TWRP para Android 8.0 es una realidad tras su última actualización

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El Androide Libre

La dura vida de los beta tester y flasheadores de ROMs

5 agosto, 2016 20:02

En la historia de los dispositivos informáticos siempre ha habido dos tipos de personas, los que buscan la mayor estabilidad y seguridad posible y los que lo único que buscamos es disfrutar de todas las características nuevas, se encuentren o no disponibles de forma estable.

Desde luego, buscar el software más estable nos garantiza la mejor experiencia siempre, pero algunos usuarios no se conforman con eso y quieren probar nuevas funcionalidades, algo que no siempre acaba lo bien que nos gustaría.

Qué significa ser un beta tester, y que significa ser un flasheador

Este tipo de usuarios se les conoce como beta tester. Un beta tester es un usuario que prueba las versiones en desarrollo de Sistemas Operativos, aplicaciones, juegos o cualquier tipo de software. Algunos usuarios son beta testers por la simple afición de probar cosas nuevas o echar una mano a los desarrolladores, mientras que algunos se dedican a ello profesionalmente en empresas de software.

Además de los beta tester existe otro tipo de usuarios, y son los flasheadores. Un flasheador es aquel tipo de usuario que se dedica a modificar la memoria interna (flash) de sus dispositivos, para cambiar el Sistema Operativo o para añadirle nuevas funcionalidades. Por ejemplo, un flasheador compulsivo es aquel que cambia cada semana la ROM de su teléfono. A veces lo hace por conseguir mejores versiones, mientras que otras las hace por mero aburrimiento.

Seguro que conoces a alguien que cada día te cuenta sus hazañas instalando nuevas ROMs, aunque no te interese en absoluto.

A pesar de que no pueda parecer algo muy apasionante, lo cierto es que la mayoría de beta testers y flasheadores se divierten con lo que hacen. Para los que nos gusta la informática acaba resultando algo bastante divertido, aunque no siempre suele ser gratificante, al existir momentos de bastante frustración. A continuación os hablaré de algunas de mis experiencias más sufridas probando nuevas características.

La  diversión de modificar consolas

Mis primeras experiencias modificando dispositivos fueron con dos de las que han sido mis consolas favoritas, la PSP y la Wii. Cada una de ellas era una consola con características especiales, pero si por algo destacan ambas era por la comunidad de desarrolladores que se creó realizando modificaciones al sistema y aplicaciones que ampliaban las funcionalidades, como el soporte para archivos multimedia de la Wii o el cliente de MSN Messenger de la PSP, además de un gran número de emuladores de consolas antiguas.

No obstante, a los fabricantes de consolas nunca les hizo demasiada gracia que la gente modificase sus consolas, y la razón es que la principal razón para muchos de esas modificaciones no era otra que piratear juegos, por lo que los fabricantes actualizaban el Sistema Operativo de sus consolas para bloquear los agujeros de seguridad que permitían acceder a esas modificaciones.

Realmente era una época divertida, pero también frustrante. Por ejemplo, en la PSP existía una versión en la que se podía modificar sin problemas, pero si la versión de tu consola era superior tenías que instalar la versión que se podía modificar a través de un agujero de seguridad que se encontraba en el GTA: Liberty City Stories. A lo largo del tiempo fueron surgiendo nuevos glitches que realmente eran bastante creativos, como un archivo de imagen que cambiaba de color o la modificación de la consola a través de baterías pirateadas.

Modificar consolas era divertido, pero era fácil hacer mal las cosas y romperlas

Linux y Windows 8, dos huesos duros de roer

Pasando de las consolas, damos paso a los ordenadores, donde no existe un único Sistema Operativo, sino que existe un gran número de alternativas disponibles, algunas más estables, mientras que otras versiones son completamente alocadas.

La vida de un tester cuando entra a Linux es bastante agridulce, ya que es un sistema que nos permite muchísimas alternativas, gracias a la variedad de distribuciones disponibles (y sin contar las que uno puede montarse por su cuenta). Uno de los principales problemas con los sistemas basados en Linux siempre ha sido el soporte de drivers, donde a veces un componente de tu ordenador funciona, y otras no.

Pero no solo eso, y es que según la distribución que utilicemos puede que no nos funcionen las impresoras y en otra si funcionen, pero a cambio perdamos el WiFi. Si a todo ello le sumamos que tengas una gráfica AMD, la cosa puede ser incluso peor.

Los portátiles con gráficas AMD han sido un verdadero dolor durante años, ya que la compañía de semiconductores apenas lanzaba drivers estables, únicamente betas. Los drivers estables no iban lo suficientemente finos y aunque los drivers beta conseguían mejores temperaturas, no siempre iba a nuestro gusto. Con el tiempo parece que existen menos problemas, pero muchos pasamos po lo peor.

Con Windows 8 también pagamos fuerte lo que era ser un beta tester, y es que en las primeras versiones(que el logo de Windows 8 era un pez) la retrocompatibilidad era una ruleta, donde tus programas a veces funcionaban, y otras no. Otro bug que recuerdo con bastante cariño es que no podías acceder a tu ordenador sin conexión a Internet cuando tenías una cuenta Microsoft asociada, algo que en la época no nos hizo mucha gracia.

Mis comienzos con Android y la obligación de instalar ROMs

Pero si algo recuerdo con cariño, fue mi llegada a Android. En una época donde los smartphones que veías por la calle eran con Symbian y Blackberrys llegó a mi mano un LG Optimus ME, un teléfono que estrené con gran ilusión a pesar de lo mal teléfono que era (y que más tarde heredó mi madre primero, y después mi hermano).

Así era el logo de Cyanogenmod en la época

Pasados los meses, el teléfono iba cada vez a peor, y la prometida actualización a Gingerbread no quería llegar (en aquella época, LG era el máximo exponente de mal soporte de actualizaciones, y Sony Ericson, lo más), así que conocí Cyanogenmod.

Si mal no recuerdo, el desarrollador del port de Cyanogenmod 7.2 era de la India. No sabía quien era, ni que era Cyanogenmod, pero tras horas de investigación me encontraba con un teléfono nuevo, que si bien no conseguía un mejor rendimiento en los juegos avanzados, al menos funcionaba con las aplicaciones más básicas sin quedarse pillado.

Las frustraciones de los flasheadores compulsivos y la experiencia Nexus

Tras un año sufriendo con el terminal de LG, di un salto rápido a la marca que entonces era lo más de lo más en actualizaciones; Sony; con un terminal de gama media que era bastante prometedor, el Xperia U.

Este teléfono al menos funcionaba, pero Sony dejó de ser lo más de lo más en actualizaciones. Hacía bastante tiempo que había llegado de forma oficial Android 4.0, y seguía estancado, así que tocaba moverse.

En esta ocasión Cyanogenmod no estaba ahí para salvarme, así que tuve que esperar hasta que en la república checa salió la versión oficial de Ice Cream Sandwich. Unos desarrolladores la modificaron para que fuese mejor, y la instalé rápido para calmar mis esperas. Jelly Bean ya estaba siendo presentado en el Google I/O junto a la Nexus 7, pero para mi consuelo los Xperia U no actualizaron en España hasta bastantes meses después. Ser un beta tester tuvo sus frutos.

Pero con la llegada del Nexus 4 al mercado me volví loco, vendiendo el Xperia a un precio bastante inferior al que me había costado seis meses atrás para tener lo que buscaba, un dispositivo con lo mejor de lo mejor en hardware y lo mejor de lo mejor en software.

Con el Nexus 4 me prometí dejar las actualizaciones en manos de Google, pero el mismo día que llegó le instalé PAC (una ROM que aunaba lo mejor de Paranoid, AOKP y Cyanogenmod) y fue el comienzo de la locura. Los dos años que viví con mis teléfonos anteriores me dejaron con una enorme frustración, la de que no me gustase el software y no poder tener alternativas, y se convirtió en mi terminal durante mucho tiempo.

Tras vivir la experiencia Nexus he pasado por otros terminales como el Xiaomi Mi4 o el LG G3, además de instalar ROMs en teléfonos de amigos que no funcionaban como deberían, y entendí lo que significaba tener un Nexus. En otros terminales cambiar la ROM suponía en el mejor de los casos perder calidad en la cámara, pero en otros hasta dejaban de funcionar cosas básicas como el 3G o el micrófono.

¿Sabéis lo frustrante que es probar cientos de ROMs y que no funcionen partes vitales como la cámara y el micrófono? Los usuarios de un Nexus no.

Remix OS, el colmo de los colmos

Cuando creía que habían acabado mis aventuras en el mundo de los testeos y las cosas nuevas llegó Remix OS. Lo que parecía una versión inocente de Android para ordenadores se ha acabado convirtiendo en una de mis peores pesadillas. Desde las versiones más tempranas en la Nexus 9 hasta las últimas en PC, probar un Remix OS para mí no ha sido más que un infierno, pasando desde bootloops hasta pendrives que simplemente se quemaban y dejaban de funcionar.

No creo que Remix OS sea el culpable, pero me recordó algo que todo beta tester debe tener en cuenta, y es que Que algo te suceda a tí no significa que a todo el mundo le tenga que pasar. Efectivamente, es cierto, y es que el hecho de que algo no nos funciones bien no quiere decir que le vaya a funcionar bien a todo el mundo.

Remix OS es una pasada, y esto lo sé porque lo he probado en ordenadores que no son míos, ya que en los míos sigue sin funcionar.

Seguro que a ti también te ha pasado

Ahora te hablo a tí, beta tester; voluntario o no; que has pasado también por mil penurias solo por tener un dispositivo tal y como lo querías disfrutar. Que has brickeado tu teléfono sabiendo que era una mala idea flashear eso, pero que aún así lo has hecho, y aún así lo volverías a hacer.

Todo flasheador compulsivo y todo beta tester tienen una historia que contar, y este es tu momento para hacerlo…

…antes de que vuelva a aparecer ese dichoso pantallazo azul, cómo lo odio. Quien me obligaría a convertirme en Insider de Windows.