado por puestos relevantes, siempre más de índole política que ejecutiva. El balance de sus dos años en la alcaldía, con sus luces y sombras, tampoco deja traslucir el alcance de sus capacidades gestoras, y a la hora de asumir tan altas responsabilidades en el Gobierno nacional.

Su elección como portavoz es un acierto porque en esa faceta se ha movido como pez en el agua. Pero su nombramiento para Política Territorial significa que ese capítulo lo llevará personalmente Pedro Sánchez, como casi todo lo demás. Lo que ha llamado El Español “la apuesta de Pedro Sánchez por sí mismo”. Pese a todo, es muy significativo el cambio de Miguel Iceta, catalán y proclive al pacto con los sectores independentistas, por Isabel Rodríguez, que representa el socialismo de Emiliano García-Page, el que más presión ejerce contra las ansias independentistas de arrancarle al Estado más poder y más dinero. Ya veremos los efectos concretos de este cambio, aunque no son pocos los que temen que la cara amable de Isabel Rodríguez no será barrera suficiente para frenar los retos desabridos del independentismo catalán y vasco.

Y hay otra lectura importante sobre la entrada de Isabel Rodríguez en el Gobierno. Hay quien ve su cargo de ministra como el pasaporte para suceder a Emiliano García-Page como presidente de Castilla-La Mancha. Sería en un futuro más o menos lejano. No se sabe cuándo.