Hace cinco años el pasado emergió del olvido por casualidad. Un archivo fotográfico de 835 placas estereoscópicas, perdidas en un cajón de un almacén del convento de la Merced, en Soria, sede de la Fundación Duques de Soria de Ciencia y Cultura Hispánica, llegaba hasta nuestros días para revelar el patrimonio fotografiado hace un siglo. El pasado se iluminó y llegó hasta nuestros días tal y como se lo encontró Augusto Arcimís (Sevilla, 1844-1910), científico, astrónomo, primer meteorólogo español y aficionado a la fotografía y al turismo. Madrid, Aranjuez, La Granja, Alcalá de Henares, Burgos, Toledo y los monumentos históricos tal y como se conservaban hace un siglo.

Aquellas salidas dominicales de comienzos del siglo XX, hoy son una referencia en la conservación del patrimonio. El fondo completo se encuentra archivado, clasificado, documentado y digitalizado en el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) desde 2013. La institución ha completado su catalogación y accesibilidad desde la fototeca digital. Blanca Arévalo, de la Fundación Siglo para el Turismo y las Artes de Castilla y León, ha investigado el archivo y asegura que ofrece “una visión única de calles, edificios y elementos patrimoniales, así como de las costumbres del pueblo llano y de la burguesía finisecular decimonónica”.

Augusto Arcimís, meteorólogo y fotógrafo.

Las crónicas le recuerdan como un amante de la naturaleza y experto marino, que pasaba sus ratos de ocio en el campo o en el mar, “enemigo de vanidades externas”, “atildado, pulcro, enérgico y luchador, de convicciones avanzadas y extraordinariamente comprensivo y tolerante”, en palabras de Nicolás Sama, escritas en 1927. La posición económica de su familia le permitió viajar por Europa, residir en Londres y aprender allí las claves de su gran pasión: la astronomía. Llegó a ser miembro de la Royal Astronomical Society de Londres y de la Società degli Spettroscopisti italiana.

Patrimonio fotográfico

En una carta a Giner de los Ríos, en 1875, cuenta Arcimís que le entristece que todo lo que puede estimularle para sus trabajos viene del extranjero. Libros, instrumentos y periódicos. “Todo ha de ser de otras tierras que de esta desgraciada España y mi propio idioma para bien poco puede servirme y mis relaciones con los científicos de aquí, para menos todavía”. Se pregunta por los hombres de ciencia, por sus méritos y llega a la conclusión de que “han obtenido sus puestos por asalto más que por sus méritos”.

Dos mujeres en Riofrío.

Entre 1897 y 1907 Augusto sacó su cámara a pasear y de sus viajes quedaron las estampas de un mundo familiar y entretenido, guardadas todas en 49 cajas (cada una de ellas contiene entre 8 y 24 fotos). Así fue hallado por Josemi Lorenzo, en un cajón de madera de una antigua alacena, con placas de formato 4,5 x 10,7, “el más utilizado” por los aficionados. Las fotos han llegado datadas con una inscripción manuscrita, sobre la placa de vidrio, entre las dos tomas.

El mueble que las albergaba estaba situado en un almacén sin ventilación, en la zona oeste de la segunda planta del claustro, junto con material de oficina y libros. “Se apreciaba una fuerte acumulación de polvo. Las condiciones de humedad y temperatura de este cuarto se mantenían estables”, apunta Blanca Arévalo en su informe. El estado de conservación era aceptable y había pocas placas rotas. No se ha conservado la cámara estereoscópica de Augusto, que utilizaba material de la casa inglesa Ilford.

El primer turista armado

Arcimís fue el primer turista del siglo XX. Sus tomas son inmediatas e íntimas, se deja impactar por lo exótico de los monumentos históricos. Y junto a estas vistas y paisajes del patrimonio, aparece la cotidianidad de escenas con sus amigos y familias, paseando y posando por calles, plazas, jardines. Entre ellos asoma el rey Alfonso XIII, la infanta Isabel de Borbón o Francisco Giner de los Ríos. Es consciente de su aficionado rescate de la memoria, como un enviado especial al pasado, que dispara para recordar el mundo en extinción.

Vista de Toledo.

Posiblemente usó una cámara Verascope, fabricado por Jules Richard, cómoda, ligera y fácil de manejar. Perfecta para el burgués que disfruta de sus escapadas dominicales a Chinchón, las murallas de Guadalajara, el Real Sitio de San Ildefonso, acontecimientos relacionados con la meteorología y astronomía, con una mirada de reportero gráfico humanista. Es un curioso empedernido.

El parque del Retiro tiene un protagonismo sobresaliente entre el casi millar de imágenes. Allí se ubica su lugar de trabajo, el Instituto Central Meteorológico, con sede en El Castillo. El científico aprovecha sus paseos, lo imaginamos con la cámara de acá para allá, fotografiando los rincones pintorescos del parque, en todas las estaciones del año. Pero Arcimís quedó impactado con la nevada de 1900. Pateó la finca tapada de nieve, mientras disparaba. Casi la mitad de las fotos del conjunto son escenas de la Comunidad de Madrid y de ellas, 324 son de la capital.

Pintoras fotografiadas en su estudio.

Arcimís se para en un estudio de pintoras. El grupo de artistas posa con sus utensilios. Están en plena faena y él entiende que es una imagen insólita. Mujeres pintoras. Nuestro científico astrónomo y meteorólogo atendió a las pioneras que sus contemporáneos habían ignorado y utilizado como objetos de las pinturas, no como sus creadoras.