A Mariano le pidieron que posara para reivindicar los Dólmenes de Antequera como bien a defender por la UNESCO. “Mariano, así”. Y Mariano no supo. Era un gesto simple, una mano sobre la otra, como una “t”. El resto de los cargos en la foto lo hicieron a la primera. Pero es que a él nunca se le ha dado bien lo del patrimonio histórico. Tiene por los restos del pasado el mismo interés que el partido que dirige.



Nunca le ha interesado la cultura. Ni cuando fue ministro del asunto. Cada uno de los cinco presupuestos firmados apenas llegan al 0,2% en gasto cultural del total de la inversión pública. Y lo destinado a conservación y restauración ha sufrido tantos recortes y menosprecios que el actual Director General de la materia en el Ministerio (Luis Lafuente) fue el creador de una reforma anticonstitucional de la Ley de Patrimonio de la Comunidad de Madrid. Atacaba a la Constitución en una decena de artículos y, como premio, le pusieron al frente de la cosa a nivel estatal.



La doctrina del PP con el patrimonio es simple: uno, olvidarse de él hasta que se arruine y se caiga a pedazos; y dos, se derriba en aras del progreso y los puestos de trabajo. Para el PP, el turismo da dinero; el patrimonio, no. No hay quien lo entienda. Pero entonces llegó de Europa el barón de Claret, Íñigo Méndez de Vigo, especialista en patrimonio inmaterial, las tapas y los dúplex de lujo en palacios declarados Bien de Interés Cultural (BIC).



Harto de gestionar miseria y migajas (la cultura), el patrimonio le ha colocado en primera línea de fuego independentista. Convertido en conseller de Cultura y ministro de lo mismo, al mismo tiempo, dio un triple salto mortal en la operación Salvemos Sijena: optó por desobedecer al juez. Descubrió al presidente el auténtico interés político del legado cultural. No era duplicar la inversión en políticas culturales, ni en rehabilitación de monumentos. Sijena era la oportunidad de hacer de un interesante tesoro artístico -que no había interesado a nadie más que a los historiadores de Sijena- un polvorín patriotero. Quien tiene el patrimonio, tiene la legitimidad como país.



En Lérida encontró el conseller, ministro y barón la excusa para enfrentar a las banderas y a sus hinchas. Hizo del patrimonio un partido de fútbol: Guardia Civil Vs. Independentistas. Y consiguió la foto prodigiosa: a la salida, manifestantes que no habían estado en el museo leridano nunca. Políticos independentistas declarando que aquello era un “expolio” típico de un 155.

Al PP no le importaba perder votos en Cataluña, porque al menos que los hayan crionizado ya no tienen allí. Pero el resto de votos de España debían volver a ver en directo imágenes de agresividad y violencia, entre rojos y gualdas.

Más polarización, más banderas



Así que Méndez de Vigo decidió no obedecer las órdenes del juez para que la Justicia se viera obligada a mandar a la Guardia Civil a rescatar las obras vendidas y adquiridas de manera fraudulenta hace tres décadas. Y quedaron unas fotos de primera para las portadas y los telediarios. Los hombres del juez entraron hasta el corazón del tesoro para sacarlo por la solapa y llevárselo, con nocturnidad y lo demás.

Como podían, como les obligó el conseller y ministro. Quedó una instantánea de las mejores para los votantes del PP en la península, que entendieron que Mariano Rajoy no dudaba en rescatar los bienes que legitiman a un pueblo si otro quiere arrebatárselos. Guardia Civil incluida. “Mariano no tiembla”, debieron pensar.

Méndez de Vigo en comparecencia como portavoz del Gobierno. Efe



Han tenido que pasar seis años y casi dos legislaturas hasta que se han puesto a traficar con los bienes protegidos. Antes lo habían experimentado en Canalejas (Madrid) y lo intentaron con el Edificio España (Madrid). Rebajaron el nivel de protección para poder vender sin problemas aquellos edificios y que los nuevos compradores pudieran disponer a su antojo de ellos. Canalejas ha sido arrasado por OHL. Wanda ha salido huyendo del otro conjunto gracias a la presión de las asociaciones de vecinos y a Ecologistas en Acción.