Londres (enviado especial)

“¿Dónde está Boris?”. Chris Evans, el famoso periodista británico que ha hecho carrera a lo grande abarcando televisión y radio, terminó perdiendo la paciencia al soltar esa pregunta en directo durante Breakfast Show, su programa matinal de BBC Radio 2. El miércoles a primerísima hora (8.15h de Londres), el locutor tenía que haber realizado y narrado junto a Becker el sorteo de los grupos de la Copa de Maestros, retrasado casi una hora porque el ex número uno mundial se quedó atrapado en un tremendo atasco de tráfico y llegó a los estudios de la cadena con la lengua fuera. 

Con una impuntualidad impropia del carácter británico, el torneo que reunirá a los ocho mejores jugadores del mundo en el O2 Arena desde el próximo domingo 12 de noviembre echó a andar con la composición de la fase inicial, el formato de liguilla (tres partidos) del que saldrán los cuatro semifinalistas. De entrada, el sorteo dejó dos realidades muy diferentes: sonrisas para Rafael Nadal, que a falta de confirmar si juega o no quedó encuadrado en el grupo Pete Sampras con Dominic Thiem, Grigor Dimitrov y David Goffin; y algunos sudores para Roger Federer, que se las verá con Alexander Zverev, Marin Cilic y Jack Sock en el otro grupo, bautizado con el nombre de Becker. 

Nadal, que se entrenó el martes por primera vez en Manacor después de retirarse del Masters 1000 de París-Bercy como consecuencia de la carga de estrés que sufre en el tendón rotuliano de su rodilla derecha, llegó el miércoles a Londres para empezar con la parte final del plan de recuperación que puso en marcha hace menos de una semana con Ángel Ruiz Cotorro, su médico de confianza. Esta tarde, el número uno mundial se probará en las pistas de Queen’s (donde se juega el prestigio torneo sobre hierba en junio, que ganó en 2008) para ver si su rodilla aguanta una carga de exigencia mayor que la del primer día. 

El mallorquín, que irá subiendo la intensidad progresivamente y apurará hasta el último momento para elegir entre competir o volverse a casa (está programado para debutar el lunes por la noche contra Goffin), recibió con agrado el sorteo de la fase de grupos porque ni el belga (2-0 en los duelos previos) ni Dimitrov (10-1) ni Thiem (5-2) cumplen con el perfil de los rivales que no quiere ver ni en pintura, aunque lógicamente supongan un peligro para intentar ganar el único gran título que le falta en su carrera (siete participaciones y dos finales perdidas, en 2010 y 2013). 

Federer, descansando en un entrenamiento en Londres. Tony O'Brien Reuters

Además, y salvo Dimitrov, que le ha llevado sin éxito al set decisivo en tres últimos enfrentamientos (Abierto de Australia, Pekín y Shanghái), sus otros dos oponentes llegan a Londres condicionados por distintas circunstancias, porque a Goffin le faltan fuerzas tras un agotador tramo final de temporada (“está fundido”, dijo hace unos días en París Thierry van Cleemput, su entrenador) y porque Thiem bajo techo se minimiza (50% de encuentros ganados) en comparación al resto de superficies. 

Mientras Nadal aterrizaba en Londres con la certeza de terminar 2017 en lo más alto de la clasificación por cuarta vez en su carrera (2008, 2010 y 2013) y seguía dandole forma a su rehabilitación para intentar jugar la Copa de Maestros, Federer regresaba de Glasgow tras disputar una exhibición benéfica el martes por la noche con Andy Murray, que continúa luchando contra los problemas en la cadera que le han dejado fuera del circuito toda la segunda mitad del año.

El suizo, que tras ganar consecutivamente Shanghái y Basilea no fue a París con el objetivo de prepararse bien para Londres, está ante una fase de grupos más complicada que la de Nadal, pese a que tiene a su favor el cara a cara con Cilic (7-1) y Sock (3-0), y empatado con Zverev (2-2). Inspirados, los tres contrarios pueden arrebatarle la victoria, aunque la lógica del triunfo esté siempre del lado del número dos en una pista cubierta.

Por eso, Federer sigue siendo el favorito máximo: para superar su grupo, para llegar a semifinales y para convertirse en maestro de maestros por séptima vez en su carrera. 

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