Esta semana he hecho mi primera incursión. ¡Cómo cambia la cosa! Nada de camareros argentinos muertos de hambre que te llevan al cielo y a los que te encuentras después coqueteando con una antigua novia. Aquí van con traje y corbata, y todos están entrados en años. Así que, claramente, este es mi sitio.

La clientela es de lo más variopinta. Pero se ve gente con posibles, con trajes a medida, con capacidad de decisión… Así que me instalé en uno de los salones de uno los hoteles más afamados de Madrid, cogí mi tablet y -como si fuera una espía del siglo XXI- me puse a otear a ver qué encontraba por allí.

De repente, una conversación captó mi atención. Un hombre y una mujer conversaban a mi vera muy bajito. Me fijé en que ambos llevaban una acreditación de una afamada reunión de inversores que se celebra en Madrid cada año, y en sus carteles ponía que eran precisamente eso: inversores.

Uno de ellos comentaba que estaba muy preocupado por lo que venía aconteciendo en España. En concreto, con la situación de Cataluña. “Creo que es posible que veamos pronto la independencia” afirmaba con rotundidad.

Su partenaire no salía de su asombro. “¿Cómo? Si se ha aplicado el 155. Ha habido unas nuevas elecciones y, además, ha quedado demostrado que con la Ley en la mano hay pocas opciones de salir adelante”, le replicaba.

Sin embargo, el hombre -’guiri’ total, con cara de necesitar protector lunar y más rubio que Donald Trump- continuaba con su explicación:

- Tras el brexit, cualquier cosa es posible. ¿Alguien pensaba que el Reino Unido abandonaría la Unión Europea? Sin embargo,el proceso ya es imparable. Se negocia ya su desconexión y cuál es la factura a pagar.

Ella iba cambiando su cara. La preocupación parecía ir en aumento.

- En Cataluña la situación es similar. Por ahora no se puede llevar a cabo por las grandes diferencias políticas que hay. Pero si el independentismo consigue cerrar filas y decidir un camino conjunto, será muy difícil parar el movimiento. La fractura social es evidente, y es obvio que las ansias de la independencia son cada vez mayores en buena parte de la sociedad catalana, especialmente entre muchos jóvenes.

La cara de la mujer era un poema, imagino que casi como la mía. Hasta ahora pensaba que los inversores internacionales no daban crédito a la posibilidad de una independencia en Cataluña. Pero veo que una cosa es el discurso oficial, y otra la opinión personal que tiene cada uno de ellos.

- ¿Hay tiempo para que esto se solucione? -le preguntaba la mujer.

- Todo dependerá de la cintura política que tengan unos y otros para ofrecer un proyecto político atractivo a los ciudadanos catalanes. Pero, la verdad, a medida que pasan los meses, esto tiene cada vez peor pinta -añadió.

Creo que ya he escuchado demasiado. Recojo mi tablet, pago el café y pienso que el amor puede esperar. Me va a tocar ponerme a trabajar para ayudar a mis clientes a preparar nuevos planes de contingencia. Al tiempo.