El caso que está viviendo Pablo Martín es realmente complicado y podría tener ahora consecuencias realmente graves. El jugador de golf español se ha entregado a la policía sueca este viernes después de haber sido acusado de amenazas y desacato a la autoridad.

Tanto el golfista nacional como su entorno han visto lo más correcto tomar esta decisión para cumplir con la orden de extradición que ha sido dictada por el estado sueco después de que las autoridades le acusen de desacato y amenazas a la autoridad por una serie de emails muy desafortunados y con contenido y mensajes ofensivos. 

El malagueño está inmerso en una dura batalla por la custodia de sus hijos y estos correos electrónicos fueron enviados directamente a al juzgado que tutela dicho caso. De esta forma, Pablo se enfrentaría en estos momentos a un problema bastante grande ya que las leyes indican que por este tipo de faltas podrían caerle hasta 7 años de prisión, lo que sería un tremendo revés para para el malagueño que se encuentra en un estado anímico y sentimental bastante débil. 

Este proceso y esta batalla comenzó hace cuatro años cuando se separó de la que era su pareja, una mujer de nacionalidad sueca, la cual le puso trabas para poder ver a sus hijos. En ese momento, se inició un duro proceso judicial del que Pablo podría terminar saliendo mal parado después de su salida de tono vía correo electrónico. 

Un jugador de golf ejecuta un golpe REUTERS

Pablo tiene una casa en la localidad de sueca de Ekerö y allí consiguió un un régimen de visitas acompañado de una asistente social para poder ver a sus hijos. Dicha asistente social emitió una serie de informes sobre el golfista español que fueron muy positivos y que le ayudaban a obtener un mayor margen en el caso. 

Sin embargo, para intentar revertir la situación, su expareja solicitó hasta en dos ocasiones un cambio de asistente social alegando que esos informes habían sido realizados de manera cohibida bajo amenazas de Pablo Martín. Esto provocó que el malagueño no pudiera ver a sus hijos en todo el verano del año 2019 debido a la imposición de una serie de cambios en el régimen de visitas. 

El origen del problema

Esta revés provocó en Pablo un enfado y una ira que terminaron derivando en lo que ahora puede ser el principio de su derrota, ya que escribió a todas las instancias posibles buscando una respuesta y una ayuda. Sin embargo, la demora provocó que, estos escritos, cada fueran de peores maneras, haciéndole más daño que beneficio. En estas idas y venidas, el pasado verano decidió personarse en un juzgado de Estocolmo con un cartel en el que se podía leer "Suecia me ha robado a mis hijos".

Esos correos indeseados han sido recopilados por un juez que ha emitido una orden de extradición contra Pablo. La Audiencia Nacional estudió su caso para ver si existía reciprocidad con la ley sueca, pero el juez Santiago Pedraz celebró una vista telemática en la que negó la prisión preventiva. 

Ahora se enfrenta a un duro proceso judicial en el que ha intentado cambiar incluso de abogada, algo que no se le ha permitido. Tal y como informa el diario MARCA, una fuente familiar asegura que Pablo "ha enviado unos 300 emails solicitando que se revisase su situación sin respuesta y, en su desesperación, mandó algunos que no debía. Luego pidió perdón por ellos, pero no han querido hacer caso".

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