Cuando sea difícil, ¿te rendirás o serás implacable?” (Jeff Bezos).

El título de la columna de hoy puede inducir a error porque no trata de madres jóvenes. Hoy analizaremos dos desigualdades totalmente diferentes, pero muy curiosas ambas: por un lado, repasaremos el coste del amor y el trabajo (cómo la maternidad perjudica las carreras profesionales) y, por otro lado, veremos cómo la creciente desigualdad de riqueza entre los treintañeros pronto podría desplazar a las tensiones entre jóvenes y mayores.

Tener un hijo es un trabajo a tiempo completo y, en la mayoría del mundo, los padres tienen derecho a ausentarse: esta labor recae abrumadoramente en las mujeres. Algunas madres regresan a trabajar después de unos meses o años. Otras equilibran el cuidado de los niños con el empleo a tiempo parcial, pero muchas no se reincorporan en absoluto a la fuerza laboral, ni siquiera una década después. A esto se le ha denominado la “penalización de la maternidad”.

Veámoslo en estos gráficos elaborados por The Economist basados en un estudio elaborado por la London School of Economics y la Universidad de Princeton, en el que han acumulado una gran cantidad de datos para medir el efecto en 134 países, donde vive el 95% de la población mundial:

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La situación más extrema se da en Sudamérica:

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Mientras que el 95% de los hombres del mundo de entre 25 y 54 años forman parte de la fuerza laboral, la cifra para las mujeres de la misma edad es sólo del 52%.

Los autores definen la “penalización de la maternidad” como la cantidad promedio en que disminuye la probabilidad de que una mujer esté empleada durante los diez años posteriores al nacimiento de su primer hijo. De media, el 24% de las mujeres abandonan el mercado laboral durante el primer año. Cinco años después, el 17% sigue ausente. Después de diez años, el 15% continúa estándolo.

El efecto de la maternidad sobre el empleo varía ampliamente entre países. En España, casi la mitad de la brecha de género se explica por la “penalización de la maternidad”:

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Es un mal dato el de nuestro país, ya que, en el mundo rico en general, la maternidad supone el 80% de la brecha. En cambio, en los países más pobres, la maternidad explica sólo el 10% de la brecha de género.

El dato de los países desarrollados tiene mucho sentido. Es decir, casi toda la brecha se debe a que las mujeres voluntariamente quieren dedicarse a la maternidad:

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Cambiando de tercio, veamos ahora otra curiosa desigualdad: los vientos que azotaron una tormenta perfecta de conflicto intergeneracional están cambiando. Demográfica y electoralmente, los baby boomers son ahora una fuerza que se desvanece poco a poco.

Y a medida que los objetivos de la ira de los millennials desaparecen cada vez más de la vista, es posible que pronto sean reemplazados por otra élite privilegiada y propietaria mucho más cercana: los millennials que se han beneficiado de la riqueza familiar:

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Este otro gráfico también de Financial Times es muy revelador:

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Feliz semana y recordemos siempre esta magnífica cita de Oprah Winfrey: “Si te fijas en lo que tienes en la vida, siempre tendrás más. Si te fijas en lo que no tienes, nunca tendrás suficiente”.