El Real Madrid tiene 13 Copas de Europa. El Barcelona tiene 5. 13-5=8. El Real Madrid le saca al Barcelona 2 Copas de Europa más de las que le sacaba en los 60 y todo ello a pesar del ciclo Messi, en el cual el club catalán cuenta con los servicios del que podría ser (Di Stéfano aparte) el mejor jugador de la historia del fútbol. No hay, pues, nada que permita dudar de la supremacía internacional del club de Chamartín por encima del Barça, pero hay un aspecto en el cual los de la esquinita de ahí arriba (como dijo Guardiola) superan con creces al Real Madrid a escala planetaria: la propaganda. 

Buena muestra de ello fue el reportaje de la BBC pocos días antes del último Clásico en la Ciudad Condal. Con la excusa de la celebración del partido cumbre del fútbol español, la cadena pública británica elaboró en su web un relato histórico, con testimonios de los protagonistas, del célebre Clásico del cochinillo, en el cual Figo fue objeto del recibimiento más hostil que se recuerda para nadie en la historia reciente del balompié de élite. El motivo, por supuesto, fue el aún reciente tránsito de Figo desde el FC Barcelona al eterno rival. Se le llama "el Clásico del cochinillo" como podría llamársele "el Clásico del JB", ya que también una botella de whisky de dicha marca fue lanzada sobre el portugués desde la grada, con la buena fortuna de que no le impactó. La cabeza porcina, la botella de Justerini & Brooks y un sinfín de otros objetos que a la BBC, como se verá, no le parecen más que un comprensible acto de amor retrospectivo. Sí, han leído bien. 

El partido fue todo un desafío al concepto mismo de la seguridad en los estadios de fútbol y, a través de una fiebre inusitada de violencia colectiva, se dio asimismo una manifiesta manipulación del choque a nivel deportivo, y por tanto de la competición. ¿Qué otra cosa puede decirse de un partido en el cual el lanzador habitual de córners de un equipo tiene que desistir de su misión por la lluvia de objetos que le cae encima en cuanto se aproxima a la esquina? El reportaje, sin embargo, supuso un intento de blanqueamiento absolutamente nauseabundo de una mancha vergonzosa en la historia de este deporte, como sin duda lo fue la noche en cuestión para cualquier espectador con un mínimo de apego al fútbol como espectáculo pacífico y apto para todos los públicos. 

"Barcelona vs. Real Madrid: el curioso incidente de la cabeza de cochinillo en el Camp Nou". Ese es el título. Poco promisorio para cualquier amante de la decencia resulta un título que sólo se atreve a calificar de "curioso" un episodio tan instalado en la ignominia como aquél, pero alguien tiene que seguir leyendo, y seré yo quien lo haga por ustedes para informarles de que Anna Blasco, una espectadora presente en el estadio, califica de "espectacular" la velada. "Nunca he vivido nada semejante, ni antes y después", prosigue enfervorizada la buena mujer, para continuar loando pormenores de la animalada como quien consigna una bella hazaña colectiva: "Manel Vich, el speaker, hizo una pausa intencionada al llegar al nombre de Figo cuando anunciaba las alineaciones, para que el público pudiera abuchear. Aquel sonido…" Aquel sonido era música para mis oídos, le falta decir a Anna, henchida de una especie de arrobo agresivo, si cabe tal cosa.  

"Hablamos de un país que no hace tanto sufría una dictadura". Quien inevitablemente arroja luz política (cómo no) sobre el asunto no es otro que el comentarista Michael Robinson, quien prosigue: "El Barcelona es 'Mes Que Un Club' por su espacio en la sociedad catalana, y hay connotaciones políticas por el mal trato de Franco a la región. De modo que Figo cometió la mayor traición posible al firmar por el Real Madrid". Astuta (o no tanto) forma de dar por sentada la conexión Franco-Real Madrid, ello a pesar de que el Real Madrid tuvo que contentarse con una Copa del Generalísimo desde su triunfo en la guerra civil y hasta 1954 (14 años), ello a pesar de que fue el Barcelona y no el Real Madrid quien condecoró dos veces al caudillo por salvar al club de la quiebra con la recalificación urbanística de sus terrenos. La (falsa a más no poder) leyenda negra de la conexión Franco-Real Madrid es el leitmotiv de la propaganda culé a la que nos referimos, y que presenta en cambio al Barcelona como máximo adalid de las libertades. 

Figo, en un partido con el Real Madrid.

Figo, en un partido con el Real Madrid.

Hace ahora acto de aparición el exjugador Michael Reitziger, quien quizá con ingenuidad retrata al Barcelona en sus pulsiones políticas más que nadie ajeno al club: "Cuando juegas en el Barça, juegas para todos los catalanes. Cuando juegas contra el Madrid juegas representando todo lo que el Barça es". Nuevamente, se impone como verdad incuestionable la encarnación exclusiva de todo lo catalán por parte de los azulgrana (¿acaso existe, por ejemplo, el Real Club Deportivo Espanyol?), con lo que el Madrid, de manera instantánea, queda situado en el extremo político opuesto por más que el Real Madrid no se posicione jamás políticamente. 

Éramos pocos y por eso entra ahora en acción (seguimos hablando del reportaje de la BBC) el inefable Joan Gaspart: "No digo que Figo tuviera una actitud provocadora, pero comprenderán que si un jugador pretende sacar un córner… En cualquier caso, ninguno de los objetos que le lanzaron le impactó". Es sin duda el highlight total del reportaje, hasta el punto en que se hace difícil contener la náusea. Es lo mejor que se le ocurre decir al entonces presidente del Barcelona ante el grave problema de orden público que él mismo se había ocupado de crear, promoviendo por todos los canales posibles un recibimiento para Figo como el que tuvo. Pretender (¡pretender!) lanzar un córner no como provocación, pero casi. Y mejor aún: tener que dar las gracias porque la botella de JB no alcanzó tu crisma para mandarte al otro barrio. 

Vuelve Michael Robinson: "Estuvo lo de la botella de whisky, estuvo lo de la cabeza de cochinillo… Casi parece un linchamiento, pero yo prefiero verlo de otra manera completamente distinta. (…) Se lo he dicho al propio Figo: es sólo un testamento de cuánto te quisieron. No podrían haber reaccionado así si no te hubieran amado". Acabáramos. Fue todo un acto de amor. Quien bien te quiere te hará llorar y tal. El maltratador que sabe perfectamente lo que su presa de la paliza de hoy necesita: a mí me duele más que a ti. Desde luego, Michael Robinson: lo ves de una forma completamente distinta, de una forma que no coincidirá con la de mucha gente bien nacida. 

No sé cuánta gente leería este vomitivo reportaje en la web de la BBC. Ignoro cuántas personas (pero presumiblemente muchas) habrán leído y tomado en serio esta edulcoración retrospectiva de un día nefando como aquél. Me parece muy raro que un medio de tal prestigio escoja espontáneamente un tema como ése, y más aún que le dé ese sesgo infame. No tengo pruebas de que se trate de un reportaje subvencionado, pero es la hipótesis más plausible. Es sabido que el gobierno catalán ha pagado campañas internacionales de la causa separatista. El Barcelona es un elemento propagandístico de dicha causa. No tengo pruebas, insisto, pero todo cuadraría muy bien en cuanto a modus operandi. No tener pruebas no significa ser idiota. 

No sé, ya digo, cuánta gente lee la web de la BBC pero sí sé cuánta gente ve Netflix. Netflix es una plataforma con cerca de 100 millones de suscriptores. En Netflix puede encontrase en reportaje, llamado Barça dreams, en el que tipos como Gary Lineker vinculan abiertamente al Madrid con el franquismo. 100 millones de personas están expuestas y desarmadas a día de hoy a esa patraña, lanzada por sujetos que tienen aparente credibilidad. BBC y Netflix son sólo un ejemplo. A través de las redes sociales, madridistas en América Latina se quejan continuamente del filtro filoculé de los comunicadores de cadenas como ESPN y DirectTV. Hay niños en Inglaterra o en México o en Singapur que, a la hora de escoger filias deportivas, juegan con inputs como los que les llegan en todas las direcciones, a saber: el Madrid es una gran mentira sustentada en un dictador, al servicio de los poderes fácticos y que gana gracias a los árbitros, mientras el Barça juega para los desfavorecidos y para naciones subyugadas, como la catalana. 

Me consta que en el Real Madrid son conscientes de esta realidad. La del Real Madrid es la marca deportiva más importante del planeta. Es tal vez indestructible pero no es como si los ataques que recibe no hicieran mella: la hacen. El Barcelona, por su parte, realza enormemente su perfil con estas campañas. Corresponde al Real Madrid tomar nota y actuar. Y lo está haciendo.