Estos pastores (que se dicen catalanes) no cuidan bien de su rebaño; además, reivindican para ellos un redil al que le llaman Cataluña, para convertirlo en una granja industrial, que genere buenos dividendos en las cuentas de los 'honorables' de siempre. Y lo más fuerte es que sus sometidos ganados son dóciles, fieles, confiados y entregados a la aplicación de las leyes, que (al parecer) les hacían más libres. Pero no. Las ovejas quedarán reducidas en ese único redil, sin la posibilidad de pastar a sus anchas por esos libres campos repletos por la diversidad de equilibrados y ricos pastos.

Los caciques pueden estar inmiscuidos en cualesquiera de los ámbitos sociales, políticos y profesionales de este inventado sistema democrático, pero lo del Govern actual de Cataluña es una cacicada de órdago.