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Motor

Cómo cuidar las lunas del coche en verano

8 agosto, 2017 15:36

En este periodo estival hay que extremar la precaución al volante y cuidar al máximo el mantenimiento del vehículo, sobre todo, en aquellos aspectos que afectan directamente a la seguridad. El parabrisas es un elemento clave y la Dirección General de Tráfico vigila su estado en sus campañas de mantenimiento.

Desde Carglass España transmiten unos consejos básicos de mantenimiento y seguridad, pues sabemos que en verano el parabrisas y resto de cristales de un vehículo sufren especialmente. El 90% de la información que recibimos al conducir nos llega al cerebro a través de la vista. El parabrisas puede alojar sus propios “ojos”, es decir, los sensores de los sistemas ADAS de seguridad activa, que sirven para el correcto funcionamiento del sistema de alerta de cambio de carril o de la frenada de emergencia, por ejemplo.

En verano los cristales sufren más tensiones

En verano e invierno es cuando más parabrisas se rompen, algo producido porque las temperaturas extremas y las diferencias térmicas generan grandes tensiones en los cristales. Esas condiciones favorecen que un impacto crezca con mayor rapidez y que un parabrisas dañado, acabe rajándose rápidamente. Por estos motivos, si has sufrido un impacto acude a un taller lo antes posible. Se recomienda reparar un parabrisas, siempre que sea posible, antes que sustituirlo. Un parabrisas reparado recupera el 100 por 100 de sus condiciones y rigidez original, lo que se ha demostrado en numerosos estudios realizados con universidades e institutos independientes.

Los enemigos veraniegos de los cristales

En esta época del año solemos viajar más por carretera y hay más insectos, por lo que es inevitable que muchos de ellos acaben estampados contra el parabrisas. Los restos que quedan sobre el cristal son difíciles de limpiar, pero hay que esforzarse y hacerlo con mucha regularidad para no comprometer la visibilidad ni dañar las escobillas. Es muy importante llevar un nivel adecuado del líquido limpiaparabrisas, pues cuando vamos en marcha y un insecto choca con el cristal, puede dejar una gran mancha que dificulte nuestra visibilidad. Si en ese momento no llevamos líquido en el depósito, los limpiaparabrisas solo expandirán la mancha y veremos todavía menos, creándose una situación de peligro.

Al usar los limpiaparabrisas con líquido cuando llevamos el sol de cara, no veremos casi nada durante unos segundos por el efecto de los rayos sobre el líquido y la suciedad. Y este efecto se acentúa con el desgaste de los limpias. Por otro lado, aunque pueda parecer que un ‘chaparrón’ ocasional sirve para limpiar el parabrisas, lo cierto es que en muchas ocasiones una descarga de lluvia solo ensucia aún más el cristal delantero del coche, sobre todo si las nubes están también cargadas de polvo, como suele suceder en verano. Si, además, usamos las escobillas cuando la luna no está limpia del todo, extenderemos esa suciedad.

Una vez en casa, podemos humedecer una toalla con agua y algún jabón o producto de limpieza doméstico, y dejarla actuando durante la noche: limpiar el parabrisas al día siguiente será mucho más fácil con los restos ya ablandados. Emplear cepillos de cerdas suaves o, en su defecto, un paño blando con el que se pueda ejercer presión sin dañar el cristal, es básico para una buena limpieza. Para el parabrisas se puede utilizar un poco de bicarbonato de sodio en un paño de microfibra en el caso de manchas muy acusadas.

Otro gran enemigo en esta época del año son el polvo y la arena. En general, la sequedad y altas temperaturas hacen que se levante más polvo y arena en el ambiente. Además, las grietas del asfalto se dilatan por el calor y en ellas se acumula polvo. Los coches levantan a su paso esa arenilla, parte de la cual acaba sobre el parabrisas. Por otro lado, si aparcamos el coche cerca la playa, lo recogeremos al final del día cubierto por una capa de arena.

En estas situaciones no hay que activar los limpiaparabrisas, que podrían dañarse y rayar los cristales; ni tampoco los elevalunas, por el mismo motivo. La respuesta de manual sería sería limpiar el coche con aire y agua a presión, algo que en el mundo real es casi imposible de hacer en el parking de una playa. Lo que sí puedes hacer es llevar en el coche una garrafa llena de agua, para retirar la mayor parte de la arena de los cristales y poder conducir con seguridad antes de limpiar el coche en profundidad. También hay que mantener limpios los cristales por dentro, pues así se empañarán menos.