Vaya por delante que lo primero, por encima de cualquier consideración, es la seguridad de las personas y en este caso las autoridades no han dudado, quizás por el tremendo ejemplo de la DANA valenciana, con una actuación impecable. No soy de los que desean que una riada se lleve por delante sin más lo que nunca debiera haber estado ahí. Pero las leyes están para ser cumplidas y no para que pueda haber nadie por encima de la ley, o simplemente aprovechándose de la inacción, la lentitud o el pasotismo de los mecanismos del Estado de derecho.

En el término de Escalona se han tenido que desalojar medio centenar de viviendas y de lo que nos tenemos que alegrar es que no ha habido ninguna desgracia personal, pero luego, después de pasado el peligro, uno no tiene más remedio que hacerse unas cuantas preguntas que a lo mejor hay alguien que nos puede contestar a todos.

Se ha dicho que después de la riada de la Huerta Sur de Valencia nada debería ser igual en cuestión de aguas en España. Me temo que se seguirá trampeando y en tantas zonas como las riberas del Alberche, dentro de un año será lo mismo.

A lo peor estoy equivocado, pero me temo que de esas cincuenta viviendas, un alto tanto por ciento de ellas están construidas por las bravas y sin ninguna autorización legal, al ser tierras que forman parte del cauce histórico del Alberche si se aplica la regla de la línea de máximos alcanzada por el cauce en los últimos treinta años (¿).

Pero lo que ha ocurrido con muchas de esas edificaciones levantadas a la manera en que los pioneros del oeste americano se establecían en las grandes praderas es que, a pesar de la ilegalidad manifiesta, ninguna autoridad se ha atrevido a aplicar la ley para devolver al río lo que manifiestamente es suyo. Todo han sido parches en los que incluso se han hallado resquicios en las leyes para llegar en algunos casos a una situación de status quo que nadie se atreve a romper. De ello incluso se derivan, como se ha visto en casos similares, la paradoja de que los infractores acaban poniendo en apuros legales a las autoridades que pretenden aplicar la ley.

Así que, ahora cuando el Alberche viene con todas las escrituras en regla de esa registradora de la propiedad que es la madre Naturaleza, uno no tiene otra que, salvadas las personas, nadie se quede tras la nueva prueba de manos cruzadas y dando por buena el derecho mostrenco de hechos consumados y políticos que miran para otro lado. Seguro que ese buen alcalde que es Álvaro Gutiérrez, que hace unos meses se quejaba amargamente del desmadre urbanístico arrastrado en su municipio desde hace décadas con las urbanizaciones de todo tipo, tomará buena nota.