La moción de censura contra Bartomeu está más cerca. El presidente y su equipo intentaron retrasar la votación sobre su continuidad en el club escudándose en una supuesta falsificación de firmas, y que pusieron en conocimiento de la Guardia Civil, y en la situación sanitaria generada por la Covid-19.

Sin embargo, tras una larga reunión con la Generalitat, el ejecutivo regional emitió un comunicado donde dejaba claro que el proceso seguía adelante. Lo único que faltaba era que el propio Barcelona modificara su protocolo sanitario para reforzar las medidas de seguridad ante la Covid-19. Horas después, el club movió ficha en su particular batalla por convencer a los socios.

Un movimiento inesperado y más por el momento en el que se realizó. Si en la previa del debut culé en Champions Guillermo Amor no adelantaba ninguna operación con respecto a la plantilla, unos minutos después de terminar el encuentro con goleada el Barça emitía una nota de prensa: Piqué, Lenglet, Ter Stegen y De Jong quedaban renovados. Todo un golpe en la mesa en medio de un ambiente de tensión.

Si bien era conocido que la entidad quería renovar a jugadores como Ter Stegen o Lenglet, nadie esperaba que se pudieran anunciar todos los acuerdos a la vez y de noche tras una victoria europea. Pero, menos aún, que se especificaran algunos de los detalles de los acuerdos alcanzados. Y es que las renovaciones, más allá de nuevos contratos, tienen un impacto notable en la realidad azulgrana.

Las cuentas del Barça

Es uno de los grandes problemas de la entidad catalana. Los fichajes millonarios realizados en temporadas pasadas, la mala gestión a nivel deportivo de los últimos meses y la gran masa salarial de la plantilla azulgrana ha dejado unas cuentas paupérrimas. Y, por si fuera poco, la crisis del coronavirus ha hecho más mella aún en los números del Barcelona.

Josep María Bartomeu, durante el partido entre el Barça y el Sevilla EFE

El propio club aseguró hace algo más de un mes que los ingresos serían muy cercanos a los de hace cuatro años. Los poco más de 700 millones de euros recibidos en la 2016/2017 ascenderían a unos cortos 733 millones durante la actual campaña. Números que suponen un 30% menos de ingresos en las arcas culés.

Pero, por si fuera poco, el Barcelona presentó sus cuentas finales del pasado ejercicio con notorias pérdidas. Mientras su máximo rival, el Real Madrid aguantaba los efectos del coronavirus, el Barça notificaba 97 millones de euros en pérdidas para acumular un total de 488 'kilos' de deuda.

Una tormenta de números que han llevado a la directiva a tomar serias medidas. Entre ellas, la de volver a negociar una reducción salarial con sus trabajadores tras el ERTE aplicado durante el estado de alarma de hace unos meses.

El truco de las renovaciones

Las sorprendentes renovaciones de Piqué, Lenglet, Ter Stegen y De Jong se basaban en dos premisas: la ardua negociación entre las partes y la adecuación salarial acometida. El Barça, al certificar la continuidad de cuatro pesos pesados como estos, también daba un paso al frente en la necesidad de adaptar los sueldos de sus jugadores a la situación económica del club.

Todas las renovaciones se han cerrado con notorias cláusulas de rescisión que ningún club va a pagar. Ni ahora, ni en un futuro. La más baja es de 300 millones de euros y la más alta de 500, lo que refleja que simplemente son números sin ningún objetivo en el mercado de fichajes más que el de negociar una salida en próximas temporadas.

Sin embargo, ¿cómo se renueva ahora a los jugadores con la complicada situación sanitaria? La estrategia seguida y en la que se basa esta adecuación salarial es en la de redistribuir el salario acordado en más temporadas. Es decir, que durante esta primera temporada con complicaciones económicas del Barça se cobre una cantidad y en futuras campañas, con la situación algo mejor, ese salario ascienda para recuperar las cifras no pagadas en esta 2020/2021.

Algo que salva a Bartomeu, que se lleva el triunfo de haber certificado la continuidad de cuatro estrellas, y una de ellas como Piqué, con quién la relación estalló tras la eliminación de Champions. Pero que, por el contrario, deja en una delicada situación al presidente que pueda llegar en un futuro. Si Bartomeu no continúa tras la moción o en las elecciones de 2021, el nuevo mandatario culé tendrá que tener en cuenta estas renovaciones.

Gerard Piqué ante Adrián Turmo, en el Barcelona - Girona de pretemporada EFE

Golpe al vestuario

La relación de la directiva del Barcelona con el vestuario no es la mejor. Las tenciones se han sucedido en los últimos meses con movimientos deportivos y tras la derrota en Lisboa ante el Bayern la batalla entre ambas partes comenzó a ser pública. Piqué, ahora renovado por Bartomeu, llegó a poner su continuidad sobre la mesa. Si a ello le suman los casos de Messi, Luis Suárez o Setién, la atmósfera azulgrana es de todo menos tranquila.

El vestuario, tras conocer la noticia de que se pretendía abordar una nueva reducción salarial, se opuso. Principalmente por las formas establecidas por el club, que, desde el punto de vista de la plantilla, no dio el peso ni la representación suficiente a los jugadores del primer equipo. Todos, con escasas excepciones, enviaron un escrito al club criticando sus operaciones. Incluso AFE emitió un comunicado oficial explicando la situación y las consecuencias a las que se exponía Bartomeu y su equipo si abordaba dicha reducción.

Sin embargo, las cuatro renovaciones realizadas por el presidente azulgrana son todo un punto a su favor. Un día antes de la reunión que la propia directiva había convocado con los jugadores de Koeman y con rostros de referencia como Piqué. Un movimiento perfecto para sofocar los ánimos con parte de la plantilla y ganar fuerzas respecto al otro bando.

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