Anoche, viendo a Page en El Hormiguero, volví a recordar la mercancía averiada que hace unos años uno de sus camaradas del PSOE de toda la vida me vendió y uno ingenuamente compró con entusiasmo: “Page es un Bono sin talento…”. Ya hace años también que pedí perdón a mis lectores por la metedura de pata por escrito en este mismo papel digital, aunque cada vez que vuelvo a ver a Emiliano García-Page en toda su salsa no tengo otra que volver a hacerlo: perdón, Emiliano es Bono con mucho más talento y mucha menos mala leche.
La amiga Clara Mesones ha explicado muy bien cómo fue la entrevista con Pablo Motos y el hecho singular de que todo lo previsto en el guion del día anterior a la entrevista se anulara porque Page y Motos agotaron todo el tiempo del programa. Lo de las cifras de audiencia y las batallas televisivas con otros programas no hacen más que reafirmar quién fue el responsable de romper el “minuteado”.
Afortunadamente para Castilla-La Mancha, en el presente y para el rumbo futuro de la política en España, aún hay esperanzas en una izquierda que está en las antípodas de lo que hoy nos venden desde la calle de Ferraz y el Palacio de la Moncloa, y que por lo que contaba Emiliano García-Page no se reduce a su persona. Uno se alegra de que haya muchos Emilianos anónimos en el PSOE, porque siempre ha pensado que en un país europeo del siglo XXI lo suyo es la existencia de dos grandes alternativas alrededor del centro con propuestas alejadas de la demagogia traída por los populismos a izquierda y derecha.
El estado del bienestar instalado en Europa Occidental tras la II Guerra Mundial es el eje sobre el que han pivotado las grandes alternativas políticas hasta que desgraciadamente surgieron los populismos supuestamente para regenerar el sistema. La desgracia también es que el país que tantos años se vio como modelo de democracia cuando los europeos se dejaron arrastrar por las fórmulas mágicas de fascistas y comunistas se encuentra en manos de un populista y eso siempre provoca una clientela en el mundo dispuesta a comprar el producto.
Cuando se estudien con perspectiva histórica, dentro de dos, tres o cinco generaciones, las convulsiones vividas por el sistema que ha demostrado simplemente ser el menos malo de todos los posibles para la vida en común quizás alguien apuntará a la inevitable insatisfacción vital que caracteriza a la especie humana. No hay manera.