Gerard Piqué, en la época más caliente del conflicto político catalán, anunció que abandonaría la selección española al final del Mundial de Rusia 2018. El central titular de España desde 2010 decía adiós sin explicar claramente que su decisión se debía a un criterio deportivo. En realidad había una sensación de cansancio por el trato que se le daba.

Llegó el Mundial y Piqué no estuvo bien. El central del Barcelona está muy lejos de su nivel, por ejemplo aquél que demostró cuando tenía al lado a Puyol. Gerard está lejos de ser el mejor central del mundo, pero aún así sigue siendo un ejemplo de seguridad y buen hacer. Pero le fallaron muchas cosas en este Mundial.

En un tiempo en el que se dudó de la profesionalidad de los componentes de la selección si estaban haciendo otra cosa que no fuera el Mundial (el argumento de que Lopetegui no estaría concentrado con España porque ya había firmado por el Real Madrid es el claro ejemplo), Gerard Piqué se dedicó, el día previo al debut ante Portugal, a publicitar el documental en el que Griezmann anunciaba su decisión, producido por la empresa de Piqué. La cabeza, ese día, la tenía en otra cosa que no era el partido de España.

El penalti de Piqué. REUTERS

Y ese día, en el duelo ante la actual campeona de Europa, Piqué tuvo un fallo de concentración grave. Regaló a Portugal una falta en la frontal del área en el último minuto de partido con victoria en ese momento para España por 3-2. La lanzó Cristiano y el partido acabó en empate.

Este domingo, cuando ya no había margen de error porque es un duelo a vida o muerte de octavos, Piqué volvió a cometer otro error, este aún más grave. Sin venir a cuento, cuando Rusia apenas creaba peligro (tampoco lo hizo después), levantó el brazo sin sentido en un balón aéreo que no tenía peligro. Fue penalti, claro, y Rusia puso el empate.

¿Qué se le pasó por la cabeza a Gerard Piqué para cometer un error tan importante? El central del Barcelona ha jugado muchas veces siempre al límite en lo que al juego de manos se refiere, pero en esa jugada no hubo explicación lógica. No había ninguna necesidad de jugar con el brazo levantado. El error costó muy caro. Rusia sacó petróleo de la nada, marcó su penalti y a partir de ahí defendió aprovechándose también de la inoperancia de España en ataque.

Gerard Piqué, con Koke al fondo. REUTERS

Ese brazo levantado, ese penalti pitado y esta eliminación de España será el último recuerdo del tan polémico Gerard Piqué con España. Pitado en prácticamente todos los campos, su crítica, si es que la hay, no debe ir por su compromiso. Piqué, en todos estos años, demostró siempre ser un profesional perfecto. Nunca se 'rajó', jugó siempre al máximo nivel y sus errores, lógicamente, no se deben a un determinado pensamiento o a una falta de compromiso con el proyecto, sino a que él, como sus compañeros, es humano.

Pero para desgracia de Piqué esa mala última actuación, y el error colectivo de ser incapaces de ganar a una débil Rusia, quedará como el fin del catalán con España. Un adiós injusto pero prácticamente cantado a gritos en los últimos tiempos. Adiós si es que no lo evita él, el presidente Rubiales o el entorno mediático, porque no descarten que ahora se escuchen voces de petición de continuidad o que él mismo anuncie que sigue.

Por ahora, y en el día de la eliminación de España ante Rusia, él queda muy tocado. Regaló un penalti a Rusia y cometió un error tan grave como decisivo.

Piqué ve la amarilla.

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