“No quiero terminar mi carrera de esta manera”. Vestida de negro y con la cara completamente blanca, Maria Sharapova anunció en Los Ángeles algo que dejó de piedra al mundo entero: la ITF (Federación Internacional de Tenis) le comunicó un positivo por dopaje en el pasado Abierto de Australia tras no superar una prueba realizada en el primer Grand Slam de la temporada. La número siete de la clasificación WTA, que habló en todo momento de un “enorme error” del que asumió la responsabilidad, se enfrenta a una sanción que puede ser de dos años (si demuestra que fue dopaje involuntario) o de cuatro, si no logra hacerlo.

Esto fue lo que ocurrió. La WADA (Agencia Mundial Antidopaje) introdujo en su lista de sustancias prohibidas el Meldonium (también conocido como Mildronate, nombre con el que se comercializa), un medicamento que Sharapova llevaba tomando durante 10 años. La rusa, sin embargo, no leyó la carta que recibió el pasado 22 de diciembre donde era informada del cambio en la reglamentación y siguió consumiéndolo sin pararse a pensar en las consecuencias.

Así, y ajena a que esa hormona habitual en su carrera pasaba a ser una línea roja, Sharapova continuó utilizándola en el primer grande del curso, donde cedió en cuartos de final contra Serena Williams. El resultado del control antidopaje que le realizaron en Melbourne el 26 de enero fue como un golpe por la espalda, recibido sin esperarlo.

“La primera vez que ingerí la sustancia fue en 2006”, explicó la rusa ante una multitud de periodistas, que asistieron a la caída de uno de los mayores iconos deportivos de la última década, posiblemente el caso más sonado desde que el estadounidense Agassi reconoció en su biografía un positivo encubierto por la ATP. “Tenía grandes problemas de salud por aquel entonces. Me ponía enferma con bastante frecuencia, tenía deficiencia de magnesio y un historial familiar de diabetes. Había síntomas de diabetes”, insistió Sharapova, con tono solemne. “Este es uno de los medicamentos que recibí para tratarla”.

El Meldonium mejora de la circulación, proporciona una mayor disponibilidad de oxígeno y un aumento de la resistencia, entre otras ventajas importantes que también afectan al sistema nervioso. Eso llevó a la WADA a tomar la decisión de prohibir el medicamento, algo que Sharapova no supo a tiempo. “Espero tener otra oportunidad de jugar a tenis”, pidió la campeona de cinco grandes, que no solicitará un contraanálisis y comenzará su período de inhabilitación deportiva el próximo 12 de marzo.

"siempre la he visto como una mujer íntegra”

Para Sharapova, exnúmero uno mundial y una de las 10 jugadoras que han completado el Grand Slam en toda la historia, fue un revés a su intachable carrera, un borrón de los que no se quitan ni frotando con amoníaco. Ella, la deportista que más ganancias ingresa anualmente (casi 30 millones de dólares), se encuentra de repente señalada por hacer trampas, algo que nadie olvidará ni aunque termine demostrando que lo hizo de forma inconsciente.

"Estoy muy triste tras escuchar esta noticia sobre Maria”, aseguró en un comunicado Steve Simons, el máximo mandatario de la WTA. “Es una líder y yo siempre la he visto como una mujer íntegra”, prosiguió el dirigente. “Sin embargo, como reconoció Maria, es responsabilidad de cada jugador conocer si lo que toman está permitido. Ahora, este asunto está en manos del Programa Antidopaje de Tenis y sus procedimientos habituales. La WTA apoyará las decisiones tomadas en este proceso”.

Tras jugar cinco torneos en los últimos nueve meses (Wimbledon, Wuhan, la Copa de Maestras de Singapur y el Abierto de Australia -un total de 18 partidos-) con lesiones en la pierna y el hombro derecho (2015) y en el antebrazo izquierdo (2016), Sharapova confirmó hace unos días su baja en Indian Wells (desde el próximo 10 de marzo). Ahora, se enfrenta a algo desconocido: su carrera está manchada por el dopaje y todavía no sabe cuándo ni cómo podrá arreglarlo.

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