Opinión

Entre Sabino y Sabiniano

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La legislatura anda ronca entre Sabino y Sabiniano, es decir, el PNV y el suegro de Sánchez. Son las coordenadas hacia las que el campo se ha ensanchado esta última semana. Al primero, ya lo conocemos. Es ventajista, jesuítico, listo y ladino… Al segundo, lo vamos conociendo post mortem, aunque ya en vida el que estaba puesto sabía los negocios del suegro de Sánchez. Me llaman la atención los aspavientos de señora sofocada y con sales que exhiben ahora algunos a uno y otro lado del tablero. Si al padre, al hermano y al novio de Ayuso les han sacado hasta las vísceras en la prensa, por qué no habríamos de conocer los dislates de Sabiniano. Un señor mayor que bajó de Castilla para hacer fortuna en Madrid a través de técnicas prostibularias. Algo que no es mejor ni peor, pero sí un hecho. Sobre todo, cuando el discurso del que fue su yerno pasa por ilegalizar aquello de lo que se benefició en vida.

Creo que lo más interesante de Feijoo en su discurso del otro día es la medición exacta de las palabras que utilizó. Porque no le echó en cara que su suegro se dedicase a las saunas, el ocio, recreo y tiempo libre con final feliz. Sino que puso sobre la mesa la pregunta retórica de con qué clase de personas se ha juntado usted en su vida, para comprender más exactamente la calaña y catadura moral del individuo que preside el Gobierno. Es decir, no creo que sea una inutilidad o caiga en saco roto el paso dado por Feijoo. Tampoco creo que sea una torpeza. Retrata a la perfección el código moral y sistema de valores del presidente del Gobierno, que es capaz de hacer un discurso abolicionista de la prostitución, cuando parte de la fuente de ingresos principal de su suegro y, por tanto, del núcleo familiar, venía de ahí. Qué rostro armado, qué catadura moral, qué crápula aventajado, ¿no? Sin olvidar que fue el cuarto jinete del apocalipsis susanítico en el Peugeot, donde los otros tres se contaban sus cosas.

La legislatura se muere a brazo armado con los socios haciendo mear sangre al presidente del Gobierno y los españoles, secuestrados por una cuadrilla de salteadores. Así es muy difícil llegar a cualquier sitio que no sea la ría de Bilbao, donde se ahogaban los maketos que Sabino Arana no quería rescatar y prefería que muriesen. Como el aficionado del Betis que se hizo del Sevilla para que palmara un palangana en lugar de un verdiblanco. El pasado nos persigue a todos y uno ve similitudes históricas que se van trazando a lo largo del tiempo. Ojalá le salga bien a Feijoo la apuesta cuando llegue al Gobierno, porque si no, lo próximo será Vox y un cambio de régimen constitucional. El setenta y ocho da las últimas bocanadas, cumpliendo el fatum histórico de nuestros periplos políticos, como el que fue de la Restauración a la República. Los jóvenes compran hoy el discurso antisistema y Vox sólo tiene que sentarse a esperar el fracaso del bipartidismo. Por eso, la alternancia serena y constructiva es tan importante.

Sánchez caerá cuando quieran los suyos. No lo veo en el Veintisiete porque ya ocurrió en el Veintitrés que por su culpa cayeron todos menos Page. Vamos a un período destituyente, donde los socios pretenderán descerrajar todo el andamiaje constitucional. “Hay que aprovechar lo que nos queda”, dijo Rufián el otro día, el Vito Quiles charnego de los indepes. El PNV fue el primero en bajarse de la República y vender a Rajoy. Atentos. Se nos está quedando un país maravilloso. A la luz de la toxicidad y el ambiente, más libres eran las saunas de Sabiniano en los ochenta. Cuando éramos felices.