David de Gea, durante años, ha sido, sin ninguna duda, uno de los mejores porteros del mundo. Lo fue en el Atlético de Madrid y ejerce como tal en el Manchester United. Y mientras acumulaba actuaciones memorables –y peticiones del Real Madrid para vestirse de blanco (fax mediante)–, esperó su turno en la selección. Y, en un primer momento, no le fue mal: cuando le tocó ejercer, lo hizo con nota. Incluso en la Eurocopa, con todos los problemas que devinieron en aquella concentración por un supuesto abuso sexual, hizo los deberes. La eliminación no fue culpa suya. Pero, esta vez, en el Mundial de Rusia, muchos lo señalan. ¿La razón? Tan solo ha hecho una parada en cuatro partidos –del total de 12 remates que ha recibido–.



La concentración no empezó de la mejor manera para De Gea. Lo extradeportivo, entonces, se mezcló con lo meramente futbolístico. El portero, nada más empezar –en esos días de rutina y escasa actualidad informativa–, emergió como el protagonista principal por su desplante a Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno, nada más tomar el cargo, fue a despedir a la selección. ¿Y qué hizo el guardameta? Negarle el saludo por unas declaraciones del líder del PSOE en las que pedía que no estuviese en la selección.



Aquello fue el preludio de lo que estaba por venir: una preparación entre dudas y un campeonato plagado de certezas. De Gea falló en el primer partido de preparación frente a Suiza. Entonces, no pasó nada. “Lo importante es que estas cosas pasen en los amistosos. Estamos acostumbrados a que esto ocurra. Las críticas no me afectan”, reconoció. Sin embargo, el aviso era serio. Por lo que sea, el portero no estaba todo lo concentrado que debería. Y, claro, fue empezar el Mundial y llegaron los problemas.



Apareció Portugal en el calendario y volvió a fallar. Cristiano Ronaldo disparó desde fuera del área, el balón dio en sus manos y se metió dentro de la portería. Sus errores, parecía, no se habían quedado en aquel amistoso. Y suma y sigue. Después, tampoco fue capaz de parar contra Irán o Marruecos. Y, finalmente, llegaron los octavos de final y tuvo la oportunidad para redimirse.



España, tras adelantarse con un gol en propia puerta de Rusia, recibió el empate: Dzyuba lo marcó de penalti por una mano de Piqué. Entonces, no apareció. Y, después, en la tanda de penaltis, tampoco. No paró ninguno. El portero del Manchester United se marchó del Mundial habiendo atajado una pelota de 12 intentonas que ha recibido España. Ese dato ejemplifica su torneo. Quizás no haga falta decir más. La certeza está clara: no estaba (ha estado) bien, pero nadie lo vio con claridad. Ahora, es uno de los señalados.