Vaya por delante una confesión: no me gusta el videoclip “Ateo” de C. Tangana y Nathy Peluso que sorprendentemente tanto escándalo ha provocado en amplios sectores toledanos. No soy creyente, pero de verdad no es para tanto. Una cosita, un pequeño artefacto. Me da igual que se haya grabado en la Catedral de Toledo, maravillosa, o en cualquier otro sitio: es una vulgaridad y es oportunista. No hay por qué seguirle la ola a todo lo que se pone de moda, y menos si viene envueltecito en una vitola de provocación y alboroto a cuenta de la religión, la Iglesia católica o cualquier otro cliché al uso en el artisteo del momento. Lugares comunes y sospechosos. El demonio tiene ya una historia muy larga, y por eso los incendios de esta clase me parecen cansinos y soberanamente me aburren: es verdad que muchos caen en la trampa, pero a estas alturas está demostrado que no basta con un lugar sagrado y un calentón para ser rompedor, o provocador, o moderno, o lo que sea que uno se proponga ser para no perderle el hilo a los tiempos y, de paso, ganarse una pasta. La valentía y el arte ya no son lo que eran, y hoy en día hacen falta un talento excepcional y un gran arrojo para superar de verdad lo que lleva ya mucho tiempo imaginado, creado y en danza. Ese genio para la creación y la novedad lo tiene C. Tangana de sobra, es un tipo con inteligencia natural y una gran imaginación, razón de más para no entender esta zambullida que no está a su altura. Escandalera, momentismo y éxito aparte, que también.

El caso es que vivimos tiempos pueriles y pusilánimes, y cualquier cosita se convierte en piedra de escándalo y asombro general. Qué cosas, por Dios: empieza a horrorizarnos que haga calor en verano. Dejando esto claro, lo sorprendente es la tangana que el videoclip ha sido capaz de provocar en el seno de la Iglesia en Toledo y la campanada que ha tenido que dar el arzobispo, Francisco Cerro Chaves, para poner orden en el tumulto, atronador encontronazo interno en la diócesis que con toda seguridad tendrá consecuencias. El poder de la gaseosa. Grabar posturitas en la Catedral primada tiene su precio, más allá de que el arzobispo y el deán, Juan Miguel Ferrer, estos días no anden católicos y se hablen poco y mal. Parece mentira, pero el “Ateo” de C. Tangana, en su fruslería, ha dejado al descubierto el mar de turbulencias y chiquilladas en el que navega el Arzobispado de Toledo y la fragilidad de los equilibrios humanos que viven en ese mundo milenario y de ascendencia divina que siempre nos ha parecido una roca sólida e inescrutable. Lo seguirá siendo por los siglos de los siglos, nada moverá la Catedral de su sitio, y de ahí la perplejidad de que un “ateo” cualquiera haya provocado un incendio tan grande con una cerilla, dejando en evidencia el lado mundano y la debilidad de la carne de toda una jerarquía. Su juego por el poder. La política, el pecado.

Así las cosas, Monseñor Cerro Chaves, tal vez un poco asustado ante las dimensiones toledanas de la trifulca, ha convocado un acto de “purificación” de la Catedral para “reparar los pecados” y ha elevado la increíble tanganita al nivel del diablo: “El demonio es el que divide la obra de Dios”, ha dicho el arzobispo, y es tremendo: se ve todo alrededor lleno de costuras y desconchones, urgencia de renovación por dentro y por fuera. Y evitar estas antiguallas y batallitas, ponerse un poco al día. El vídeo de la tangana no es nada del otro mundo y no merecía tal campaña a favor, millones de visualizaciones de un día para otro, pero ha sido una revelación de la fragilidad humana incluso en las esferas de quienes organizan lo divino y explican el reino de los cielos. Y de lo caprichoso que es triunfar en este mundo de hoy tan de redes sociales, tendencias virales y disparates en serie. Así que C. Tangana, de paso, ha pegado el pelotazo y se ha convertido. Y yo, que era ateo, ahora tampoco creo.