Los móviles son muy grandes, pero antes llevábamos más aparatos

Los móviles son muy grandes, pero antes llevábamos más aparatos

El Androide Libre

Los móviles son muy grandes, pero antes llevábamos más aparatos

Los móviles de ahora son muy grandes, pero también nos ahorran muchos dispositivos. Hacemos un repaso en clave personal de cómo han evolucionado.

4 julio, 2017 20:36

Las quejas de que los móviles son más y más grandes son habituales, pero no siempre hacemos recuento de los dispositivos que nos ahorramos con un smartphone. Son una buena cantidad.

Este fin de semana anduve de compras por algunas tiendas de electrónica y asistí al dominio que tiene el smartphone sobre el resto de dispositivos electrónicos. Había móviles en los escaparates. Muchos. También gadgets como MP3, cámaras de fotos, despertadores, radios… Muy pocos. Era como asistir a la evolución de la tecnología a través de una exposición de ganadores y de víctimas.

Esta entradilla me sirve como punto de partida para lanzar una conclusión a la que hemos llegado todos de forma directa o indirecta: el smartphone se ha comido, literalmente, a la mayor parte de gadgets que llevábamos encima hace menos de diez años. De hecho, si naciste a principios de los años 2 000 es probable que jamás hayas utilizado aparatos tan populares como un MP3 o una cámara compacta. ¿Para qué acarrear con estos «trastos» si llevo uno que ya lo hace todo? Por más que cada vez ocupe más espacio para así equipar una mayor pantalla.

No voy a hacer un recuento de todo lo que ha absorbido el smartphone porque ya lo hicimos en su momento, pero sí que haré un repaso nostálgico por toda esa tecnología que fue acumulándose en los cajones con la idea de «Algún día volveré a utilizarla». Hay que desengañarse: morirá en el cajón.

Mi compañero inseparable: el MP3

No salía de casa sin mi reproductor de música. Primero el Walkman con su cassette, pero después vino el Discman y, algo maravilloso, el reproductor de CDs compatible con MP3. Llevar miles de canciones en un solo disco fue una auténtica liberación; por más que el tamaño del dispositivo fuera excesivo y no fuera muy amigo de los golpes en movimiento. Todo cambió con el reproductor de MP3 con memoria sólida.

Tuve varios antes de comprarme el que fue para mí la cumbre de estos dispositivos: el iPod. Uno de segunda generación, el primero que era compatible con Windows. Quitando el horror que era (y es) iTunes, el iPod supuso una revolución en todos los ámbitos. Adaptó a la industria de la música, estimuló la miniaturización del almacenamiento y abrió la puerta a los smartphones tal y como los conocemos.

Llevar un MP3 aparte del móvil es algo práctico, sobre todo porque ahorraremos batería, pero implica acarrear con dos dispositivos y recordar cuándo hay que cargarlos. Yo los abandoné en cuanto tuve Spotify en el móvil: dejé de verles el sentido. Por más que a veces lo cargue de nuevo para escuchar la música que aún permanece en sus entrañas.

Cámara compacta, otro de los gadgets que se quedó en el cajón

Siempre he sido aficionado a la fotografía, de ahí que haya tenido unas cuantas cámaras a lo largo de mi vida. Desde la primera digital, una Fuji de 1,5 Mpx (una revolución en su época) a varias réflex que han cubierto las distintas reviews para el trabajo. Solía ir con el móvil, el MP3 y también la cámara compacta: hacer fotos de cualquier momento tuvo un nuevo significado una vez dejamos de revelar las imágenes.

Las cámaras compactas fueron reduciéndose en tamaño mientras mejoraban en calidad, pero no tuvieron nada que hacer una vez los móviles apuntaban a ser sus sustitutos. No solo por la comodidad de grabar y fotografiar desde un «todo en 1», también porque el smartphone nos permite editar las imágenes y compartirlas.

¿Cuándo fue la última vez que saliste a la calle con tu cámara compacta? Yo juraría que hace 5 o 6 años. Una lástima, siempre es mejor un dispositivo dedicado que uno adaptado a realizar multitud de funciones.

La tablet también dejó paso al smartphone

Este dispositivo tenía su sentido. El móvil para salir de casa y la tablet cuando me sentaba en el sofá delante de la tele. Tuve varias. Y hace un año que vendí la última después de que nadie en mi casa la utilizase durante meses.

Cada uso es particular, así como el estilo de tablet, pero seguro que coincides en que el tamaño de pantalla de los smartphones ha ido relegando a un tercer plano la capacidad multimedia de la tablet. Una buena tablet aporta mayor superficie y duración de batería, también un elemento de productividad que agradecen quienes trabajan en movimiento.

Por mi uso, la tablet arrastra cierta duplicidad donde el smartphone gana gracias a ser más manejable. También lo renovamos con más frecuencia y solemos invertir más en él, de ahí que también esté más adaptado a los últimos juegos y apps.

El teléfono, el último damnificado

Por más que parezca una paradoja, el smartphone ha ido acabando con el teléfono. Por supuesto que se siguen haciendo llamadas y que habrá quién utilice de manera activa el teléfono tal y como está concebido, pero no hay duda de que la mensajería es la reina de las comunicaciones.

Esto me ha sido de enorme ayuda. Por más que parezca extraño, odio llamar por teléfono. Puedo tener 5 o 6 móviles sobre la mesa de trabajo y ser incapaz de llamar por ninguno. WhatsApp primero, Telegram después, Line… Para mí se han convertido en las aliadas a la hora de acercar distancias.

¿Qué otros dispositivos se quedaron por el camino? Los navegadores GPS, aunque a mí nunca me atrajeron; las consolas portátiles, los smartphones están devorando la distancia que les separaba; incluso objetos tan imprescindibles como una linterna. ¿Llevar una en la mochila cuando puedes usar el flash de la cámara? No es lo mismo, igual que el resto de aparatos dedicados, pero te salva del paso en la mayor parte de situaciones.

El smartphone es el rey de la tecnología y lo seguirá siendo por mucho tiempo. En lo que a mí respecta, me alegro por su reinado. Por más que cada vez sea más grande y abulte más en mi bolsillo.

Imagen iStock