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    Más de 800 años de historia

    Hay un sitio en España que te traslada a otra época y otro ambiente en todos los sentidos. Un lugar en el que solo se escucha el canto de los pájaros y el ruido del agua cayendo por una cascada, un lugar que también te evoca al pasado, al siglo XII concretamente. Este lugar está a solo dos horas y medio de Madrid y se llama Monasterio de Piedra.

    Este antiguo monasterio de más de 800 años reconvertido a hotel transmite una paz y una desconexión como pocos lo hacen en España y todo ello sin perder su esencia de monumento antiguo. Allí no se escucha el ruido del tráfico por la carretera, ni las conversaciones que mantienen los vecinos, ni los gritos de la calle, ni ninguna de las cosas que habitualmente escuchan los que viven en un piso en el centro de las grandes ciudades. Allí solo se escucha el sonido de la naturaleza.

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    Un destino que guarda la esencia del siglo XIII

    Fundado en el siglo XIII por la Orden del Císter, el Monasterio de Piedra es hoy un importante destino turístico que conserva la esencia de aquella época. Protegido por una muralla medieval, la historia está presente en cada estancia y cada esquina. Muestra de ello es que está catalogado Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento.

    Es un lugar que los propios huéspedes califican de “fantástico y todo tipo de exclamaciones positivas posibles”, reconoce el director general de Monasterio de Piedra, José Pont. 

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    Una evocación al pasado

    Muebles antiguos como candelabros de pie, paredes de piedra, su claustro y sus trabajadas bóvedas te evocan al pasado y te hacen partícipe de ese momento histórico de una forma que solo consiguen este tipo de infraestructuras, minuciosamente restauradas y cuidadas.

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    Su encanto

    Y es que lo más fantástico de este hotel es, como afirma Pont, “el monumento de por sí. Tenemos las ventajas y los inconvenientes de un hotel monumento, cuyo edificio no fue concebido para ser un hotel” y que a día de hoy sigue conservando su esencia. Precisamente eso es lo que permite a los visitantes “disfrutar del encanto que tiene un edificio de 800 años de historia, con rincones y piedras que tienen tantos años encima”.

    Solo eso, "la riqueza tan asombrosa presente en el Monasterio de Piedra, tanto en historia como en naturaleza, hacen de él un lugar único en Europa", describe su página web. Y es verdad.

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    Un hotel que no fue pensado para esa actividad

    A pesar de que actualmente por sus instalaciones pasan decenas de clientes cada día, este monumento nunca fue concebido para albergar un hotel. Y es que no fue hasta finales del siglo XIX cuando se transformó en para albergar este servicio.

    Según ha contado Pont a EL ESPAÑOL, para empezar a hablar del Monasterio de Piedra como hotel “hay que remontarse a finales del siglo XIX.

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    Un inicio marcado por el amor al turismo

    La historia empieza cuando Pablo Montadas compró los terrenos en una subasta pública. Aunque este no fue el iniciador de la idea este fue su hijo, Juan Federico Montadas sin su adquisición esta actividad no habría empezado. Como ha contado Pont, Juan Federico Montadas era un amante de lo que es el turismo a día de hoy y poco a poco fue transformando las inmediaciones del monasterio en lo que ahora es el jardín.

    Montadas fue una de esas personas que han sabido coger el tren cuando pasó y así lo demuestra su historia. A finales del siglo XIX empezó implantarse en la zona una actividad de balneario y fonda pensión, porque allí había fuentes que tenían la categoría de medicinales. Entonces, abrió un pequeño balneario aunque este duró pocos años en la zona del lago del espejo y, para atender a los visitantes del balneario, abrió una pequeña fonda pensión.

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    La pensión se convirtió en un hotel

    Esa pensión ha ido evolucionando con el paso del tiempo hasta albergar un hotel como tal a mediados del siglo XX en las dependencias del propio monasterio. Un establecimiento que las tres estrellas que tiene de categoría se les quedan escasas y en el que su magestuosidad no pasa desapercibida. 

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    Un oásis en el desierto

    Ubicado en Nuévalos, un pequeño pueblo de Zaragoza de solo 335 habitantes según los registros de 2016, cuenta con un parque natural que, para algunas de las personas que lo han visitado, es lo más parecido que han visto a un oasis en el desierto.

    Circulando desde Madrid, el entorno previo a llegar al Monasterio de Piedra es seco, árido. En la carretera, el que el verde brilla por su ausencia. Pero todo cambia cuando se llega allí. Los kilómetros anteriores empiezan a asomar un área de árboles en las inmediaciones del Embalse de Tranquera.

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    Senderos naturales, cascadas, cuevas y rutas

    Cuando se llega al monumento y, por consiguiente, al Parque Natural del Monasterio de Piedra, el entorno cambia completamente. Esa sequedad de la que se hablaba anteriormente da paso a senderos naturales, cascadas, cuevas y grutas perfectamente cuidadas y conservadas para agradar la visita a las centenares de personas que día a día recorren el paisaje.

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    Una huerta convertida en Parque Natural

    Un paisaje cuya explotación turística y visual viene de muchos años atrás. Después de que en Monasterio de Piedra fuese adquirido por Don Pablo Muntadas Campeny, su hijo, Don Juan Federico Muntadas, transformó la huerta en un jardín paisajista y las dependencias conventuales en una instalación hotelera e hidroterápica.

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    Un deleite para los sentidos

    Cuajado de sorpresas y bellos rincones, el Parque del Monasterio de Piedra es un deleite para los sentidos cuyos protagonistas son el bullicio de sus cascadas y el cantar de diferentes especies de aves, de las que se han identificado más de 20. Además, está catalogado como Paraje Pintoresco Nacional y Conjunto de Interés Cultural en la categoría de Jardín Histórico por el Gobierno de Aragón.

E. E.