Michele Ferrari, el doctor sancionado de por vida por ser una de las piezas clave del "programa de dopaje más sofisticado, profesionalizado y exitoso que el deporte haya conocido en su historia" (con Lance Armstrong y los siete Tour de Francia que ganó como epicentro), es el nuevo crítico de Chris Froome. El italiano ha aprovechado el foro de su blog para arremeter contra el ciclista británico semanas después de hacerse público el positivo del corredor del Sky en la última Vuelta a España.

"Podríamos decir que Froome, sin salbutamol, posiblemente no habría ganado cuatro Tours de Francia. Es como un ciclista con 38 de hematocrito sin EPO. Ambas cosas (salbutamol y EPO) remedian las injusticias de la genética...", comentó Ferrari. Para después añadir: "El salbutamol no mejora las prestaciones en individuos no asmáticos. No es verdad que tenga efectos anabolizantes, incluso con altas dosis. No hay ningún estudio científico en el hombre que demuestre lo contrario".

Según el criterio del que fuera médico del US Postal, el posible dopaje de Froome pudo darse al concentrarse la dosis habitual de salbutamol, aumentar después y no ser expulsada con la orina. "En las etapas anteriores, su concentración en orina parece constante en torno a los 600 nanogramos por mililitro. Tal vez pensó que duplicando la dosis habitual iría a 1.200, por debajo del umbral, pero sin calcular que un metabolismo de la dosis de la sustancia podría ser saturado, y la eliminación urinaria sería mayor. La excreción urinaria de salbutamol es bastante variable y depende de varios factores. Algunos de ellos, desconocidos", expuso.

Ferrari también trabajó con otros ciclistas de renombre como Cadel Evans, Tony Rominger, Abraham Olano o Fernando Escartín. En 1999 admitió que empleó técnicas dopantes para que uno de sus clientes, Francesco Moser, batiese el récord de la hora en 1984. Otro ciclista de su país, Filippo Simeoni, le denunció en 2004 por haberle suministrado EPO y testosterona, aunque el médico acabó absuelto en los juzgados. Por último, en 2012 se destapó su implicación en el programa de dopaje que, tras ser desvelado, supuso el descenso a los infiernos de Armstrong, que quedó desposeído de todos sus grandes títulos en el ciclismo.

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