Las alarmas saltaban ayer en Patrimonio Nacional. El Cristo Crucificado de Tiziano que colgaba de una de las paredes del Monasterio de El Escorial se desprendía de la pared y chocaba contra una cómoda provocando un desgarro en forma de siete. El yeso había cedido y todo el mundo se preguntaba cómo era posible que un cuadro que salió hace un año para una exposición en el Thyssen se desplomara de repente.

La primera justificación vino de un comunicado oficial de Patrimonio Nacional que señalaba como “probable causa”, la “degradación material del revestimiento del yeso del muro al que estaba anclada la pintura”. Aseguraban que la obra no había “sufrido pérdidas de la capa pictórica”, y que ya estaba embalada para llevarse a los servicios centrales para restaurarla y volver a colocarla en su lugar. No facilitaron ninguna foto del estado en el que quedó la obra.

A pesar de las múltiples voces que exigen responsabilidades y hablan de negligencia en el cuidado del patrimonio, José Luis Díez, Director de las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, asegura a EL ESPAÑOL que el accidente “ha sido fortuito y no se podía haber previsto”. Lo achaca al hueco entre el yeso y la alcayata que se ha formado en unas instalaciones de anclaje que él mismo reconoce como “antiguas”. Y es que la mayoría de ellas “tienen décadas o alguna incluso siglos”, pero cree que no ha sido algo que se pudiera predecir, sino que se debe a “la vida propia de los materiales”.

Cristo Crucificado de Tiziano, la obra que se cayó en El escorial.

Lo que sí que reconoce es que este caso en una obra tan importante da “la voz de alarma” sobre el estado en el que se encuentran muchas instalaciones, y por ello considera como “urgente revisar los sistemas de anclaje de todos los espacios, ya sean litúrgicos o no” para evitar que ocurra otro 'Tizianazo'. Para ello pide “más recursos y dotación”. La precariedad económica es uno de los asuntos que preocupan en la institución. Fuentes de la misma dicen a este medio que “los recursos comparados con otras instituciones internacionales no son suficientes” para todo el trabajo que tienen.

La punta del iceberg

Para Fernando Carrera, presidente de la Asociación Profesional de Conservadores y Restauradores de España (ACRE), lo que ha pasado es la punta del iceberg, y una señal que dice que si no se actúa pronto muchas más tragedias pueden ocurrir o incluso pueden estar ocurriendo. Las responsabilidades, además, tiene claro quién debe asumirlas: “Patrimonio Nacional, claro”.

Patrimonio Nacional tiene que incrementar la plantilla, porque si no, estas tragedias van a ocurrir en el futuro, e incluso pueden estar ocurriendo ahora mismo

“Hay una Ley de Patrimonio, está la estatal y están las autonómicas que hacen recaer la responsabilidad en el propietario, punto. Patrimonio tiene que atender las necesidades de las obras que está gestionando. Tienen que incrementar la plantilla, porque no tienen capacidad de gestión para evitar daños que si no, van a ocurrir en el futuro, y otros daños que pueden estar ocurriendo ahora mismo. Este caso es escandaloso, pero lo que muestra es un problema muy gordo de orden estructural, y es que primamos las acciones llamativas y no el mantenimiento, que son acciones constantes y permanentes”, cuenta a este periódico.

Carrera cree que la precariedad y lo poco que se valora el Patrimonio en España son la raíz del problema, y esta tragedia sólo un síntoma que ha dejado todo en evidencia y que prueba que realmente sólo se presta atención a “la tarea más mediática que son las grandes restauraciones de grandes monumentos, pero hay otra tarea que tiene que asumir el conservador que es la tarea diaria”. “La monitorización, la conservación, qué hay que hacer para preservarlo, qué acciones hay que tomar, y ahí entra desde mejorar el enganche a cambiar un marco o meterlo en un almacén para protegerlo de la luz”, añade.

Somos un país muy rico en Patrimonio Cultural, pero como sociedad tenemos que pactar si estamos dispuestos a pagar el precio que esto supone o lo dejamos morir

“Esas tareas las tiene que ejecutar un técnico, pero la cuestión que está en el eje ahora mismo es que con la escasez de personal no se puede atender todo el patrimonio. Hay pocos técnicos, están centralizados, agobiados… El problema en este caso es la escasez de técnicos, y la escasa capacidad de decisión que tienen, porque aquí hay otra lectura de reivindicación profesional, que es que encima tienen poco poder para decidir, porque tienen categoría profesional del grupo 2 y en el organigrama pintan poco”, zanja.

La pelota ahora está en el lado del Gobierno, que en plena discusión sobre los Presupuestos Generales del Estado debe decidir si apuesta por el Patrimonio o no y si corrige una cuantía que en 2009 llegó a los 143,9 millones y que en 2018 -y tras haber subido respecto al curso anterior- se quedaba en sólo 117 millones. Desde ACRE lo tienen claro: “Somos un país muy rico en Patrimonio Cultural, pero como sociedad tenemos que pactar si estamos dispuestos a pagar el precio que esto supone o lo dejamos morir, porque se trata de una cuestión de recursos para gestionar nuestro patrimonio”.

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